El número de nuevas solicitudes de asilo presentadas por los venezolanos a causa de la crisis política, económica y social en su país se triplicó en 2017 frente al año anterior con 111.600 peticiones, lo que coloca a Venezuela en el cuarto país con más demandas de protección de sus ciudadanos en el exterior.
Según el Informe Mundial de Tendencias de desplazamientos publicado este lunes por la Agencia de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) para los Refugiados (Acnur) en vísperas del Día Mundial de los Refugiados, solo los afganos, sirios e iraquíes presentaron el año pasado más solicitudes de asilo nuevas que los venezolanos.
La cifra de peticiones presentadas por venezolanos el año pasado es más de tres veces superior a las 34.200 peticiones registradas en 2016 y casi once veces la observada en 2015.
El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, señaló en rueda de prensa que en 2018 los números no van a reducirse, sino que «van a aumentar».
La mayor parte de las solicitudes de asilo de venezolanos fueron presentados el año pasado en Perú (33.100) y en EE UU (29.900).
Otros países que también recibieron un importante número de peticiones fueron Brasil (17.900), España (10.600), Panamá (4.400), México (4.000) y Costa Rica (3.200).
Desde comienzos de 2015 más de 166.000 venezolanos han pedido asilo, 75% de ellos el año pasado.
Acnur estima que en los últimos años más de 1,5 millones de venezolanos han abandonado su país debido a la «compleja situación socioeconómica y política».
El año pasado 345.600 venezolanos fueron registrados bajo la categoría «otros grupos de preocupación». No son solicitantes de asilo, refugiados o desplazados pero necesitan aún así protección y asistencia cuando abandonan su país, en este caso por «el complicado entorno de seguridad, la pérdida de ingresos por la actual situación económica y la escasez de alimentos y medicinas».
A principios de 2018 medio millón de venezolanos había accedido a otras formas legales de acogida bajo legislaciones nacionales o regionales en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Uruguay.
Se trata de permisos temporales de residencia, y visados humanitarios, y de trabajo para inmigrantes, por ejemplo.
«América Latina tiene una variedad de instrumentos institucionales para proteger a las personas que vienen a los países de la región, que quizás sea la mejor del mundo», sostuvo Grandi.
Con un mayor número de venezolanos llegando a otros países de la región, estos instrumentos están bajo presión y algunas comunidades de acogida empiezan a registrar problemas como la discriminación y la xenofobia, que Acnur trata de contrarrestar con campañas de solidaridad y aceptación.
En el mundo hubo 1,9 millones de solicitudes de asilo el año pasado, menos que los 2,2 millones del año anterior.
Por primera vez desde 2013 Siria ya no fue el país de origen con más solicitudes de asilo presentadas, sino Afganistán que hizo 124.900 peticiones en 80 naciones.
Le siguieron Siria, en su séptimo año de guerra, con 117.100 solicitudes en 104 países, Irak con 113.500 y Venezuela.
EE UU, por delante de Alemania e Italia, fue el año pasado por primera vez desde 2012 el mayor receptor de nuevas aplicaciones de asilo con un total de 331.700, 27 % más que en 2016.
La dureza contra la inmigración mostrada por el gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, que incluye medidas como la denegación de la posibilidad de solicitar asilo a inmigrantes víctimas de violencia doméstica o de pandillas, entre otras, no frena sin embargo a las personas que sufren en sus países.
El número de solicitudes de asilo de centroamericanos alcanzó el año pasado «niveles no vistos desde los años 1980» y aumentó 44%, siendo la mayoría de salvadoreños (49.500), guatemaltecos (35.500), y hondureños (28.800).
«Los centroamericanos (…) sufren violencia de la mano de pandillas y experimentan una falta de protección nacional. El modus operandi de estas pandillas, que controlan territorios, reclutan a niños y violan a mujeres es equivalente a situaciones de guerra, por lo que nosotros ciertamente consideraríamos a las víctimas refugiados», dijo Grandi.
Sobre el problema de la separación de familias y especialmente de niños en procesos de detención y deportación en EE UU, Grandi indicó que su oficina aborda este problema y otros muchos de la política migratoria estadounidense con las autoridades.
«Consideramos que los solicitantes de asilo no deberían ser detenidos en general y especialmente no si son separados de sus hijos. En el pasado siempre hubo un elemento de separación, pero al menos los niños podían quedarse con sus madres. Ahora en algunos casos esto no ocurre y esto no es humano y puede provocar también la desaparición de niños», sostuvo el italiano.