Las 28 muertes violentas en serie que acumula la capital del país, en menos ocho meses, son la evidencia pública de que, a pesar de la baja histórica de las tasas de homicidios, Bogotá es el epicentro de dos encarnizadas guerras entre mafias.
Teusaquillo: tres cuerpos desmembrados; Los Mártires: seis cadáveres; Kennedy: ocho bolsas con restos humanos (incluidos los tres hallados en una carreta); Engativá: tres cuerpos más; Suba: uno; Bosa: dos; Antonio Nariño: uno; autopista Norte: cuatro, con tiros de gracia, metidos en bolsas y en el baúl de una camioneta blindada…
La información reservada que se ha ventilado en los últimos dos consejos de seguridad –con la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, y el presidente Gustavo Petro a bordo– deja al descubierto que detrás de estas muertes hay dos fenómenos que llevaron a los gobiernos local y nacional a tomar medidas urgentes y de fondo.
“Nueve organizaciones criminales de narcotráfico atormentan a Bogotá. De esas 9, tres están en disputa criminal. Esas tres organizaciones son las que están causando los llamados ‘embolsados’», señaló la alcaldesa López, el martes pasado, tras culminar el segundo consejo de seguridad.
Estados Unidos también indaga
Y si bien la alcaldesa López tan solo mencionó a la violenta organización criminal venezolana conocida como el Tren de Aragua, EL TIEMPO tuvo acceso al dosier en el que se revelan los nombres de otras dos estructuras criminales transnacionales.
Sobre estas se asegura que también están usando tácticas macabras en la disputa por el mercado del narcotráfico en Bogotá, lo que llevó al gobierno a crear un grupo élite para intentar frenarlas.
En efecto, 44 oficiales de la Dirección de Inteligencia de la Policía (Dipol), de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) y de la Dirección de Investigación Judicial y Criminal, Interpol (Dijín), se unieron desde esta semana a las pesquisas que ya adelantaban la Policía Metropolitana de Bogotá y la Fiscalía General.
Y este diario estableció que agentes federales de Estados Unidos también rastrean a cabecillas de estas bandas y tienen en su poder audios en los que hablan de sus planes de expansión y afianzamiento en Colombia y en otros países como Chile, Ecuador y Perú.
“El objetivo de estas organizaciones es entrar a controlar el mercado del consumo interno de cocaína en Bogotá y en otros lugares, que va en franco crecimiento. Hay mucha cocaína y el precio sigue bajando, y quieren copar los mercados”, le dijo a EL TIEMPO un oficial de inteligencia.
Según información judicial, además de 25 miembros del ‘Tren de Aragua’, en Bogotá operan una célula mafiosa mexicana vinculada con el cartel de Sinaloa, y una segunda estructura criminal venezolana: ‘los Maracuchos’.
Los del viejo Bronx
Este diario conoció el organigrama de los miembros del Tren de Aragua, con un componente mixto de venezolanos y colombianos.
La sanguinaria banda, al igual que ‘los Maracuchos’ (oriundos del estado Zulia), se quiere quedar con el mercado del narcotráfico enquistado en los barrios María Paz, El Amparo, Kennedy y la llamada puerta 6 de Corabastos, que nutren a los clientes que viven en zonas del norte de Bogotá.
‘Los Maracuchos’ llegaron hace tres años a la capital, desde Cúcuta, en donde se dedicaban a la extorsión, el homicidio, el microtráfico y el hurto. Su cabecilla, Ósmer José Pineda, alias Maracucho, fue capturado en 2019, en Lima.
Desde entonces, varios de sus lugartenientes permanecen en Bogotá.
“Los venezolanos buscan quitarles el mercado a los capos del viejo Bronx de Bogotá que se reagruparon en la banda ‘los Chontaduros’. Para trazar fronteras invisibles se mandan mensajes con los descuartizados”, le dijo a EL TIEMPO una fuente de la Policía.
Y la alcaldesa López agregó que “a falta de control y fortaleza, actúan con sevicia para infundir temor”. Además, fue enfática en que ninguno de esos grupos criminales tiene el control en alguna zona de Bogotá.
Sobre la sevicia de la que habla la alcaldesa, además de las casas halladas en Patio Bonito y Los Mártires, donde habrían torturado y asesinado a personas, este jueves se allanó otra más, ubicada en la calle 65 con avenida Caracas.
En este mapa criminal clasifica Erick Alberto Parra Mendoza, alias Yeico Masacre, el exmilitar venezolano que se apoderó de la banda criminal de ‘los Meleán’, sus coterráneos.
