Mientras en escenarios internacionales, Venezuela y Colombia se acusan mutuamente de la violencia extrema que azota la zona fronteriza entre ambos países, y aun de falsear fotos y datos sobre los responsables del narcotráfico, casas de pique, tiroteos y masacres, en el terreno la realidad es avasalladora.
La comunidad asegura que en la región campean todas las formas de violencia y que tienen que convivir con los cabecillas más beligerantes del ELN y las disidencias de las FARC.
También tienen como huéspedes a jefes de las bandas «Los Puntilleros», «Los Rastrojos’» «Los Pelusos» y hasta un par de ex socios del jefe paramilitar Salvatore Mancuso, que han regresado de pagar penas en Estados Unidos y tienen fincas a lado y lado de la frontera.
La situación es tal que el Ministerio de Defensa admite que hay ejes por donde se mueve coca y en donde el Ejército no puede ejercer control total. Uno de ellos sale de San Cayetano, Norte de Santander, atraviesa El Carmen, Cúcuta y San Faustino hasta llegar a San Cristóbal, Venezuela.
Por esa zona cruzan cinco narcorutas que la DEA, el ICE y la cartera de Defensa tienen identificadas. Por allí se mueve a Venezuela la coca que producen las 35.000 narcohectáreas del Catatumbo, la segunda zona con más cultivos ilícitos, después del sector de Tumaco.
Alias «Andrea» es una de las protagonistas principales del drama y el miedo que viven al menos 12 poblaciones en ambos países, incluidas Tibú, Gamarra, Ocaña, San Cristóbal, Aguaclara, Guarumito, Puerto Santander, Buena Esperanza y Sardinata, entre otros.
De ella solo se conoce una foto, en manos de la cúpula de la Policía de Colombia, que adelanta operaciones de inteligencia en terreno, e información que señala que es una de las cabecillas del ELN en el área nororiental del Magdalena.
«Andrea» controla cultivos ilícitos y producción junto con alias «Wilser» y Rubén Darío Espinoza Hernández, «Wilkin».
Los tres tienen contacto directo con los pobladores: cobran el llamado impuesto del gramaje y hacen inventarios de fincas cocaleras a través de comisiones, para controlar la producción hasta en Arauca y Vichada.
«Mantendrían la adecuación de pistas clandestinas sobre el estado de Táchira, para el envío de coca hacia el exterior», señala un documento clasificado, en manos de altos oficiales de la Policía. Allí también se dice que exploran nuevos corredores de movilidad para el narcotráfico en zona de frontera.
Además, tienen conexiones con capos de Bélgica, Holanda, España e Italia, al igual que con estructuras en Centroamérica.
La Fiscalía indica que «Wilkin» tienen orden de captura vigente por homicidio en persona protegida, desplazamiento forzado y rebelión agravada y mantiene enfrentamientos con la banda de «los Pelusos’», con la que disputa el control del territorio.
“Estos enfrentamientos han dejado a varios civiles muertos y mantiene la zozobra en la región”, dice la Fiscalía.
El jefe de los ‘elenos’ de la zona es Carlos Emilio Marín, el verdadero nombre del sanguinario ‘Pablito’, nuevo aliado de la banda de ‘Iván Márquez’.
Fuentes de la región también le dijeron a El Tiempo, que dos ex socios de Mancuso, conocidos como los ‘hermanos Álvarez’, están moviendo coca a través de fincas que han salido a relucir recientemente.
De hecho, el senador Gustavo Petro los vinculó a la finca El Paraíso, bajo el control de «Los Rastrojos», los mismos de las fotos con el presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó.
Sin embargo, los hermanos no aparecen en mapas oficiales de la criminalidad.
Esa banda, al mando de alias «Páez», tiene alianzas con «Los Pelusos», comandados por Jesús Serrano Clavijo, alias «Grillo», el socio y heredero del recién abatido alias «Pácora».
En la pirámide de esa estructura también se ubican alias «Resorte», encargado de los movimientos en la frontera, y alias «Roberto», hombre de confianza de «Grillo», encargado de las finanzas de esa organización criminal.
Aprovechando el enfrentamiento entre gobiernos, todas las estructuras criminales se están aliando entre sí. De hecho, un informe del Ministerio de Defensa en manos de El Tiempo, señala que se está en “la definición de alianzas principalmente en los departamentos del oriente del país, Arauca, Vichada y Norte de Santander, donde han planteado la definición de zonas y rentas ilícitas, así como la posibilidad de coordinar actividades criminales de manera conjunta”.
Otra información indica que quieren vincular a desmovilizados de las FARC “para capitalizar experiencia armada”.
Y hay otros dos grupúsculos igual de letales: El E33 y el E10, tentáculos del ELN.
El primero está incrustado en Catatumbo, sobre las zonas de narcocultivos, y ha sostenido confrontaciones con otros grupos, por el control de territorios y rentas derivadas del narcotráfico.
Tiene bases de apoyo sobre la frontera, en particular cerca a Tibú. Y su cabeza visible es un sujeto que usa el alias de «Jhon Caribe», quien está conectado con alias «Arturo», de la otra estructura, que pretende consolidarse en Arauca.
Mientras tanto, los gobiernos de Colombia y Venezuela se siguen echando la culpa de la anarquía en la zona.
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