Nicaragua vivía horas de tensión este domingo con manifestaciones en las calles contra el presidente Daniel Ortega y a un día de cumplirse un plazo dado por la iglesia católica para que el gobierno cree las condiciones para comenzar un diálogo que luce esquivo.
Los bloqueos de carreteras y manifestaciones continuaban en ocho departamentos, incluida la capital, donde miles de personas se desplazaron a Masaya, 30 km al sur, que el sábado sufrió horas de «terror y zozobra» ante una feroz represión que dejó un muerto y 150 heridos, según la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH).
Los obispos demandaron el viernes a Ortega que previo al diálogo permita el ingreso de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cesar la represión, retirar a grupos paramilitares y no obligar a empleados públicos a acudir a manifestaciones partidarias.
El ex diplomático y opositor Mauricio Díaz dijo a la AFP que Ortega respondió con una carta «llena de ambigüedades donde no hay un compromiso de cumplir» con las demandas y por el contrario arreció la represión entre viernes y sábado.
«Diálogo nació muerto»
El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, miembro de la comisión que prepara el diálogo, escribió en Twitter que el secretario de la CIDH, ha dicho que no han recibido la anuencia del gobierno para venir a Nicaragua.
Empresarios y sociedad civil enviaron este domingo una carta a la CIDH solicitando su presencia «con carácter de urgencia» para que conduzca una investigación, evaluación y diagnóstico en el terreno sobre denuncias de violencia, persecución, represión y muertes durante las protestas.
El Centro Carter, que envió un equipo al país, llamó el sábado a Ortega, a través de Twitter, a detener la violencia y la represión y «demostrar buena voluntad de ir al diálogo». En este escenario, el Ejército instó en la medianoche del sábado a «detener la violencia y otras acciones desestabilizadoras», y se declaró a favor del diálogo con mediación de la iglesia católica.
Un portavoz de la institución castrense aseguró en declaraciones a la AFP que el ejército «no reprimirá» las protestas de la población. No obstante, la posición de los militares despertó criticas en sectores opositores que esperan «un mensaje más claro» de los uniformados, que ayude a evitar que siga la violencia en el país.
El sociólogo y académico Cirilo Otero dijo a la AFP que no se trata que los militares den un golpe de estado «sino que convenzan a Ortega de convocar a elecciones transparentes», pues considera que el diálogo «nació muerto».
»Vacío de poder»
«La gente perdió el miedo y el respeto a Ortega y a su vicepresidenta y esposa Rosario Murillo. Esto no es gobierno. Lo que hay en Nicaragua es un vacío de poder y liderazgo político», indicó Otero.
Durante 25 días de protesta Ortega se ha dirigido a la nación cuatro veces, la última el sábado en medio de los disturbios en Masaya, para enviar un mensaje a través de una llamada telefónica de un minuto transmitida por los medios oficiales. «Queremos reiterar el llamado y el compromiso de ponerle fin a la muerte y la destrucción. Que no se siga derramando sangre de hermanos», dijo el mandatario.
«En ese mensaje Ortega llamó a la reconciliación y al amor, pero por otro lado vi una movilización de antimotines hacia Masaya, donde hubo una acción represiva tremenda», apuntó el ex diplomático Díaz.
La represión contra las manifestaciones es «exagerada y absolutamente desigual» porque el gobierno no está enfrentando una revuelta armada: «la gente anda en las calles con piedras, palos y banderas» pidiendo justicia y libertad, agregó. Las protestas, que iniciaron estudiantes el 18 de abril contra una reforma a la seguridad social y que se extendieron a otros sectores contra la represión y para exigir libertad y democracia, dejaban un saldo no oficial de 52 muertos.
La crisis ha evidenciado contradicciones internas en el gobierno, considero Díaz, quien precisó que «no hay una sola voz; no se sabe realmente quién está al frente del Ejecutivo, si es Ortega, Murillo o son otros dirigentes del Partido Frente Sandinista».