Bombardeos israelíes contra cientos de posiciones de Hezbolá en Líbano mataron el lunes a 492 personas, incluidos 35 niños, pese a los múltiples llamados internacionales a la moderación para evitar una conflagración regional de la guerra en Gaza.
Esta fue la jornada más mortífera de violencia transfronteriza en Líbano desde que Hezbolá, poderoso actor político y militar del país, abriera un frente con Israel hace casi un año en apoyo de su aliado palestino Hamás.
Al menos 492 personas, «entre ellas 35 niños y 58 mujeres» murieron en los bombardeos de este lunes en el sur y el este de Líbano, y otras 1.645 resultaron heridas, indicó el Ministerio de Salud libanés.
El Ejército israelí indicó que había «golpeado más de 1.600 objetivos» de Hezbolá en la jornada en la que mataron a un «gran número» de combatientes, sin precisar una cifra.
En un video, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, recomendó a los libaneses «alejarse de las zonas peligrosas» mientras el Ejército termina su «operación» en el sur del país y en el valle de Becá, en el este.
Su homólogo libanés, Najib Mikati, denunció un «plan de destrucción» contra su país, y llamó a la ONU y a los «países influyentes» a «disuadir» al gobierno israelí de esta «agresión».
«Los bombardeos no paran»
«Es una catástrofe, una masacre», declaró a la AFP Jamal Badran, médico del hospital del Socorro Popular en Nabatiye, en el sur de Líbano. «Los bombardeos no paran, nos han bombardeado mientras trasladábamos a heridos», contó.
Presas del pánico, miles de familias huyeron de las zonas bombardeadas, dijo el Ministerio de Salud. Fotógrafos de la AFP observaron la llegada de numerosos desplazados a Beirut y a Sidón, en el sur, donde se prepararon campos de acogida.
«Cuando los ataques se intensificaron y acercaron, los niños tenían miedo y decidimos marchar», dijo a la AFP Hasan Banyak, cobijado en una escuela en Sidón.
Hezbolá respondió con «decenas de cohetes» contra distintas bases militares en Israel, que continuaron durante la madrugada del martes, afirmó el grupo islamista.
El Ejército israelí detectó una veintena de proyectiles en la noche, que no dejaron víctimas.
Sirenas en Haifa
Al final de la tarde, las sirenas de alarma sonaron en la ciudad de Haifa, en el norte de Israel.
«No tengo miedo por mí sino por mis tres hijos», comentó Ofer Levy, un funcionario de aduanas de 56 años, vecino de Kiryat Motzkin, en el norte de Israel. «Ningún país puede vivir así», añadió.
La hostilidad entre Hezbolá e Israel se intensificó desde las explosiones de bíperes y walkies-talkies utilizados por miembros del movimiento islamista la semana pasada que dejaron 39 muertos y casi 3.000 heridos.
El viernes, un ataque israelí en los suburbios del sur de Beirut mató a 16 miembros de la fuerza de élite de Hezbolá, entre ellos su líder, Ibrahim Aqil.
Irán, aliado de Hezbolá, advirtió el lunes a Israel de «las consecuencias peligrosas» que tendrán sus ataques en Líbano, y el movimiento palestino Hamás denunció una «agresión salvaje».
«Estamos casi al borde de una guerra total», alertó el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en parte eclipsada por esta cuestión.
Francia solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU y llamó a las partes a evitar «una conflagración regional que sería devastadora para todos».
«Ningún país saldrá ganando con una escalada mayor en Medio Oriente», advirtieron en la misma línea los países del G7 en un comunicado.
Provocar el «caos»
Estados Unidos, principal aliado de Israel, expresó su rechazo a una invasión terrestre en Líbano y anunció que presentará «ideas concretas» para reducir la tensión, dijo un alto funcionario en Naciones Unidas.
El secretario general de la ONU, António Guterres, se mostró «muy preocupado por la escalada de la situación y por el gran número de víctimas civiles, incluidos niños y mujeres», según su portavoz, Stéphane Dujarric.
Numerosos países musulmanes levantaron la voz. Turquía acusó a Israel de querer provocar el «caos» y Qatar alertó que esta «brutal agresión» sitúa a la región «al borde del abismo».
También China expresó su condena ante los «ataques indiscriminados» a civiles, dijo su canciller, Wang Yi, en una reunión en Nueva York con su par libanés, Abdallah Bou Habib.
La guerra en la Franja de Gaza estalló el 7 de octubre de 2023 tras el ataque del movimiento palestino Hamás en Israel, en el que murieron 1.205 personas, según un balance de la AFP basado en cifras oficiales israelíes.
De los 251 secuestrados durante la incursión islamista, 97 siguen cautivos en el estrecho territorio, de los cuales 33 fueron declarados muertos por el Ejército israelí.
La ofensiva israelí causó la muerte de al menos 41.455 palestinos, según datos del Ministerio de Salud de este territorio gobernado por Hamás, considerados fiables por la ONU, y un desastre humanitario.