Y aquí vuelve a aparecer Estados Unidos. Este diario supo que uno de los miembros de los Meleán ofreció información sobre ‘Yeico Masacre’ a cambio de quedarse en ese país.
Pero su récord criminal era tan violento que no le aceptaron la colaboración, aunque a agencias federales también les preocupa la expansión de la mafia venezolana, maridada con cocaína colombiana.
En esta guerra por el control del narcotráfico también participan bandas locales como ‘los Obispos’, ‘los Paisas’, ‘los Boyacos’ y ‘los Camilos’, que no se quieren dejar quitar las ollas y líneas de negocios ilícitos en Suba, Chapinero, Santa Fe, Los Mártires y Ciudad Bolívar.
Los viajes a Dubái
Pero hay una segunda guerra, igual de violenta, que también tiene como escenario a la capital y está vinculada a los cuatro muertos que aparecieron en el baúl de una camioneta Toyota blindada, el pasado 18 de agosto.
Fichas del viejo cartel de Bogotá, compuesto por violentos narcoesmeralderos y exparamilitares, están haciendo efectivas viejas cuentas de cobro y recuperando narcorrutas y bienes a sangre y fuego.
Sicarios de las oficinas de cobro que quedan en los alrededores de los sanandresitos de la 38 y San José, han ejecutado a su nombre al menos una decena de homicidios en la capital.
A los cuatro de la Toyota se une el asesinato del esmeraldero Maximiliano Cañón, el 2 de junio pasado, en un restaurante del parque de la 93; el atentado al exlavador Claudio Silva Otálora, el 28 de julio, y hasta el crimen del supuesto patrón de este último, Luis Caicedo, el 16 de julio de 2021, en Pablo VI.
Agentes federales aseguran que en esta guerra mafiosa se involucraron los emisarios del cartel de Sinaloa y alias ‘Pájaro’, un viejo narcoparamilitar.
“Además de traficar, ese cartel están usando las gemas de esmeraldas para lavar plata”, aseguró una fuente en Miami.
Y otra más del alto gobierno le dijo a EL TIEMPO que los capos mexicanos podrían atravesársele a la ‘paz total’ que la administración Petro impulsa para el acogimiento a la justicia de organizaciones criminales.
Y hay otro punto que inquieta: al menos uno de los recientes muertos ligados a la mafia hizo un periplo por los Emiratos Árabes en julio pasado.
Tal como lo reveló EL TIEMPO, allí se encuentra desde hace meses el excapo Julio Lozano Pirateque, quien fue por años dueño en la sombra de varias acciones del equipo de fútbol Santa Fe, y otrora socio y amigo del asesinado Luis Caicedo.
Incluso, la Fiscalía evalúa versiones que señalan que Lozano entregó a Caicedo.
Y allí, en Dubái, también vivía Sebastián Meneses, capturado la semana pasada en Bogotá por narcotráfico. Meneses es hijo del capo extraditado Daniel Rendón, ‘don Mario’, fundador del ‘clan del Golfo’.
Esta estructura también tiene gente en Bogotá moviendo cocaína, armas e indumentaria militar.
Los antiguos uniformados
Para librar a Bogotá de estas mafias, se reforzó el equipo de investigadores del llamado multicrimen con un grupo de fiscales especializados en finanzas criminales y una fiscal contra el crimen organizado.
Además, se destacaron en la capital a diez oficiales de contrainteligencia. Este último componente se debe a que varios exmilitares y expolicías están entre los muertos, incluido Juan Carlos Useche, y Jonathan Smit Martínez Villalobos, uno de los descuartizados del barrio El Amparo.
Y hay evidencia de que, aunque se trata de casos aislados, hay miembros de la Fuerza Pública que trabajan para estas bandas o al menos les permiten actuar: ya hubo cinco capturas.
La ofensiva contra el hampa es tal que la alcaldesa Claudia López les pidió al embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, y al embajador de Venezuela en Colombia, Félix Plasencia, que se aíslen en la cárcel de Tocorón a alias Niño guerrero y alias Giovani, cabecillas del Tren de Aragua que siguen dirigiendo operaciones criminales que impactan a Bogotá.
En cualquier caso, para el presidente Gustavo Petro es claro que para tener éxito en esta lucha contra el hampa, además de pie de fuerza y cárceles, se necesita “una fuerte inversión social y educación pública contra la exclusión social”.
Aun así, la alcaldesa López está esperando que se amplíen en 3.000 el pie de fuerza de la Policía Metropolitana (a 2023), y ya se anunció que seguirán los patrullajes mixtos con el Ejército.