Me propuse escribir una crónica del lunes más intenso de nuestro milenio republicano y conversé con varios actores secundarios que me pidieron no citarlos, que no vieron todo pues estaban en la sala contigua cuando la historia se decidía en el gran salón y viceversa. Antes de cerrar, le envié un mensaje por Whatsapp a Mercedes Aráoz, que había estado esquiva a las llamadas, y decidió dar, espontáneamente por el chat y autorizándome a citarla, su versión de lo que en el mismo discurso de encargatura llamó, “una de las decisiones más difíciles de mi vida”.
La conversación virtual con Araoz comenzó cuando le pedí que me confirme un sorprendente detalle que me contaron congresistas de distintas bancadas.
Resulta que un funcionario del Congreso fue a comprar una banda presidencial y le pidieron a la atribulada vicepresidenta, que ya había aceptado el encargo, que la llevara puesta durante la ceremonia de su asunción.
Reproduzco su testimonio, sin edición. Para respetar su espontaneidad, señalaré la pausa entre cada mensaje del chat:
“Me negué a la banda y no quería juramentar, porque era solo una encargatura” (pausa).
“Y les dije que no iba a firmar ningún documento, no iba a llamar a las FFAA, ni armar gabinete en la sombra ni nada por el estilo. Solo era un acto político”.
Pregunta: Entiendo, ¿y se puede saber quiénes y de qué bancadas te pidieron o sugirieron esos pasos?
“Todos los voceros presentes, de un Congreso vigente, me pidieron asumir la encargatura, dada la decisión de suspender al señor Vizcarra por infracción constitucional”. (pausa)
“Mis asesores me ayudaron para la prudencia del caso”.
Pregunta: ¿Puedo citarte?
“En la efervescencia del momento surgió la cruz y la biblia”.
No lo tenía esperaba
Pregunta: ¿Eso no lo tenías previsto?
“No, todo fue confuso”. (pausa)
“Eso reconozco que fue un error. Yo sí asumí la encargatura y era válido dada la suspensión. Lo otro era accesorio e innecesario, era un gesto. Ahora juré como VP [vice presidenta] encargada”. (pausa)
“Ahora que quede claro, juré como VP encargada del cargo ante la suspensión temporal del presidente. No juré como presidenta, y no hice ningún acto jurídico en ningún momento”.
Este testimonio confirma lo que me comentaron varios congresistas: Que la disolución del Congreso generó, en las bancadas de oposición, una unánime pica anti vizcarrista que los llevó a realizar un acto que para algunos, como la propia Aráoz, tuvo más de gesto simbólico; para otros, como sugiere su testimonio, podía albergar intenciones de mayor calibre, pidiendo la intervención militar. El detalle de la banda, a la que se negó Mercedes, revela la pretensión de usar un símbolo patrio más allá de los límites de una ceremonia. En realidad, aún sin la blanquirroja, el solo hecho de juramentar provocó una percepción de anarquía que nos tuvo en vilo por unas horas.
No tenía futuro
Hay un antecedente, que aunque Mercedes Aráoz no me lo ha contado en el chat, si me lo refirieron otros congresistas que conversaron con ella el lunes. Es indispensable para comprender, más allá de la ambición y la persuasión de los voceros, por qué se prestó para un acto que, visto con frialdad, no podía tener futuro positivo para su protagonista.
Resulta que el presidente Martín Vizcarra, en la noche del domingo, contó en Cuarto poder que Aráoz le dijo, cuando conversó con él el lunes anterior, que si él dejaba el poder ella no renunciaría y estaba dispuesta a sucederlo.
Aráoz enfureció y a los pocos minutos tuiteó: “El presidente @MartínVizcarraC no es exacto cuando revela nuestra conversación privada. Su renuncia me obligaría a asumir el cargo que ocupa, como lo hizo él con el presidente PPK y como manda la Constitución. Si hubiera una vacancia sin motivo sustentado no apoyaría esa moción”.
El lunes temprano, antes de votar alineada con la oposición, por el candidato Gonzalo Ortiz de Zevallos, era visible su ofuscación por la infidencia presidencial. Me lo confirmaron algunos colegas suyos. Por lo tanto, no es difícil adivinar que algunos voceros que la instaron a dar el paso decisivo hacia la cruz y la biblia, tuvieron presente su predisposición emocional. Mercedes Aráoz ha perdido su despacho en el Congreso, pues no es parte de la comisión permanente, y ha decidido renunciar a su despacho palaciego de vicepresidenta. Su polémica encargatura presidencial dada por un Congreso ahora disuelto, duró exactamente 24 horas con 11 minutos entre las 9:15 pm del lunes 30 de setiembre y las 9:26 pm del martes primero de octubre.