Una nota publicada por el periodista Rodolfo Compte en la edición de octubre de la revista El Suplemento da cuenta de la disciplina y el sacrificio de los médicos venezolanos que emigraron a Argentina.
“En los últimos años miles de venezolanos se vieron obligados a abandonar ese hermoso país caribeño debido a la crisis económica, política y social que asola a dicha nación”, señaló.
“La Argentina fue uno de los países que recibió con los brazos abiertos a familias, parejas y jóvenes de ambos sexos provenientes de Venezuela. Casi todos ellos llegaron con algo en común: lágrimas y tristeza por el desarraigo forzado, aunado a una voluntad de titanio para sobreponerse y poder desarrollarse profesionalmente en este país”, indicó.
“Como ya son más de 100.000 los venezolanos en Argentina, es muy común encontrarse con alguno de estos cálidos y amistosos inmigrantes en Buenos Aires. La mayoría trabaja en el área de servicios: mozos de restaurantes, repartidores, periodistas, editores de cine y televisión”, agregó.
“Hablando con ellos, este cronista pudo comprobar que su nivel cultural es alto, dado que muchos son profesionales. A pesar de ello, en la Argentina están trabajando en lo que consiguen, más allá de sus méritos académicos. Por eso hay médicos venezolanos que realizan labores muy por debajo de sus capacidades. Por suerte eso está cambiando”, explicó.
Compte explicó que “muchos de estos jóvenes médicos venezolanos cubren las necesidades elementales de salud de familias argentinas que viven en lugares remotos”.
Detalló que hay cientos de médicos venezolanos insertados en el sistema de salud pública argentina: “Al efecto, el doctor Yang Álvarez, un joven médico venezolano, informó que sus compatriotas curan y salvan vidas en 16 provincias argentinas”.
Las historias
“Entrevistamos a un par de estas jóvenes médicas y encontramos historias conmovedoras. Una de ellas es la joven doctora Leonela Hernández Gil, de 29 años de edad, que desde comienzos del mes de septiembre pasado fue designada médica de Carlos Salas, un pequeñísimo pueblo de la provincia de Buenos Aires, perteneciente al partido de Lincoln. Se trata de un sitio alejado de los centros urbanos más cercanos: Carlos Casares se encuentra a 93 kilómetros y Lincoln a 96 kilómetros. En Carlos Salas solo viven unas 300 personas”, señaló.
Hernández le dijo que en Argentina el médico es una figura muy influyente, tanto que “el día que llegué la gente del pueblo estaba reunida esperándome. Eso generó muchas emociones en mí. No imaginé que estaban tan ansiosos con mi llegada. Y después de estar viviendo aquí sigo sintiendo la misma calidez de mi bienvenida”.
A pesar de vivir en ese pueblito perdido la joven médica se encuentra feliz, relató Compte: “Estoy tranquila, estoy contenta. Además me han invitado a comer a varias casas y a tomar mate. Y por supuesto asado también”.
Resaltó que es un pueblo muy unido donde todos se conocen. “Y desde el punto de vista médico no solo damos atención primaria. También se hacen charlas en escuelas para fomentar la prevención. Es un pueblo chico con muchos pacientes adultos, que durante más de tres años no contaron con médico fijo, y ahora tienen más confianza, porque saben que hay una persona que está disponible en caso de alguna emergencia”.
En Río Negro
Otro caso es el de la pediatra Isi López Lozada, de 32 años de edad, que se mudó a Río Negro junto a su pareja y su hijo de siete años de edad. Ejerce su profesión en la localidad de Choele Choel, una ciudad más grande, con casi 11.000 habitantes.
Desde el principio contó que la situación de falta de médicos especializados era la misma: “La experiencia de llegar acá fue muy grata, pues desde hace ocho meses que estaban sin pediatra en el pueblo. Así que fue toda una bienvenida efusiva. Sobre mi experiencia en la provincia de Río Negro puedo decirte que fue algo nuevo en todos los sentidos, las personas son muy agradables y amables. Recibí muchas atenciones por parte del pueblo en sí, como del personal del hospital. Eso sí, con muchísimo trabajo para una sola persona”.
En este caso, la doctora sí sintió el desarraigo mucho más, porque a pesar de que Choele Choel es una localidad más grande que Carlos Casas, no deja de ser infinitamente menor a las ciudades donde había vivido hasta ese momento.
López se dedica además a la prevención a través de las redes sociales. Desde su cuenta de Instagram @mipediatraaldia advierte a los padres sobre los abusos sexuales. “Lo de las redes sociales lo inicie acá, en Venezuela era un poco difícil por los problemas eléctricos y de señal de internet. Así que lo inicie estando en Argentina con la finalidad de ayudar a los padres de mis pacientes y en general al resto de la población”, explicó.
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