Los cubanos que residen en La Habana reaccionaron a la reapertura de la capital. A muchos le pareció precipitada en un contexto de rebrote epidémico, con varios focos activos y una cifra importante de casos positivos al covid-19.
Cuando todos pensaban que la cuarentena se extendería por al menos otros quince días tras haber permanecido cerrada durante el mes de septiembre, el gobernante de la isla Miguel Díaz-Canel, anunció la decisión.
De acuerdo con el portal Cubanet, el país no tiene dinero para continuar manteniendo la afluencia masiva de ciudadanos a los centros de aislamiento. Dicha estrategia probó ser efectiva para contener la propagación del coronavirus. Una economía cerrada desde el mes de marzo, que depende casi totalmente de las importaciones, no puede mantener servicios de alojamiento y alimentación, aunque precarios, para centenares de personas.
Hay fuertes discrepancias entre los ciudadanos sobre la apresurada entrada en la fase tres. Aunque la mayoría coincide en que es necesaria para revitalizar el comercio, algunos aspectos de la “nueva normalidad”, tales como el regreso de los niños a la escuela y la reapertura de playas y centros nocturnos son discutibles.
«No tienen que abrir todavía, hay mucha gente con los nasobucos (tapabocas) abajo y hay muchos niños. Y va a seguir la pandemia todavía no tenían que haberlo abierto esto», dijo una mujer con su bebé en brazos.
«Estoy de acuerdo en que la gente tengo otra forma de vivir, porque no es fácil vivir como vivimos y además trancados», agregó una habanera.
«Esto es un país subdesarrollado con la economía por el piso, si los países europeos ya quieren abrir. Imagínate nosotros», dijo un capitalino.
«A mí transporte y eso es lo que más me interesa, pero para mí las playas están perdonadas. Con eso sí que no estoy de acuerdo», agregó un trabajador de la capital.