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Luis Fernando Camacho, el hombre que protagonizó las protestas que forzaron la renuncia de Morales

por Avatar GDA | La Nación | Costa Rica

“La Biblia volverá al palacio de gobierno”. Luis Fernando Camacho repitió esa frase rodeado de multitudes durante las últimas tres semanas de protestas.

Hace seis meses no muchos en Bolivia conocían a este líder cívico de 40 años de edad. Sin embargo, hoy es uno de los principales protagonistas de la movilización que forzó la renuncia de Evo Morales el domingo.

No se convirtió en candidato en las elecciones del 20 de octubre señaladas de fraudulentas. No obstante, se dio el lujo de ingresar al viejo palacio de gobierno de La Paz. En ese lugar, depositó una Biblia pocos minutos antes del anuncio de la dimisión de Morales.

Gestos como ese y sus constantes menciones al poder de Dios no han pasado desapercibidos en el país. En medio de una enorme crisis política, Camacho ya terminó tildado como el “Bolsonaro boliviano”, en referencia al presidente de Brasil.

Es un hombre que dice que no hace política y proviene de las élites empresariales. Cada vez que se dirige a las multitudes que lo apoyan invita a elevar una oración al Todopoderoso.

“El presidente”

Luis Fernando Camacho ejerce el papel de presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz. Se trata de la ciudad más poblada de Bolivia y bastión histórico de la oposición contra Morales, denominada como el gobierno moral de los cruceños.

En concordancia con aquel apelativo, durante las semanas de protestas, el dirigente opositor era presentado en Santa Cruz como “el presidente”.

Hijo de empresarios, su carrera para obtener un puesto de reconocimiento entre la institucionalidad cruceña fue veloz. Asimismo, fue su irrupción en la escena nacional.

Su última aparición en su ciudad fue en uno de los varios cabildos contra Evo Morales que se organizaron. En esa ocasión, Camacho irrumpió en escena acompañado de una imagen de la Virgen María y con una cruz como telón de fondo.

Los comités cívicos en Bolivia aglutinan a diferentes sectores de las principales ciudades del país, entre ellos empresariales, gremiales y barriales.

El bloque de Santa Cruz fue uno de los mayores dolores de cabeza para Morales en sus 13 años, 9 meses y 18 días de mandato.

El más radical

Cuando las elecciones en Bolivia del 20 de octubre pasado comenzaron a ser cuestionadas por múltiples sectores del país, Carlos Mesa era considerado el llamado a dirigir la movilización opositora.

El candidato y ex presidente quedó de segundo en la votación y desde el primer momento denunció un fraude gigantesco. Reclamó una segunda vuelta contra Morales, quien se declaró ganador en la primera, defendiendo la validez del conteo oficial hecho por el Tribunal Supremo Electoral.

En un primer momento, toda la oposición boliviana y grupos detractores de Morales se alinearon al pedido de la mesa de balotaje.

Foto: EFE/Martin Alipaz

Sin embargo, Camacho aumentó la apuesta. El líder cívico pasó de exigir la segunda vuelta a reclamar e incluso dar un ultimátum al presidente para que renunciara.

Más de un referente opositor, entre ellos muchos del bloque alineado con Mesa, criticó esa acción y la calificó en su momento de desmedida e imposible.

Un cruceño en La Paz

Después del ultimátum y la inédita redacción de una propuesta de carta de renuncia para que Evo Morales la firmara, Camacho anunció que aterrizaría en La Paz para entregar la misiva en la casa de gobierno.

Casi tres días de suspenso rodearon el intento del líder opositor hasta que finalmente logró aterrizar en suelo paceño.

Miles de personas lo recibieron en el aeropuerto el miércoles pasado, y un día después protagonizó escenas muy pocas veces vistas en la historia de Bolivia.

Campesinos, indígenas y productores de coca rebeldes recibieron a Camacho y lo aclamaron en La Paz.

Santa Cruz jugó históricamente un papel de contrapeso político frente a los paceños y aquello provocó que en más de una oportunidad las fricciones regionales marcaran la agenda del país.

En esta ocasión, y pese a su discurso conservador, el cívico vitoreó a voz en cuello los nombres de los viejos bastiones de Morales en los que se multiplicaron las protestas. Abrazó a mujeres de pollera y aceptó un collar hecho con hojas de coca.

Foto: EFE/Martin Alipaz

No demoró en multiplicarse el apelativo con el que se bautizó al opositor, “Macho Camacho”, ante la incredulidad y el repudio de organizaciones sociales y colectivos feministas que lo tildan de misógino y ultraderechista.

El “Bolsonaro boliviano”

“En línea con otros representantes de la nueva derecha regional, como el presidente brasileño Jair Bolsonaro, Camacho maneja un discurso con muy fuerte anclaje religioso”, indica la periodista Mariela Franzosi.

En un análisis sobre la figura opositora, la autora indica que el cívico tiene un discurso que, al intentar asociarlo con la paz y unidad del pueblo boliviano, termina cargado de racismo, odio de clase y provocación.

Julio Cordova, sociólogo boliviano especializado en movimientos evangélicos, indicó que Camacho legitima su postura autoritaria con el discurso religioso al estilo de Bolsonaro.

El investigador indica que el dirigente cívico que en estas horas vive momentos de apogeo es una expresión de la derecha protofascista boliviana.

En su momento de victoria, minutos después de que Morales dimitiera, volvió a mostrar un crucifijo entre las manos.

Dice que no va a ser candidato y que cuando termine su dirigencia cívica volverá a sus negocios.

Pero a estas alturas en Bolivia es difícil disimular que un nuevo líder que se encuentra en las antípodas ideológicas del indigenismo y la izquierda reinante hasta ayer acaba de surgir.