Donald Trump convirtió los despidos y renuncias de su gobierno en un auténtico reality show, en el que sus protagonistas no saben si siguen en funciones hasta que el presidente se decide a enviar un mensaje en Twitter.
La expectación que rodea a los despidos es un fiel reflejo del popular programa El aprendiz, que lanzó a Trump al estrellato televisivo al grito de «¡Estás despedido!». Estos son los seis finalistas en la carrera por las renuncias y despidos con más polémica:
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John Bolton, el halcón que superó en beligerancia a Trump
A Trump le bastaron dos tuits para deshacerse este martes de su asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, un halcón con fama de intervencionista.
«Informé anoche a John Bolton de que ya no se requieren sus servicios en la Casa Blanca», anunció Trump en Twitter.
En sus 17 meses en la Casa Blanca, Bolton disparó la tensión con Irán y aumentó la presión contra lo que bautizó como la troika de la tiranía en Venezuela, Cuba y Nicaragua.
La relación entre Trump y Bolton llevaba meses deteriorándose debido a la frustración del presidente con respecto a la falta de resultados en la estrategia hacia Venezuela. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue la oposición del asesor presidencial a las negociaciones de Trump con los talibanes.
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Álex Acosta, una salida forzada por un escándalo sexual
Álex Acosta, secretario de trabajo durante más de dos años y el único hispano del gobierno de Trump, se vio forzado a dimitir debido a su papel en el escándalo del magnate Jeffrey Epstein, acusado de tráfico sexual de menores y que se suicidó el pasado 10 de agosto mientras estaba en prisión.
Cuando era fiscal federal en Miami, en 2008, Acosta negoció con Epstein un acuerdo extrajudicial que le permitió esquivar un juicio por, al parecer, abusar sexualmente de varias adolescentes en una de sus mansiones, en Palm Beach, Florida.
En este caso, Trump elogió a Acosta, pero dijo que entendía que no quisiera convertirse en una distracción dentro de su gobierno.
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James Mattis, el general que cayó con honor
Si una renuncia impactó en el ajedrez mundial fue la del general James Mattis, secretario de Defensa desde 2017.
Mattis presentó su dimisión en diciembre de 2018 después de no haber podido persuadir a Trump de que mantuviera las tropas estadounidenses en Siria.
La carta en la que Mattis anunció su salida tuvo un gran impacto mediático. En esta, el general hizo una férrea defensa del sistema de alianzas de Estados Unidos en el mundo y opinó que Washington debe tratar a sus aliados con respeto, así como ser resuelto e inequívoco con sus competidores como China y Rusia.
Esa carta no le hizo ninguna gracia a Trump, quien forzó a Mattis a abandonar el Pentágono antes de tiempo. Tuvo que salir el 1 de enero, en vez de a finales de febrero, como tenía previsto.
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Jeff Sessions, del amor al odio
Como ocurrió con Mattis, Trump también pasó del amor al odio con Jeff Sessions, precursor del movimiento populista que puso al magnate en la Casa Blanca y que ejerció como fiscal general entre enero de 2017 y noviembre de 2018.
El presidente guardaba un gran rencor a Sessions por su decisión de apartarse de la investigación sobre los supuestos vínculos entre Rusia y su campaña para las elecciones de 2016.
Trump llegó a decir que, de saber que iba a apartarse, no le habría elegido para liderar el Departamento de Justicia. En un sinfín de ocasiones recurrió a Twitter para insultar a Sessions: le llamó muy débil y se burló de su vergonzoso comportamiento.
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James Comey o saber que te despidieron por la televisión
James Comey, el defenestrado director del FBI, se enteró de que Trump lo había despedido cuando se encontraba en un acto privado con agentes del FBI en Los Ángeles.
De repente, los televisores de la sala se iluminaron con los rótulos de CNN: «Comey sale de la Administración». En ese momento, Comey pensó que era una broma y soltó una risa antes de confirmar que la Casa Blanca había informado a los medios antes que a él.
Sin embargo, después Comey se cobró su venganza y aireó ante los medios y el Congreso algunos de los trapos sucios de Trump.
Por ejemplo, aseguró que el mandatario le había presionado para que cerrara la investigación sobre su entonces asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, una de las figuras clave de la trama rusa.
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John Kelly, el general que se cansó de intentar poner orden
Kelly llegó a la Casa Blanca en julio de 2017 con la complicada misión de poner orden en un ala oeste marcada por las luchas de poder. Logró imprimir algo de disciplina en el entorno de Trump, pero no en el propio mandatario, que siguió con su estilo caótico y sus anuncios a golpe de tuit.
La relación entre ambos llegó a su nivel más alto de conflicto después de que Kelly criticara a Trump ante un grupo de legisladores, lo que provocó la ira del mandatario. El resultado fue un anuncio del presidente a la prensa: «John Kelly se irá hacia finales de año». Y así fue.
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