Nicaragua está sacudida, como buena parte de Latinoamérica. Su presidente, Daniel Ortega, similar a lo que sucede en Venezuela con Nicolás Maduro, no está dispuesto a ceder el poder en las próximas elecciones convocadas para el 7 de noviembre y, por ello, se agarra a cualquier excusa para inhabilitar a cuanto candidato opositor aparezca.
“Continuaremos resistiendo. Estamos en acción de desafío a la dictadura”, indicó Juan Sebastián Chamorro, uno de los aspirantes a la presidencia de la República. Tiene 50 años de edad. Es economista. Sobrino de Violeta Barrios de Chamorro, que gobernó Nicaragua entre 1990 y 1997, participó en los diálogos de 2018 como líder de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.
“Estamos tratando de abrir canales de comunicación, de arreglo, frente a una dictadura que ha arremetido más fuerte con una reforma electoral, militarizó la campaña, mandó a nombrar personas de su confianza en el Consejo Supremo Electoral y, en las últimas tres semanas, eliminó además la casilla electoral de la Coalición Nacional y detuvo a varios precandidatos”, señaló.
“La oposición nicaragüense ha estado en un proceso de búsqueda de unidad que ha sido bastante dificultosa”, agregó.
En Nicaragua buena parte de la oposición se agrupa en torno a dos grandes plataformas: la Coalición Nacional, que participaría con la tarjeta del Partido Restauración Democrática, suspendido por el Consejo Supremo Electoral, y la Alianza Cívica Ciudadana, que lo hace con la casilla de Ciudadanos por la Libertad.
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Represión en Nicaragua
Juan Sebastián Chamorro estuvo retenido por los cuerpos de seguridad en su casa hasta principios de la semana, aunque no tiene ningún proceso judicial en su contra. Se le ha permitido salir en los últimos días, a pesar de que la policía sigue muy de cerca sus pasos. Junto a Cristiana Chamorro, su prima, también precandidata, detenida por el régimen el pasado 2 de junio; Félix Maradiaga, arrestado el martes 8 de junio; y Medardo Mairena, líder campesino, aglutina las simpatías del electorado, según las encuestas.
El otro precandidato preso es Arturo Cruz, detenido en el aeropuerto de Managua cuando regresaba de Estados Unidos.
“Ortega ha levantado el nivel de represión, no digamos en términos de brutalidad, pero sí de intensidad a liderazgos políticos”, señaló Juan Sebastián Chamorro a El Nacional vía Zoom desde su residencia en Managua. La entrevista fue interrumpida en varias ocasiones debido a la crítica situación que se vive en Nicaragua. Su casa está fuertemente custodiada por policías de Ortega.
–¿Participar en elecciones es la vía ante un régimen como el de Ortega?
–La respuesta es compleja. Y los venezolanos entienden que es una situación muy particular. Yo, en este momento, soy de la idea de que hay que participar mientras no me presenten una estrategia mejor para desenmascarar el intento de fraude de la dictadura. Yo les he dicho a los compañeros precandidatos que, en caso de que me inhiban, ellos deberán continuar. Esto es una lucha por los votos, por la democracia, sabiendo que las cosas son espantosas. Para Ortega la situación más cómoda es que no participemos.
–¿Participar en las elecciones es un acto de protesta?
–Tenemos que ir como un acto de desafío a esta dictadura. No tenemos un mensaje iluso ni inocente, mucho menos para oxigenar a la dictadura. Mientras sigamos en la lucha Ortega seguirá exponiendo y cometiendo errores que le pasarán la factura después.
Oposición unida
–¿Es viable que la oposición en Nicaragua se una en torno a una misma estrategia?
–Irónicamente Ortega ha ayudado mucho. El mismo hecho que los precandidatos manifestaran su intención de registrarse le movió el tablero a Ortega. Eso funcionó. No es que la unidad sea plena, pero sí se ha mandado un mensaje de esperanza.
–¿Entonces es más que una posibilidad que haya una candidatura?
–Ya prácticamente solo existe una opción: Ciudadanos por la libertad, que está legalizada. Como esa es la única opción, Ortega lo que hace es cortarles la cabeza a los precandidatos.
–¿Y el pueblo?
–Está con mucho miedo. Nicaragua está muy militarizada. En cada pueblo, en cada distrito, en cada ciudad, se conoce cuáles son los líderes opositores, y siempre aparece un motorizado, un paramilitar, como en Venezuela, el mismo modelo. O lo mantiene vigilado una patrulla de policía, como en mi caso, que ha estado frente a mi casa durante ocho meses.
–¿La gente está harta?
–Está cansada. Esto en cualquier momento revienta.
–¿Puede repetirse un escenario como el de hace tres años?
–Hace tres años, el 30 de mayo, Ortega arremetió contra una marcha a plena luz por el Día de las Madres. Mataron a 18 personas esa vez, con centenares de lesionados. Eso hizo que mucha gente se asustara. Las protestas no terminaron allí, pero nunca fueron lo mismo.
La bota militar
–¿Cómo se mantiene Ortega en el poder?
–Es con la bota militar que Ortega somete a la población. Ganas de salir no faltan. No es que la gente se ha resignado, pero sabe de la brutalidad de este régimen. Es compleja la situación. Con dictadores como Ortega es muy difícil movilizar a la gente.
–¿Hay similitudes con el caso venezolano?
–Es el mismo guion de Venezuela y Cuba. Es increíble como repiten el mismo modelo de represión. Aquí en Nicaragua es exagerado el despliegue militar y policial. Le tiene terror a las movilizaciones. Aquí lo que vemos es un interés de aplacar lo más posible a la población para que los comicios sean lo más controlados posibles.