El gobierno de Estados Unidos negó cualquier responsabilidad en la muerte bajo su custodia de una niña guatemalteca de siete años que sufría deshidratación y que había cruzado con su padre ilegalmente en la frontera desde México.
La Casa Blanca describió lo sucedido como una «situación trágica» y «horrenda», pero evitó asumir cualquier responsabilidad y, de hecho, aprovechó para instar a la oposición demócrata en el Congreso a aprobar las leyes que ha pedido Trump para «desincentivar» la llegada irregular de inmigrantes.
«Si pudiéramos unirnos y aprobar algunas leyes de sentido común que desincentiven a la gente que llega de la frontera y les anime a hacerlo de la manera correcta, la manera legal, entonces ese tipo de muertes, ese tipo de asaltos, ese tipo de violaciones, el contrabando de menores, el tráfico de seres humanos, todo eso acabaría», reza el comunicado.
A pesar de las explicaciones de EE UU, todavía hay muchas preguntas sobre las más de siete horas que pasaron desde que la niña fue detenida hasta que comenzó a sufrir síntomas.
Los funcionarios de la CBP y el Departamento de Seguridad Nacional insistieron en que había acceso a agua en el lugar donde la menor estuvo detenida, pero no pudieron precisar si la niña efectivamente bebió.
Además, aseguraron que la niña recibió la atención «adecuada», pese a que solo cuatro agentes de la CBP estaban a cargo de 163 migrantes, entre los que había 50 menores que viajaban solos sin adultos y que recibieron una atención prioritaria por esa circunstancia.