«Alex Saab ha sido sometido a abuso físico y robo en la isla de Sal, Cabo Verde…, no ha podido seguir un tratamiento médico y hasta ha perdido peso significativamente».
Estos son parte de los argumentos de Alejandro Correa Ortega, embajador de Venezuela en Cabo Verde, para que ese gobierno le deje ver de manera inmediata al colombiano, capturado el 12 de junio por solicitud de Estados Unidos.
El diplomático dijo que nadie les notificó que Saab –señalado testaferro de Maduro– había sido trasladado el viernes en la tarde desde la cárcel central de Ribeirinha, en la ciudad de Mindelo, a la isla de Sal, la posible antesala de su extradición.
Y tras recordar que ahora tiene ciudadanía venezolana y el rango de agente especial del régimen venezolano, está exigiendo verlo de manera inmediata para corroborar su estado.
Hasta este domingo en la noche, el gobierno de Cabo Verde no había dado respuesta a las exigencias del embajador. Pero es claro que se trata de un nuevo movimiento de Venezuela para impedir la extradición de Saab.
La justicia de Estados Unidos lo procesa por blanqueo de capitales y por corrupción, ligados a la cúpula madurista.
Pero para la DEA y para el FBI es claro que el barranquillero, de 46 años de edad, es la ruta para ubicar los lingotes de oro y los dólares que el régimen ha trasladado a Irán, Turquía y Rusia, y para ubicar propiedades en el exterior y cuentas bancarias de Maduro y de su séquito.
Por eso, la presión diplomática es interpretada como un evidente nerviosismo de las cabezas del poder en Caracas, que están dispuestas a sacar a Saab de la cárcel y de Cabo Verde.
Mercenarios y recompensa
De hecho, en su comunicación –revelada por el medio local Inforpress– el diplomático se queja de que el equipo legal que apoya la defensa de Saab únicamente ha podido ingresar a la isla en una ocasión: el 19 de junio, por un periodo de cinco días.
Además, reclama que al abogado principal de Saab no se le permitió el ingreso a hablar con su cliente, a pesar de que lo ha solicitado en múltiples oportunidades. Según la defensa, no le han resuelto aún recursos legales sobre su detención provisional.
Por eso exige explicaciones sobre su traslado intempestivo a una isla que, si bien es turística, es a donde llegan aviones con mayor autonomía de vuelo.
La reacción de Venezuela se unió a otros reciente episodios que tienen enrarecido en ambiente en Cabo Verde.
El Tiempo confirmó que a mitad de semana el propio Saab pidió ser valorado por un médico y un psiquiatra. Busca dejar constancia de que está en óptimas condiciones y de que no va a intentar suicidarse.
A su temor se unió una información según la cual desde Venezuela se habría ofrecido una jugosa recompensa –de 10 millones de dólares– para extraer de Cabo Verde vivo o muerto al colombiano, cuya familia está en Caracas.
Para tal efecto habría desembarcado en un país vecino un grupo de mercenarios. Sin embargo, ninguna fuente oficial ha confirmado esa versión. Lo que sí se confirmó es que Estados Unidos reforzó la seguridad en la región.
Además, hay un inusual tránsito de aviones con matrículas venezolanas, británicas y estadounidenses por países vecinos.
Un Boeing C-17A Globemaster III del Reino Unido aterrizó el 1º de julio en la isla de Sal. Y aviones y personal de Venezuela han aterrizado en Guinea-Bisáu.
Estados Unidos no ha respondido diplomáticamente a la presión venezolana. Pero fuentes federales aseguran que Saab les será entregado y que ahora lo único que les preocupa es que esté con vida para ese momento.