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Netanyahu empieza a moverse para formar gobierno y Gantz le cierra la puerta

Por EFE
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Comienza la cuenta atrás para el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, que ayer recibió el encargo de formar el próximo gobierno en un escenario en el que será muy difícil desbloquear la situación y evitar unas terceras elecciones.

Según los analistas, las posibilidades de que lo logre son ínfimas. También podría serlo su interés en conseguirlo, con un reparto de escaños y un calendario para enfrentarse a los casos de corrupción.

El hecho de que al día siguiente de los comicios del pasado 17 de septiembre, Netanyahu se atase las manos, amarrando su destino al de sus socios tradicionales y dejando apenas lugar a un pacto de gobierno de unidad, hace pensar que su deseo de tener éxito puede ser menor del que expresa.

«Amir Peretz , salva el país»

El periodista Moran Azulay aseguraba en el diario Yediot Aharont que inmediatamente después de que Netanyahu recibió el encargo del presidente del Estado de Israel, Reuvén Rivlin, altos cargos de su partido, el derechista Likud, empezaron a presionar a miembros del Partido Laborista.

Esto, para convencerles de que este abandone el bloque de centro, izquierda y árabes y se una al de derecha, ultraderecha y ultraortodoxos que encabeza el primer ministro.

Indicaría que Netanyahu mantiene aún las esperanzas de lograr un gobierno con sus socios tradicionales, más algún apoyo externo que sustituya al que tenía del partido derechista y laico, Israel es Nuestra Casa, de Avigdor Lieberman.

En vez de tener que pactar un Ejecutivo conjunto con la coalición centrista Azul y Blanco, que encabeza Benny Gantz y que fue la formación más votada en los comicios.

«Amir Peretz, salva el país», se leía en carteles colgados anoche en la localidad de Ramat Gan, vecina a Tel Aviv.

Peretz ha reiterado públicamente su rechazo a apoyar un gobierno de Netanyahu. Lo que prácticamente cierra las puertas a una reedición de una coalición de gobierno conservadora.

Desde el Likud, se tira la pelota al otro campo y se acusa a Azul y Blanco de estar buscando una nueva repetición de las elecciones.

De realizarse, serían las terceras tras las celebradas el 17 de septiembre y el pasado 9 de abril.

«En estos momentos, la opción de las terceras elecciones es la más probable», reconocía esta mañana el ministro de Turismo, Yariv Levin, del equipo negociador del Likud.

Cerrada la opción de una coalición de derechas y religiosa, a Bibi le queda solo convencer a Gantz para conformar lo que sugiere Rivlin.

«Estamos a favor de la unidad»

Gantz reiteró hoy su apoyo a la unidad, pero también aseguró que su partido «busca la integridad pública, busca luchar contra la corrupción».

Alegó: «Por eso no puede sentarse bajo un primer ministro que se enfrenta a acusaciones». Sugirió que se debe negociar con el Likud, sobre la base de principios y posiciones, no sobre el reparto de cargos.

«Estamos a favor de la unidad pero, ocurra lo que ocurra, no estaremos en un gobierno con Netanyahu, que es sospechoso de delitos», añadió Yair Lapid, segundo de Azul y Blanco.

Cargos de corrupción

El próximo 2 de octubre Netanyahu se enfrentará a la vista con el fiscal general del Estado previa a su acusación formal por tres cargos de corrupción en tres casos distintos.

Es posible que no se presente y que sea representado por su abogado.

No obstante, Netanyahu no lo ha aclarado, pero ha pedido que esta sea transmitida en directo para que «el público lo escuche todo» ya que él «no tiene nada que ocultar».

La vista puede prolongarse durante varios días y después habría que esperar la respuesta oficial de la Fiscalía, que deberá decidir si finalmente le acusa o no.

El proceso se desarrollará en paralelo al intento de Netanyahu de montar un gobierno y, en este sentido, los analistas estiman que podría no hacer uso de los 28 días que le concede la ley y la prórroga de otros 14 días contemplada si lo necesita.

Tratará, calculan, de reconocer su fracaso y dar paso al intento de Gantz, que sin el apoyo del Likud naufragaría en el intento, abocándose probablemente a una nueva cita con las urnas.

Hay otra opción si ambos fracasan: Rivlin puede pasar la pelota al Parlamento para que esta encuentre un candidato que logre el apoyo de 61 parlamentarios.

Es una tarea para la que tendría un plazo de 21 días, tras los cuales no quedaría más remedio que ir montando de nuevo unas urnas.

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