Oswaldo se levantó temprano en busca de pan para el desayuno, pero no encontró. Tampoco lo consiguió al día siguiente. «Dicen que se han roto los molinos de harina», cuenta. Encontrar este producto, altamente demandado en Cuba, se ha convertido en una prueba de paciencia en los últimos días.
Todo cubano, en la libreta de abastecimiento que le entrega el gobierno socialista, tiene derecho a un pan diario a «un medio», o cinco centavos de peso (0,002 centavos de dólar). Pero usualmente complementan esa ración comprando una barra de pan de 10 pesos cubanos (unos 40 centavos de dólar). Ese producto ha sido difícil de hallar en estos días.
«¿Ya salió el pan?», pregunta en voz alta una mujer desde la acera al funcionario de una panadería en la zona de La Habana Vieja. «Llegué a las 7:00 am y me dijeron que a las 11:30 am. Luego que a las 12:30 pm y ahora dicen que a las 2:00 pm», relata, mientras busca sombra para seguir esperando. Bajo el calor habanero se arma una fila de unas 40 personas.
La escena se repite en varios sectores de la capital. «Dicen que no hay harina, entonces no se pudo coger el pan y vine para acá (a otra panadería) caminando. Soy una persona mayor, pero imagínense si no como… tengo que comer algo. En la cola esperamos a que hagan (el pan)», cuenta Alicia, de 65 años, en el municipio de Diez de Octubre, ya con la misión cumplida y el pan bajo el brazo.
Molinos fuera de servicio
En comentarios a un programa de televisión estatal, la ministra de la Industria Alimentaria, Iris Quiñones, explicó que los retrasos en las importaciones de piezas de repuesto de los molinos han complicado la producción local de harina. El trigo importado llega al país pero no dan abasto para procesarlo.
Cuba tiene seis grandes molinos. De éstos, tres tuvieron dificultades por falta de repuestos. Dos de ellos, los del occidente del país, ya han empezado a operar. Pero el molino de Cienfuegos (centro), que procesa casi la mitad de la producción nacional, recibirá sus repuestos a principios del próximo año.
«En los últimos días hemos estado viviendo los momentos más tensos de todo el año en cuanto a suministro, lo que ha obligado que los bajos inventarios se hayan destinado a asegurar el pan de la canasta familiar normada, paralizando un grupo de producciones y afectando las producciones de la cadena cubana del pan en las provincias», dijo Quiñones.
En tanto, el molino que se está batiendo con el abastecimiento es el de Santiago de Cuba, en el este, que resolvió sus problemas de refacciones hace unas semanas.
De acuerdo con la ministra Quiñones, desde principios del 2018 el gobierno, al ver que la producción nacional daría abasto, «tuvo que disponer de recursos financieros que no estaban previstos para importar 30.000 toneladas de harina, que no iban a lograr producirse para este año».
Pero el déficit total de harina para el año será de 70.000 toneladas, por lo que igual faltarán unas 40.000 toneladas. También se han visto afectados los emergentes negocios privados, a los que les ha sido difícil acceder a la harina.
«Estar tranquilos y esperar»
«Los comentarios en la calle es que no hay harina. A mí me toca un solo pancito, y vengo a comprar el de 10 pesos. A mí no me ha faltado, no sé si es verdad que es por la harina o por otras cuestiones», explica Matilde Carrazana, de 70 años.
Cuba pasó por duros apremios económicos en la década del 90 tras la caída de la Unión Soviética. Al perder a su principal socio comercial y en medio del bloqueo que aún le aplica Estados Unidos, le fue difícil acceder a alimentos. La escasez fue generalizada.
En los últimos años ha iniciado una reforma en su economía socialista y se ha abierto al mercado. Importa casi la totalidad de los productos que consume y es habitual la escasez estacional de algunos alimentos, dependiendo de su frecuencia de ingreso a los puertos.
Hay que «estar tranquilos y esperar con paciencia. Porque si en otros momentos hemos pasado cosas duras y difíciles, por qué esto del pan no lo vamos a soportar», insiste Carrazana.