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Metanfetaminas, fentanilo y éxtasis: las drogas sintéticas toman fuerza en Latinoamérica, revela InSight Crime

por El Nacional El Nacional

Las drogas sintéticas reescriben las normas del tráfico de drogas en Latinoamérica, con nuevos mercados, rutas y sustancias que desafían el tradicional predominio de los narcóticos derivados de plantas, reveló InSight Crime.

Metanfetaminas mexicanas se exportan a granel a la región Asia-Pacífico, se añade fentanilo a los estimulantes en Suramérica y los flujos de éxtasis de Europa hacia el Cono Sur no paran de crecer.

Por otro lado, la ketamina se convierte en mezclador en cócteles de drogas, como el «tusi» y no paran de aparecer nuevas sustancias psicoactivas (NSP) en todo el continente. El resultado es un boyante submercado que está llamando la atención de los gobiernos y los narcotraficantes latinoamericanos.

Drogas sintéticas

Para entender estos problemas, InSight Crime conversó con Martin Raithelhuber, experto en drogas sintéticas y coordinador internacional del programa Global Smart de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (Onudd).

—¿Podría comenzar contándonos un poco sobre el trabajo del programa Global SMART en la región?

—En 2011, el programa Global Smart comenzó actividades para concientizar sobre las drogas sintéticas en Latinoamérica y el Caribe. Comenzamos básicamente con actividades regionales, seminarios, un informe, que se orientó al acopio de información más que al acopio de capacidad en países específicos.

Pero eso ha cambiado con el tiempo. Actualmente, trabajamos con las autoridades para mejorar las capacidades de detección, por ejemplo, con la entrega de dispositivos electrónicos portátiles para la detección de drogas. Ya hemos entregado esos dispositivos a 20 países de la región. Y algo de igual importancia; estamos impartiendo capacitación para ampliar el conocimiento de lo que encontrarán.

Por supuesto, cualquier miembro de la fuerza pública en la región conoce su cocaína, su marihuana, probablemente su heroína, pero muchas veces la cosa llega hasta ahí. No necesariamente saben que la metanfetamina tiene tanto peso en la región ni saben mucho acerca del éxtasis o de píldoras de drogas sintéticas con Nuevas Sustancias Psicoactivas (NSP).

Existe aún menos información cuando nos ocupamos de NSP más específicas: los cannabinoides sintéticos, los estimulantes, las catinonas, sin mencionar los opioides sintéticos, como el fentanilo o el carfentanilo.

Por esa razón, también ofrecemos capacitación a laboratorios forenses. Ofrecemos manuales con métodos sobre cómo analizar las sustancias en el laboratorio. Y más recientemente, hemos hecho mucho énfasis en promover la creación de sistemas de alertas tempranas para drogas sintéticas.

—Hablemos de drogas específicas. Comenzando con la metanfetamina, México, y en mucha menor medida Guatemala, son los focos de manufactura y tráfico en Latinoamérica. ¿Piensa que esto se podría expandir a otros países?

—En Centroamérica, sigue siendo raro hacer grandes decomisos de metanfetaminas. Estos tienden a presentarse en países donde ya hay producción ilícita de metanfetaminas, como en Guatemala. Sin embargo, existe la sospecha de que la producción de metanfetamina se está expandiendo hacia el sur, como hacia Honduras. Esto se fundamenta en informes sobre decomisos de precursores. También es posible que esos precursores se destinaran a México, por lo que es importante aclarar que se trata de una sospecha. Pero al analizar las tendencias globales, sí observamos un movimiento hacia sur para el procesamiento ilícito de metanfetamina.

—En términos de procesamiento ilegal de metanfetaminas en México, ¿cuáles ve como los mayores factores que propician la exportación no solo hacia Norteamérica, sino también hacia Europa y la región Asia-Pacífico?

—Yo obviamente no puedo leer las mentes de los narcotraficantes, pero al analizar las tendencias, vemos que el paso de los procesos a base de pseudoefedrina a los llamados procesos a base de P2P ha permitido a los productores mexicanos de metanfetaminas depender de una gama mucho más amplia de químicos precursores, muchos de los cuales no están sujetos a controles nacionales o internacionales.

