El gobierno de Daniel Ortega y la oposición en Nicaragua regresan este viernes a la mesa de diálogo, al día siguiente de una jornada de paralización nacional y violentos enfrentamientos que elevaron a 162 el número de muertos en dos meses de protestas.
Al menos cuatro personas murieron el jueves en ataques armados de paramilitares y bandas progubernamentales contra las barricadas de manifestantes en León, Nagarote (noroeste), Managua, y Masatepe (sur), indicó el no gubernamental Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).
«Ortega continúa con su política criminal contra el pueblo de Nicaragua porque no quiere dejar el poder, pese a que el pueblo le dice que se vaya», declaró a la AFP Azhalea Solís, representante de la alianza opositora.
Los obispos católicos, mediadores en el diálogo nacional, convocaron al gobierno y la alianza opositora a volver a la mesa de diálogo para dar a conocer su propuesta de democratización del país y la respuesta del presidente Ortega.
«Estamos convocando a la Mesa Plenaria del Diálogo Nacional para el próximo viernes 15 de junio», cuando se presentará la respuesta de Ortega al diálogo propuesto por la Conferencia Episcopal. «Hemos recibido la respuesta del presidente de la República a las propuestas que (…) le presentamos en el encuentro que sostuvimos» la semana pasada, dijeron los obispos este miércoles al anunciar la convocatoria.
La cita está programada para las 10:00 hora local del viernes en Managua.
En la reunión «estaremos dando a conocer a la comunidad nacional e internacional, la propuesta que presentamos al señor presidente y la carta que él nos ha enviado con su planteamiento», indicaron los obispos católicos en un comunicado el miércoles pasado.
Los jerarcas católicos habían suspendido el diálogo tras la brutal represión contra las manifestaciones por el día de la madre, el 30 de mayo pasado, que dejó 16 muertos en varias ciudades.
Paro contundente
El paro del jueves fue casi general en Managua y en departamentos como Masaya, Granada (sur), Matagalpa, Estelí, Nueva Segovia (norte), León y Río San Juan (sudeste).
En las calles hubo poco tráfico, los comercios y empresas privadas no trabajaron, mientras que las oficinas públicas cerraron temprano.
«Fue una actividad cívica de resistencia frente a la represión del gobierno», dijo Solís, quien calificó el paro como un éxito.
El paro de 24 horas fue convocado el martes por la opositora Alianza Nacional por la Justicia y la Democracia, que agrupa a empresarios, estudiantes y sectores de la sociedad civil como una forma de presionar al gobierno a detener los violentos ataques contra manifestantes y pobladores a manos de fuerzas antichoques y «turbas» afines al gobierno.
El paro «es una forma de presionar a este gobierno que está haciendo atrocidades, queremos una Nicaragua libre», dijo una habitante de un barrio capitalino, donde la gente sonó las cacerolas en repudio al mandatario.
Nicaragua vive un clima permanente de protestas que tiene bloqueadas sus principales rutas con casi 900 «tranques» y barricadas en ciudades semiparalizadas desde que el 18 de abril estallaron las manifestaciones contra una fallida reforma a la seguridad social.
Las protestas se extendieron como una muestra de disconformidad contra el gobierno de Ortega, en el poder desde 2007, con su esposa Rosario Murillo como vicepresidente y mano derecha, ambos señalados de autoritarismo y de controlar todos los poderes del Estado.