Ni la gripe española (1918-1920) ni la guerra civil (1936-1939) impidieron festejar la Nochevieja en la famosa Puerta del Sol de Madrid, una costumbre centenaria prohibida este año por vez primera debido a la pandemia.
Como es costumbre, el país recibe el Año Nuevo con las campanadas de mediachoche del reloj de la céntrica plaza madrileña, siempre abarrotada de un público entusiasta en estas ocasiones.
Sin embargo, este año la Puerta del Sol estará completamente vacía, algo insólito desde que hace más de un siglo comenzó la tradición de comer allí las doce uvas de la suerte, una por campanada.
España se acerca a 1,9 millones de contagiados y a 50.500 fallecidos desde que comenzó la pandemia del coronavirus, según los registros oficiales, con una tendencia de la incidencia al alza, así que las autoridades sanitarias han restringido la movilidad, las reuniones y las relaciones sociales durante el periodo navideño.
Celebración ininterrumpida hasta ahora
Comer uvas en Nochevieja fue una costumbre importada de Europa que ya estaba de moda en los salones madrileños de 1893 -aunque se solían comer tres uvas-, y, poco a poco, se extendió entre las clases populares hasta que, en 1901, nutridos grupos de madrileños festejaron el fin de año de esa forma en la Puerta del Sol.
La pandemia de la gripe española en 1918 no impidió la celebración. Ni tampoco el huracán y la lluvia torrencial del 31 de diciembre de 1930, relata el historiador José Miguel Muñoz de la Nava Chacón, del Museo de Historia de Madrid.
En los años veinte, las campanadas comienzan a retransmitirse por la radio desde la Puerta del Sol y las reuniones en la plaza de la capital se convierten, con el paso de los años, en masivas. Y no es sino hasta 1962 cuando se puede seguir la celebración por televisión.
El comienzo de la guerra civil tampoco evitó que muchos madrileños acudiesen a la Puerta del Sol a tomar las uvas, aunque en la Nochevieja de 1936 la celebración fue distinta a todas las anteriores.
Además de que el reloj estaba deteriorado por el estallido de una bomba durante el otoño anterior, las tropas rebeldes asentadas en la Casa de Campo (en las afueras de la capital) lanzaron doce proyectiles sobre la Puerta del Sol cuando sonaban las campanadas.
Con todo, y pese al riesgo que suponía la concentración de personas, durante el resto de la contienda, hubo madrileños que continuaron celebrando la tradición en el mismo lugar.
Sin embargo, no habrá ni madrileños ni foráneos este 2020, en el que la restricciones sanitarias obligarán a comer las uvas en casa por la prohibición de las autoridades de la región de Madrid de festejar las campanadas en la calle.
Seguridad reforzada
Para cerciorarse de que no acuda nadie a la Puerta del Sol con motivo del fin de año, la policía municipal establecerá un doble perímetro de control y vaciará de gente la plaza antes de las 10:00 de la noche de este este miércoles, para evitar las celebraciones previas, y del jueves, día de Nochevieja.
Los agentes también prestarán especial atención a las fiestas en viviendas -donde continúa la limitación de reuniones a 6 personas– y en los locales, este año prohibidas. Además, regirá un toque de queda nocturno de 1:30 am a 6:00 am.
Esta Nochevieja será atípica en Madrid también por el cierre de discotecas, bares de copas y salas de fiestas. La asociación Noche Madrid calcula 55 millones de euros de pérdidas (67 millones de dólares) por tal motivo.
Apenas 500 locales de ocio de la región de más de 2.500 abrirán por la tarde el último día del año, lo que supondrá un descenso considerable en la clientela (de 1.200.000 madrileños y turistas a alrededor de 100.000 personas).
«Somos el sector al que nos ha partido un rayo porque éramos los que celebrábamos la Nochevieja», lamenta Vicente Pizcueta, portavoz de la asociación.
Otro clásico de las calles madrileñas en Nochevieja es la carrera popular de atletismo San Silvestre Vallecana, que este año tampoco podrá correrse.