Los afganos votaron este sábado para elegir presidente en unas elecciones bajo la triple amenaza del fraude, la abstención y los atentados, que causaron al menos 5 muertos y 37 heridos.
Los comicios se celebraron mientras se prolonga el punto muerto negociador entre los talibanes y los estadounidenses, lo que aleja la perspectiva de un diálogo interafgano, entre el gobierno y los insurgentes, para alcanzar la paz.
Los colegios electorales cerraron a las 5:00 de la tarde, tras una prórroga de 2 horas decidida para que pudieran votar los electores que hacían cola en los colegios. Los resultados preliminares deben ser anunciados el 19 de octubre y los definitivos el 7 de noviembre.
Dieciocho candidatos aspiran a convertirse en jefe del Estado con un mandato de 5 años, pero destacan como favoritos el actual presidente, Ashraf Ghani, y su primer ministro, Abdulá Abdulá. Si resulta necesario, se celebrará una segunda vuelta a finales de noviembre.
Los talibanes multiplicaron las advertencias a los 9,6 millones de electores, para disuadirlos de acudir a las urnas. Al cerrar la jornada aseguraron que habían cometido centenares de atentados en todo el país.
La votación organizada por «el gobierno títere de Kabul ha sido rechazada por la inmensa mayoría de la nación», aseguraron en un comunicado.
«Hemos contado a 5 mártires (muertos) en las fuerzas de seguridad y 37 civiles heridos», aseguró el ministro del Interior, Masud Andarabi, durante una rueda de prensa.
«Hubo menos ataques del enemigo en comparación con las elecciones precedentes», añadió el ministro de Defensa, Asadullah Khlaid, evocando los 60 muertos durante las elecciones legislativas en 2018.
El ministerio del Interior anunció el despliegue de 72.000 hombres para vigilar los casi 5.000 centros electorales en todo el país. Asimismo, desde el miércoles por la noche todos los camiones y camionetas tenían prohibido circular por la capital para evitar los atentados con vehículos bomba.
«Sé que hay amenazas, pero las bombas y los ataques forman parte de nuestro día a día», contó a la AFP Mohuiudin, un votante de 55 años en Kabul. «No tengo miedo, si queremos cambiar nuestras vidas tenemos que votar».
La campaña electoral comenzó a finales de julio marcada por un atentado que causó 20 muertos. Desde entonces, más de 100 personas fallecieron, víctimas de ataques reivindicados por los talibanes.
Cuartas presidenciales
Estas son las cuartas elecciones presidenciales en la historia del país, desde las celebradas en 2004.
Tras haber votado, el jefe del Estado declaró: «Estas elecciones allanarán el camino para que avancemos hacia la paz con verdadera legitimidad».
Ghani confía en que una reelección lo convierta en un interlocutor imprescindible para negociar con los talibanes, quienes por el momento han declinado dialogar con él.
El mandatario pidió en una entrevista televisiva que los talibanes «respeten la elección de la gente, que acaben con la guerra».
Ashraf Ghani y Abdulá Abdulá se enfrentaron ya en 2014, en unos comicios marcados por unas irregularidades tan graves que Estados Unidos impuso con su mediación la creación del puesto de Abdulá, quien habría quedado segundo.
Las autoridades afganas aseguraron haber tomado todas las medidas necesarias para evitar fraudes, desplegando toda una batería de medios técnicos, incluidos lectores biométricos.
Sayed Noor Ahmad, de 31 años, empleado de un colegio de la capital, dijo estar «preocupado por la seguridad», pero pensaba que no hay otra opción más que votar.
El principal enigma de estos comicios será la amplitud de la abstención, favorecida por el descontento popular y el temor a los atentados o al fraude.
El futuro jefe del Estado asumirá las riendas de un país en guerra, en el que 55% de la población vivía en 2017 con menos de 2 dólares diarios y en el que el conflicto con los insurgentes mató a más de 1.300 civiles en el primer semestre de 2019, según la ONU.
A pesar de llevar mucho tiempo programadas, las elecciones de este sábado peligraron debido a la evolución de las recientes negociaciones entre Estados Unidos y los talibanes sobre la retirada de las tropas norteamericanas.
El presidente Donald Trump las interrumpió repentinamente a principios de septiembre, cuando parecía inminente la conclusión de un acuerdo. Hasta entonces, muchos observadores anticipaban la suspensión de la votación para permitir la aplicación del plan de retirada, que, negociado sin el gobierno de Ghani, preveía la apertura de un diálogo interafgano.
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