Héctor Schamis es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia, profesor de la Universidad Georgetown y columnista de importantes medios internacionales, y sigue de cerca la política latinoamericana.
Desde Washington reflexiona sobre los movimientos de la administración Trump a través del secretario de Estado Rex Tillerson, quien –según Schamis– pretende articular una estrategia colectiva para terminar la dictadura en Venezuela.
A continuación la entrevista completa de la periodista María Angélica Correa para el diario El Tiempo de Colombia.
-¿Por qué aún no se han unido los países latinoamericanos en torno a este tema?
-Porque algunos tuvieron gobiernos afines al chavismo; y otros, por una cierta hipocresía. La Carta Democrática surgió a raíz del Fujimorazo, cuando la región tomó conciencia de que un presidente electo podía dar un golpe de timón autoritario. Entonces, la OEA y el sistema interamericano todo dijeron: no aceptaremos jamás tener una dictadura en nuestro sistema. Esto se ha olvidado con Venezuela.
-En la OEA hay dos informes sobre Venezuela, y Luis Almagro no ha logrado consenso de los cancilleres.
-¡Cuatro, hay cuatro! Y allí también los gobiernos dejaron pasar. ¿Por qué? Por Petrocaribe; por hipocresía, como fue el caso de Chile. La última acción de política exterior de Michelle Bachelet fue irse a Cuba. Y nadie se la jugó demasiado, incluso con el tema de sanciones, como el Gobierno de Argentina, que hace dos meses está hablando de sanciones. ¡Bueno, que lo hagan, pues! Diosdado Cabello tiene propiedades en Argentina, hay quienes dicen que María Gabriela Chávez, también. Pero ha llegado la hora. En cuanto al secretario de Estado Tillerson, tal vez aquí comience su gestión verdadera.
-¿Por qué luego de un año de gestión?
-Es un momento muy conflictivo internamente en Estados Unidos. Por otro lado, la partida del subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Tom Shannon, directamente involucrado en los ocho años de Barack Obama, tal vez le permite a Tillerson abrir un nuevo capítulo y diferenciarse más firmemente.
-En este tablero de ajedrez, son varias las piezas que está moviendo el gobierno Trump: China y Rusia; consolidar un bloque de países latinoamericanos, y sanciones a funcionarios del régimen. Pero, pareciera que los sancionan y sancionan… y no pasa nada. ¿Cree que con sanciones se logre una salida?
-No. Lo que puede lograr es la caída de Maduro. Que caiga una pieza y esto acelere la caída del edificio jurídico. La comunidad internacional reclama elecciones libres, transparentes y justas. Con este sistema no pueden ocurrir. El Consejo Nacional Electoral en el territorio es un apéndice del partido de gobierno. El cambio institucional necesario para que una elección sea transparente es de tal magnitud que no se puede hacer una elección en menos de seis meses de transformación, con otro gobierno, además.
-¿Usted me dice que una sumatoria de sanciones individuales puede generar la caída de Maduro?
-Yo creo que sí. Puede producir una crisis.
-¿Por qué?
-Puede agudizar las contradicciones dentro del régimen, esa es la lógica, y que el régimen necesite lavarse la cara. Entonces que Maduro pase a ser el gran pasivo. Una pieza que sale puede ser el comienzo. Hasta ahora no ha salido ninguna pieza. Es como el juego del Jenga donde se arma una torre y se empiezan a sacar piezas de abajo y se ponen arriba, y así vas yendo para arriba. Entonces, en algún momento una pieza que salga te derrumba todo el edificio.
-Otra pieza es Tareck El Aissami. Según nuestra Constitución, al salir el Presidente, queda el Vicepresidente.
-Sí, detrás de Maduro viene El Aissami. Sin embargo, me es difícil pensar que sea posible una sucesión institucional “normal” en un escenario pos-Maduro.
-¿Y qué piensa de las sanciones petroleras?
-Ha habido instancias en que han dado resultados, y hay donde no. Eso es difícil de predecir. No han dado resultado en Cuba, porque se aplicaron sanciones al país, para que caiga un gobierno hace cincuenta y tantos años, y ahí está el Gobierno. No sé si las sanciones petroleras a Venezuela, eso está en la mesa, pero el negocio petrolero ha cambiado, y la capacidad productiva de PDVSA ha sido arruinada por el régimen.
-¿La opción militar?
-Cuando pienso en una intervención militar que contemple el ejército de EE. UU., en principio, como reacción visceral, digo estoy en contra, porque sabemos cuál es la historia de eso. Lo que sí es que debe proveerse ayuda humanitaria a los venezolanos. Tillerson dijo en Argentina: “No hacer nada significa continuar sometiendo a los venezolanos a más sufrimiento”. Ahora, si la comunidad internacional toma la decisión y Maduro no la acepta, no importa: no depende de Maduro autorizar o no. La comunidad internacional ingresará por los venezolanos que están muriendo.
-Y son incontables las historias… ¿Desde el punto de vista operativo, cómo se haría para ingresar ayuda en territorio venezolano?
-A eso iba. Eso también es una operación militar.
-¿Es una intervención o invasión?
