A miles de kilómetros del Delta del Orinoco decenas de mujeres de la etnia warao mantienen vivas sus tradiciones en Brasil. Allí llegaron luego de huir de la crisis de Venezuela. Hoy sobreviven gracias a la fibra de buriti, el árbol de la vida de este pueblo indígena.
Erminia Núñez de Mariano dejó atrás su hogar en Delta Amacuro, en busca de nuevas oportunidades en Pacaraima, municipio que constituye el paso fronterizo entre Venezuela y Brasil.
“Vine porque nosotros, los warao, sufrimos de todo; de verdad, pasamos miseria. Por eso buscamos solución para mejorar la vida de los niños y la mía”, expresó.
Erminia, quien llegó a Brasil junto con su familia, es una de las decenas de mujeres que se gana la vida en el estado de Roraima gracias a las tradiciones ancestrales de los warao, principalmente con la confección de objetos artesanales con fibra de buriti, un material que se obtiene de un árbol originario de la Amazonía, pero presente en otras regiones del país.
La muestra
Precisamente a través de su arte ancestral, la sensibilidad de los indígenas warao llegó este mes de noviembre a São Paulo con la exposición “Ojidu – Árbol de la Vida Warao”, un proyecto que cuenta con el apoyo de Acnur y el gobierno federal, entre otros.
Centenares de objetos de fibra de buriti, desde cestas a jarrones, pasando por sombreros y bolsos, integran esta muestra realizada en el museo A Casa que busca promover la autosuficiencia de los warao, que constituyen una parte importante del creciente éxodo venezolano en Brasil.
Los warao, la segunda mayor población indígena de Venezuela, habitan en el Delta del Orinoco desde hace al menos 8.000 años, pero en las últimas décadas se han visto obligados a dejar sus tierras debido a que el desvío de los ríos los dejó sin alimentos.
Las Naciones Unidas apuntan que casi 4,5 millones de venezolanos ya dejaron su país. En concreto, se calcula que aproximadamente 4.500 son waraos que están en sectores brasileños como Pacaraima, Boa Vista y Manaos.