La Nobel de la Paz iraní Narges Mohammadi, encarcelada desde 2021 en Teherán, reclamó el lunes «una presión sistemática y global» contra Irán ante el endurecimiento de la «represión», denunciada ante la ONU por decenas de países y ONG.
«Me dirijo a ustedes con gran preocupación», afirmó Mohammadi en su declaración, leída por la ONG Ensemble contra la Peine de Mort (Juntos contra la Pena de Muerte) durante la sesión sobre Irán en el Consejo de Derechos Humanos (CDH).
Varios países denunciaron el calado de las violaciones de los derechos humanos en Irán, sobre todo el aumento de condenas a muerte y ejecuciones.
Un pequeño grupo de naciones, entre ellas Rusia, China, Cuba y Venezuela, mostró su apoyo a la República Islámica.
«Con la reciente oleada de protestas y movimientos a favor de la vida y la libertad de las mujeres, la represión se intensificó», escribió Mohammadi, instando a la ONU y a las organizaciones de defensa de los derechos humanos a «ejercer una presión sistemática y global» sobre Irán.
Narges Mohammadi, en prisión desde noviembre de 2021, fue reiteradamente condenada y encarcelada en los últimos 25 años por su compromiso contra el velo obligatorio para las mujeres y la pena de muerte.
«Estoy muy preocupado por las ejecuciones en curso y el aumento de las condenas a la pena de muerte […]. Al menos 834 personas fueron ejecutadas en 2023, es decir un aumento de 43% en comparación a 2022», dijo el relator especial Javaid Rehman, en el inicio de las sesiones sobre Irán.
El embajador francés ante la institución, Jérôme Bonnafont, precisó que «16 de las 24 mujeres ejecutadas en el mundo en 2022 lo fueron en Irán y al menos 22 mujeres fueron ejecutadas en Irán en 2023, el número más elevado desde 2013».
Además de denunciar actos de tortura y violencia sexual para forzar confesiones, la embajadora estadounidense, Michèle Taylor, señaló el maltrato a las voces críticas en la República Islámica.
Irán «sigue intimidando, maltratando y encarcelando a activistas de los derechos humanos, periodistas, abogados, miembros de las minorías religiosas, personalidades culturales y disidentes políticos», dijo, coincidiendo con otras delegaciones, como la de la Unión Europea, el Reino Unido y Argentina.
Antes estas duras críticas, la representante iraní, Somayeh Karimdoost, se dijo «profundamente preocupada por el lenguaje incendiario y provocador» utilizado por la delegación estadounidense.
En su discurso de respuesta a la intervención del relator especial, Karimdoost afirmó que su «informe no era ni factual, ni profesional y aún menos justo y equilibrado».