Eso puede indicar que los precursores son más fáciles de conseguir y quizás su costo sea menor que antes. Una razón que apoya nuestra hipótesis es que en Estados Unidos ha habido rebajas importantes en los precios de las metanfetaminas en los últimos años, mientras que la pureza sigue siendo muy alta. Quiero decir, muy alta. Creemos que eso indica que los costos de producción han bajado, pero con tanta oferta, suben también los márgenes de ganancia.

Por esa razón, los traficantes tienen pocas opciones. Una es aumentar el consumo, pero siempre hay un límite sobre eso. Otra es ampliar sus mercados geográficos buscando nuevas plazas. Y junto con Norteamérica, las otras grandes regiones de consumo de metanfetaminas son el sureste asiático y Oceanía, principalmente Australia y en menor grado Nueva Zelanda.

Entonces desde una perspectiva de mercadeo, es lógico decir: “Tengo un producto que puedo elaborar a muy bajo costo, mi principal mercado está en cierta forma saturado, entonces ¿qué otros mercados quedan?” Y es claro que esos mercados son el sureste asiático y el Pacífico.

—Mencionó la alta pureza de las metanfetaminas mexicanas. ¿Cómo cree que se compara eso con las metanfetaminas producidas en otros lugares críticos, como Afganistán o el Triángulo Dorado?

—Es difícil comparar. Con las metanfetaminas, hay que considerar dos elementos: en primer lugar, la pureza, y en segundo, la concentración de D-metanfetamina, el isómero deseado más potente, frente a la L-metanfetamina.

La información que tenemos de laboratorios del sureste asiático es que tanto la pureza como la concentración de D-metanfetamina en la metanfetamina producida en el Triángulo Dorado es muy alta. Eso mismo se aplica para las metanfetaminas mexicanas.

Ahora, para las metanfetaminas afganas, debo decir que aún trabajamos sobre la base del análisis de un pequeñísimo número de muestras, pero también es cierto que las muestras fueron de buena calidad.

—Ahora, pasando al éxtasis. ¿Cómo piensa que ha variado el tráfico hacia Latinoamérica en años recientes?

—Quisiera mencionar dos variaciones: una es el tráfico por correo o servicios de mensajería, que es una de las principales rutas del tráfico de MDMA hacia la región, especialmente hacia Centroamérica y el Caribe. No estamos hablando de kilos aquí, solo de un par de tabletas por vez. Más recientemente, en países del Cono Sur, como Uruguay, por ejemplo, se han hecho también decomisos de mayor volumen: cientos de gramos o quizás un kilo o algo así. Eso incluye también la MDMA en cristales, que puede tener una pureza peligrosamente alta. Las píldoras o tabletas siguen siendo mucho más comunes, sin embargo, y estas se trafican en su mayoría desde Europa y se reprocesan o reconvierten localmente en nuevas tabletas para aumentar el rendimiento.

—En mayo y junio, Chile decomisó cerca de 475.000 pastillas de éxtasis de barcos procedentes de puertos neerlandeses y belgas. ¿Cree que esté creciendo ese tipo de megacargamentos de MDMA?

—Definitivamente estoy de acuerdo en que esas grandes cantidades son poco comunes en Suramérica. En el pasado era muy raro tener más de dos mil píldoras. ¿Veremos esto más a menudo? Eso depende en parte de la capacidad de absorción de los mercados de Suramérica. Me refiero a que el éxtasis por lo general es consumido por un sector específico de la población. Eso limita en cierto modo las oportunidades de expansión del mercado. Lo que sin duda es cierto es que la elaboración de MDMA en Europa es a gran escala y puede producir en masa grandes cantidades de MDMA de muy alta calidad. Y esa es otra evolución clave en el mercado de drogas sintéticas en Latinoamérica. Los delincuentes neerlandeses han hallado formas de producir grandes cantidades de MDMA y están en busca de nuevos mercados.

