El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se comprometió este domingo a «restablecer la paz» y gobernar para «todos» en un Brasil dividido, en su primer discurso tras ganar las elecciones ante el actual gobernante, Jair Bolsonaro.
«Estoy aquí para gobernar este país en una situación muy difícil, pero con la ayuda del pueblo vamos a encontrar una salida para que el país vuelva a vivir democráticamente», afirmó el líder del Partido de los Trabajadores (PT) desde un hotel de la ciudad de Sao Paulo.
Con el 99,89% del censo escrutado, Lula, que asumirá el poder el 1 de enero de 2023, ganó las presidenciales con un 50,90% de los votos, frente al 49,10% que obtuvo el líder ultraderechista.
«A partir de enero de 2023, voy a gobernar para 213 millones de brasileños. No existen dos Brasiles, somos un único país, un único pueblo, una gran nación», señaló el dirigente progresista, en compañía de sus principales aliados y su esposa, la socióloga Rosângela Silva.
Lula prometió «enfrentar sin tregua» el racismo y la discriminación
Lula, vestido con una camisa vaquera, manifestó, en un discurso leído, que «es la hora de reunir las familias y rehacer los lazos de amistad rotos por la propagación criminal del odio».
«A nadie le interesa vivir en un estado permanente de guerra. Este pueblo está cansado de ver al otro como enemigo. Es hora de bajar las armas. Las armas matan y nosotros escogemos la vida», manifestó.
En sus primeras palabras, también prometió «fortalecer» la lucha contra la violencia machista y «enfrentar sin tregua el racismo y la discriminación» para que «blancos, negros e indígenas tengan los mismos derechos».
«El desafío es inmenso, es necesario reconstruir este país en todas sus dimensiones. Necesitamos reconstruir el alma de este país, el respeto a las diferencias y el amor al prójimo», afirmó en un discurso que buscó tender la mano a todos en un país extremadamente polarizado.
Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010 y, a partir de enero, asumirá un tercer mandato, tendrá como vicepresidente a un antiguo adversario, el exgobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, un liberal de perfil conservador.
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