Más de 5.000 personas están confinadas en el municipio colombiano de Nóvita, en el selvático departamento del Chocó (oeste), debido a los enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Clan del Golfo, la principal banda criminal del país.
Así lo informó la Defensoría del Pueblo, que hizo un «llamado a entidades nacionales y departamentales para que atiendan la situación de confinamiento en la que están unos 5.000 habitantes del casco urbano de Nóvita, Chocó, y cerca de 600 personas que hace una semana decidieron abandonar sus viviendas».
El organismo detalló que esto ocurre en medio de un «paro armado» que realiza el ELN en la región.
Este hecho ha impedido la movilización de caravanas que llevan asistencia humanitaria a las personas desplazadas y a los habitantes de Nóvita, que en muchos casos han acogido en sus viviendas de forma temporal a los desplazados que tuvieron que dejar atrás sus hogares.
Ante esta situación la Defensoría trabaja en coordinación con otras instituciones para la apertura de un corredor humanitario que permita asistir a una población que se encuentra aislada al no poder contar con tránsito fluvial ni terrestre.
El aislamiento de los ciudadanos se ha visto agravado por la caída de un puente en el municipio Río Iró, que es clave para el acceso de las caravanas y cuyas labores de reparación aún no han comenzado tres semanas de su caída.
En un «paro armado» la guerrilla suele restringir el desplazamiento de vehículos por carreteras, la movilidad de las personas e incluso ordena el cierre de comercios. Asimismo, comete agresiones y lanza amenazas contra todo aquel que no cumpla esas normas.
Negociaciones para cese el fuego
Esa situación se da mientras el gobierno y el ELN dialogan en Cuba en un nuevo ciclo de negociaciones de paz que culmina el 8 de junio y tiene como principal objetivo lograr un cese el fuego bilateral.
Los enfrentamientos entre la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional y el Clan del Golfo, también conocido como Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), se han endurecido en un territorio en que el ELN ha perdido influencia en favor de la banda criminal, que está extendiendo su control desde el Caribe y la frontera con Panamá por el Pacífico hacia el sur.
Los enfrentamientos hicieron que unas 300 familias afrocolombianas e indígenas tuvieran que abandonar sus casas tras el anuncio de «paro armado» de la guerrilla el 27 de mayo.
Por ello se han desplazado a las cabeceras municipales de Nóvita e Istmina, después de que el propio ELN les amenazara diciendo que no podían continuar en el territorio por la disputa con los paramilitares.
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