La ciudad de Minneapolis, en el norte de Estados Unidos, anunció este viernes que ha aprobado un plan para reformar la policía, casi tres años después de que el afroaestadounidense George Floyd muriera asfixiado por la presión de la rodilla de un agente blanco.
La muerte de Floyd, cuyo calvario grabó un transeúnte, provocó manifestaciones en todo el país y en el mundo bajo el lema «Black Lives Matter» (Las vidas de los negros importan).
La policía de este municipio recibió duras críticas por sus métodos y una investigación concluyó el año pasado que el drama se produjo dentro de un contexto de «discriminación racial» generalizada dentro de las fuerzas de seguridad de Minneapolis.
«Hoy, confrontamos nuestro pasado y avanzamos con una hoja de ruta para un cambio significativo en nuestra ciudad», afirmó el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, en un comunicado.
«Nuestro objetivo primordial será construir un enfoque mejor y más justo para la vigilancia y la seguridad comunitaria en Minneapolis», añadió.
El acuerdo entrará en vigor en cuanto un tribunal lo haya ratificado.
El texto de más de 140 páginas establece que la policía ya no para vehículos por ciertas infracciones menores (utilizadas en el pasado como pretexto) y que solo se usa la fuerza si es «necesario» y de manera «proporcional a la amenaza percibida».
Además las pistolas inmovilizantes de descargas eléctricas tipo Taser solo deben usarse si la policía tiene una razón para realizar un arresto y si es necesario para «proteger al oficial, al individuo o a un tercero».