Una posible victoria del izquierdista Pedro Castillo ha desatado el miedo entre vecinos del distrito de Miraflores, uno de los varios sectores turísticos y de clase media alta en Lima, donde ruegan que Keiko Fujimori pueda revertir la tendencia en el lento escrutinio del balotaje presidencial en Perú.
«Me preocupa que Castillo esté en la cabeza. No me preocupa el tiempo que pase para que se conozca al ganador. Si es que Keiko va a ganar, soy feliz», dice a la AFP Sergio Arriátegui frente al parque de Miraflores, en el sur de la capital peruana.
«No somos keikistas, pero somos gente que queremos nuestro país, y con Keiko, quieras o no quieras, no vamos a retroceder, no vamos a cambiar el sistema económico», agrega este actor de 53 años de edad.
Cuatro días después del reñido balotaje, los peruanos siguen sin saber quién será el mandatario que asumirá el reto de sacarlos de las convulsiones políticas, que llevaron a Perú a tener tres presidentes en cinco días de noviembre de 2020.
Ha sido en Lima donde Fujimori ha tenido su mayor apoyo en votos, según el recuento oficial.
A algunos vecinos de Miraflores la larga espera no los inquieta, sino que se termine imponiendo Castillo, un maestro de escuela rural de Cajamarca (norte) que promete cambios.
«Miedo no tengo, temor por el país sí, por la gente, las familias. Miles de miles de familias se han esforzado para tener algo y entonces tienen temor a perderlo», dice a la AFP el periodista Hugo Chauca, de 77 años, mientras toma un café con un amigo en el Café Haití de Miraflores.
«Estamos con miedo»
Miraflores es un distrito de clase media de 150.000 habitantes lleno de hoteles, restaurantes, casinos y casas de cambio. Antes de la pandemia solía ser muy visitado por turistas que ahora han desaparecido, mientras los locales funcionan con aforos limitados.
Tiene cinco kilómetros de malecones de cara al océano Pacífico y parece una fortaleza vista desde el mar debido a que se levanta sobre unos acantilados de 80 metros de altura.
La historia está presente en sus 10 kilómetros cuadrados de superficie, como lo atestigua un cementerio preincaico y un campo de una batalla de la guerra del Pacífico, que enfrentó a Perú y Bolivia contra Chile en 1879-1883.
El premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa ambientó sus primeros relatos y novelas en Miraflores, donde vivió cuando se casó con su tía Julia Urquidi hace más de seis décadas. Ahora el escritor vive en España, desde donde apoyó activamente a Fujimori.
El balotaje del domingo dejó en evidencia no solo la división política en el país, sino también la brecha entre Lima y el «Perú profundo» -las provincias andinas- relegado por siglos y muy golpeado por la recesión económica causada por la pandemia.
«Todos dicen no, que no gane Castillo, no quieren que gane él. Pero el problema es que en provincia él ha ganado, él ha arrasado allá», indica Ángel Torres mientras camina por la avenida José Pardo.
«Yo trabajo en una empresa privada y me ha dicho mi jefe: ‘Entra este hombre y cerramos acá’. ¿Se da cuenta? Estamos con miedo», indicó.
«Ninguna postura»
Partidarios de ambos candidatos se han manifestado en las calles, pero a pesar de la alta tensión las actividades laborales y comerciales se desarrollan normalmente.
«Yo no estoy de acuerdo con ninguna de las dos posturas, fuera de que me da mucho miedo el comunismo, también sé que el partido de Keiko sería básicamente como entrar en lo que es un narcoestado», dice a la AFP el chef Alonso Almeida, de 29 años.
«Entonces el Perú está dividido entre la opción del comunismo y probablemente salir del país o vivir en un narcoestado», añade en la avenida Diagonal.
Los pedidos de Fujimori de anular y revisar miles de votos, además denunciar «indicios de fraude», demoran el desenlace del recuento. Mientras, se suma contra ella un pedido de prisión preventiva de la Fiscalía por infringir supuestamente las reglas de su libertad condicional.
Castillo la aventaja con 70.000 votos, pero aún el final parece abierto.