-Cuando la ONU ingresa en una zona de conflicto y lleva adelante una intervención humanitaria, eso requiere de una cierta fuerza armada para separar a los contendientes y poder generar una zona de relativa paz. Una intervención de paz también es una intervención militar, por definición. No se puede ingresar a Venezuela a distribuir ayuda humanitaria, alimentos y medicinas sin una fuerza militar que lo garantice.
-¿Podría ser a través de la ONU?
-Podrían ser los cascos blancos, las misiones humanitarias tradicionales que operaron en África, en Haití, en casos de desastres naturales. Pero lo de Venezuela es un desastre sin un desastre natural, en términos de los refugiados, de la hambruna y de las epidemias que está generando.
-Se plantea como un genocidio.
-Lo es.
-Utilizando la metáfora del juego Jenga, ¿una intervención militar o una intervención de paz podría ser un movimiento, perfecto para que caiga la torre?
-Podría ser. También podría ser la excusa perfecta para la victimización del régimen.
-Con la mención de la Doctrina Monroe, “América para los americanos”, por el secretario de Estado Tillerson en la Universidad de Texas, antes de su gira por Latinoamérica, me vinieron a la mente las reservas de petróleo descubiertas recientemente en el Esequibo, y lo enlacé con la petrolera Exxon, donde Tillerson fue un exitoso gerente (2006-2016).
-Estoy muy de acuerdo con lo que dice. Además de que usó la doctrina Monroe, “América para los americanos”, que eso fue en referencia a que las potencias coloniales europeas debían abandonar el hemisferio occidental (Portugal, Inglaterra, Francia).
-Y ahora las potencias son Rusia y China.
-Exacto, y es contradictorio frente a un EE UU que se cierra y se vuelve proteccionista, y deja a América Latina libre a cualquiera otra economía para comerciar e invertir.
-Me llamó la atención cuando mencionó la Alianza para el Progreso.
-La Alianza para el Progreso fue una respuesta inteligente a la revolución cubana. Porque la promesa de la revolución comunista está alimentada por la pobreza en América Latina. Fue una especie de Plan Marshall para América Latina. Eso es lo que retoma Tillerson. No quedó claro en relación a qué: si fue Cuba o Venezuela.
-Pongamos sobre la mesa esta hipótesis: una petrolera americana se queda con la torta de los yacimientos petroleros en el Esequibo, y un Plan Marshall para una Venezuela que ya está destruida, pero, además, sacan del juego a Rusia y China. Y toman a PDVSA ya arruinada. Ganan en todo. Y evitan que se repita la situación de Venezuela en Colombia, siendo esto último un logro desde el punto de vista de seguridad hemisférica.
-Es muy cierto.
-¿Sería Colombia el país latinoamericano por el cual pasaría la salida del régimen de Maduro?
-Colombia es fundamental. Además del hecho de que una buena parte del Eln está en Venezuela.
-También se dice que las armas que las Farc no entregaron están en Venezuela.
-Además. Y la comercialización de la cocaína ahora pasa por Venezuela porque no hay control estatal alguno, o hay complicidad con algunos bolsillos del aparato del Estado venezolano.
-Espero que el gobierno Trump tome acciones que no se les vayan de las manos y con las que ellos se atornillen más en el poder.
-Sí. El caso es que es un gobierno que actúa por reflejo. Tiene algunos buenos reflejos –como con Cuba y Venezuela– pero, por otro lado, es un gobierno acosado por la trama rusa. Es un presidente siendo investigado por una colusión con un poder extranjero. Existe la posibilidad de una crisis institucional.
-Siendo Venezuela una colonia de Cuba, ¿estarían las dos es un mismo paquete en esta estrategia del gobierno Trump?
-En algún sentido sí. Imagino que en cualquier negociación de transición, terminación de este régimen o renuncia de Maduro, la opinión de La Habana será importante. En otro sentido, están en realidades completamente distintas por un hecho básico y es que en Venezuela han destruido el Estado; en Cuba hay Estado.
-¿Le parece que en Cuba hay Estado?
-Sí, porque hay una autoridad política fuertemente centralizada con la capacidad de ejercer las funciones del Estado.
-¿No es lo mismo en Venezuela?
-En Venezuela hay una fragmentación del Estado, una completa colonización de las funciones del Estado por diversos grupos (narcotraficantes, contrabandistas). La propia fragmentación del aparato coercitivo es una evidencia de eso (hay colectivos, paramilitares, guardias nacionales, policías, ejército, Sebin).
-¿Qué pasará cuando Castro entregue el poder, en abril?
-Esa es una gran pregunta. Qué pasará.
-Eso dentro del juego de Jenga será una pieza importante que se moverá.
-También.
-¿Cuándo podrá concretarse una intervención de paz?
-En el 2017 ha habido más refugiados de Venezuela en el mundo que del Medio Oriente. Y sin guerra y sin un desastre natural, porque Venezuela lo que ha tenido es la guerra del régimen contra su propio pueblo. ¿Cuál es la secuencia? No lo sé. Por supuesto que no sé la logística. Si sé que los venezolanos están muriendo, si sé que llegó la hora de la diplomacia de los dientes afilados.