—¿Se ha detectado procesamiento doméstico de MDMA en Latinoamérica y qué factores podrían fomentar o limitar su expansión?

—En 2020, denunciamos el surgimiento de síntesis local en el sur de Brasil, donde varios laboratorios que sintetizaban éxtasis fueron desmantelados por la policía. Aunque probablemente no era MDMA, sí era MDA. No tengo información sobre otros reportes de síntesis de sustancias como el éxtasis en toda la región, pero los laboratorios de éxtasis que reconvierten o diluyen drogas importadas siguen siendo comunes. En cuanto a las oportunidades de expansión, dada la gran escala de la elaboración de MDMA en Europa que se está enviando a otros lugares, pienso que puede ser bastante difícil montar instalaciones domésticas de síntesis que sean viables desde un punto de vista económico.

—Y hablando de los opioides. En febrero de 2022, una serie de dosis de cocaína mezclados con carfentanilo dejaron varias docenas de muertos en Argentina. En su opinión, ¿estos episodios de contaminación se harán cada vez más comunes?

—No es fácil saberlo. Pienso que puede haber un subregistro en Latinoamérica, en el que ya se están cortando cocaína, heroína y otras drogas con fentanilo u otros opiáceos sintéticos, pero como nadie llega a un hospital nunca se detecta la droga. Pienso que el episodio de Argentina nos habla de la necesidad de prestar mayor atención a esto y probar mejor las drogas comunes que circulan en la región, como la cocaína. La crisis de los opioides en Estados Unidos se dio por una combinación de factores muy específicos, algunos de los cuales también existían en menor grado en Canadá. Pienso que muchos de esos factores están ausentes en Latinoamérica, por lo que no espero que llegue a suceder lo mismo aquí. El mayor factor promotor en Latinoamérica —también observable en Estados Unidos— es la gran facilidad de adquirir medicinas muy potentes sin prescripción. Dicho esto, la prevalencia general de opioides en Latinoamérica es en extremo baja, por el simple hecho de que no hay un uso muy generalizado de opioides no médicos entre la población.

—Y sobre la ketamina. Parece haber habido un incremento de los decomisos en ciertos países, como Chile y Costa Rica. ¿Cree que la ketamina podría llegar a ser tan popular en Latinoamérica como lo es en algunos lugares del sureste asiático y Europa?

—Creo que la ketamina que se vende por sí misma no es especialmente popular en Latinoamérica. Hay más casos en los que se vende ketamina bajo el nombre del conocido cóctel de drogas «tusi«, también llamado «tucibi» o «2C-B». Esto último obviamente se refiere a una sustancia completamente distinta, pero eso no importa. Es la marca lo que cuenta y al usar el nombre comercial, están distribuyendo ketamina mezclada con otras sustancias. Lo más interesante es que los decomisos de varios kilos de tusi se han hecho en Europa, especialmente en España pero también en el Reino Unido y más recientemente en Austria. Esto es muy inusual para Europa, pero esos casos han aumentado en los últimos meses.

—Terminemos con las NSP. El Informe Global sobre Drogas de 2022 afirma que Suramérica tiene una proporción relativamente alta de NSP alucinógenas. ¿Puede contarnos un poco más sobre eso?

—El número total de NSP en Suramérica está muy por debajo del de Europa o Estados Unidos, pero la proporción de NSP alucinógenas es mayor que en los otros dos. Es una peculiaridad muy consistente en la región, y la observamos por lo menos desde 2013. Las NSP con alucinógenos derivados de plantas tienden a cultivarse localmente: por ejemplo, la Brugmansia o Trompeta de Ángel (que contiene escopolamina) o el brebaje de Ayahuasca. Muchos de los alucinógenos sintéticos en las NSP se crearon originalmente en Asia, en particular en China. Pero, de los que llegan a Latinoamérica, gran parte de la personalización, el empaquetado y el transbordo parecen ocurrir en Europa, en particular en España.