Cuando faltan 20 días para las PASO, Alberto Fernández mantiene una ventaja de casi cuatro puntos sobre Mauricio Macri, según el promedio obtenido de 11 encuestas recientes. Si los números actuales se reflejan en las urnas el 11 de agosto, se instalará la duda acerca de la posibilidad de una victoria en primera vuelta de cualquiera de los dos espacios, en octubre.
La fórmula que integran Fernández y Cristina Kirchner suma una intención de voto del 38,5%, mientras que la de Macri y Miguel Ángel Pichetto todavía corre de atrás con 34,9% pese a la mejora sostenida de las últimas semanas, que le permitió achicar la brecha, pero que comienza a mostrar signos de ralentización.
De consolidarse un freno en la mejora de intención de voto se encenderá una alerta en el oficialismo, preocupado por crecer lo máximo posible para dar un mensaje de competitividad en las PASO, aunque quede en segundo lugar.
Por eso, en las últimas horas funcionarios del gobierno y hasta el propio Macri pusieron toda la atención en las primarias y convocaron a votar el 11 de agosto, en unos comicios que históricamente no demostraron un alto grado de participación. «Tenemos que transmitirle al mundo con contundencia que no vamos a volver atrás y eso es el 11 de agosto, en la PASO», enfatizó el presidente el miércoles, en Santa Fe.
El macrismo busca evitar repetir la experiencia de 2015, cuando en las PASO votó 74,9% del padrón y en las generales, 81%. Buena parte de esos nuevos electores se volcaron por la fórmula de cambiemos en la primera vuelta.
Por lo pronto, ninguna encuesta permite descartar un escenario de ballottage, porque ningún espacio llega al 45% ni obtiene 40 puntos con una ventaja de 10 sobre el segundo. El mejor número para el Frente de Todos es 43% (según la Universidad de San Andrés) y para Juntos por el Cambio es 38,2% (Management & Fit). Se suman al cálculo del promedio trabajos de Isonomía, Opinaia, Synopsis, Federico González y Asociados, Raúl Aragón, Ricardo Rouvier y Asociados, Real Time Data, Oh Panel y CIGP. Poliarquía, consultora que habitualmente publica sus trabajos en LA NACION, desde 2017 no difunde sondeos previos a las PASO.
El ascenso reciente de Macri en los sondeos, atribuido a la estabilidad de la economía y al blanqueo del kirchnerismo como propuesta electoral, comenzó a registrarse en abril, poco después del nuevo salto del dólar. Según opinaia, en marzo el gobierno contaba con un 30% de imagen positiva (70% de negativa). Un mes después, el índice bajó a 26% de aceptación (74% de rechazo), pero a partir de ahí, la evaluación de la gestión de Cambiemos volvió a subir. En mayo se ubicó en 30% y en junio, a medida que pasaban las semanas con el dólar estabilizado, subió a 35%. Sin embargo, en julio no se volvió a registrar un salto, sino que el índice bajó un punto (34%).
«Está más estable. El primer crecimiento de Macri corresponde a aquellos que lo habían votado y están descontentos, pero que ven el riesgo de la vuelta del kirchnerismo, cierta estabilidad en la economía y medidas para alimentar el consumo, entonces lo ven mejor», dijo a La Nación Federico Aurelio, director de Aresco. Y agregó: «Ahora viene lo más difícil, que es atraer a los que no están convencidos y, aún más difícil, a los que no lo votaron».
Según el consultor Sergio Berensztein, en tanto, la ralentización de la mejora en la imagen se debe al proceso natural de la recuperación tras la fuerte caída. «No hay motivos para que esté mucho mejor. La pregunta es cómo hizo para subir lo que subió a pesar de la economía», señaló, y subrayó el rol que tuvo en esa suba su principal adversario.
Para Lucas Romero, director de Synopsis, la causa central que explicó el ascenso fue la política y no la economía. «Hasta fines de abril, el gobierno venía peleándose en soledad con la economía y la gente lo veía perdiendo por afano. Ahí le aparecieron los adversarios políticos, se creó un clima electoral y el gobierno empezó a encontrar algunas razones que pudieron dar los argumentos para terminar apoyándolo. No es que está logrando la adhesión de mayor electores por convencerlos de estar en el rumbo correcto. Está encontrando rivales que lo hacen lucir mejor», dijo a La Nación.
Un alto nivel de indecisos
Por otro lado, aunque los sondeos reflejan la opinión en un momento determinado, todavía hay un alto número de indecisos como denominador común en todos los estudios. En la encuesta de opinaia, por caso, el número de votantes que dijeron no haber definido su voto alcanza los 14 puntos. En la de la Universidad de San Andrés hubo un 15% que dijo que no sabía a quién votar, mientras que 18% no quiso contestar.
Los consultores señalan que ese grupo suele estar compuesto por los que están «casi decididos» pero que prefieren no decirlo aún, por quienes tomarán una decisión en los últimos días previos a los comicios y por un grupo residual, heterogéneo y apático con la política.
Según analistas, el número no es extremadamente alto, pero sí es relevante si se tiene en cuenta que las dos fórmulas principales suman alrededor del 75% de los votos y que la tercera opción, que lideran Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey, se diluyó. La crisis de la tercera opción -que en 2015 estuvo representada por Sergio Massa y obtuvo 21% en las PASO- fortaleció la polarización del macrismo y el kirchnerismo, que absorbieron parte de esos votos.
Lavagna, contra la polarización
El precandidato a Presidente por Consenso Federal, Roberto Lavagna, aseguró ayer que »40% de la población no quiere votar por extremos» y cuestionó a las encuestas que reflejan una polarización cada vez más fuerte. En declaraciones a Radio con Vos, el economista dijo que «los analistas hablan de una cosa y la sociedad habla de otra».
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