Por la desaparición o la debilidad de sus tradicionales vendedores colombianos de cocaína, como la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), los carteles del narcotráfico internacional de México desplegaron un mayor número de mexicanos en Colombia para comprar drogas, porque enfrentaron problemas para garantizar el suministro de sustancias ilícitas a EE UU.
En vez de trabajar con un solo proveedor capaz de suministrarles 10 toneladas, ahora tienen que encontrar 10 diferentes que les entreguen una cada uno.
Pese al complicado escenario, “los mexicanos están cada vez más presentes en los laboratorios de cristalización, donde hacen control de calidad, para asegurarse de que la cocaína que están comprando sea de la más alta pureza”.
Estas y otras revelaciones son parte de un informe sobre la situación del narcotráfico internacional elaborado por la Universidad del Rosario, uno de los principales centros privados de educación superior de Colombia, y por Insight Crime, ente no estatal de Bogotá que indaga sobre la delincuencia organizada transnacional. El documento fue difundido este mes.
La “creciente presencia de mexicanos en Colombia está relacionada” con que “las grandes organizaciones” colombianas, como el cartel del norte del Valle, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), los Rastrojos y los Urabeños, “que podían garantizar el suministro de hasta 10 toneladas de cocaína a los grupos mexicanos mensualmente, han desaparecido o están debilitadas”, aseguró el estudio.
“Por eso hay compradores mexicanos en diferentes partes del país, tratando de conseguir un suministro constante de cocaína para el mercado estadounidense”, agregó.
Tras garantizar la pureza de la cocaína, “los mexicanos suelen acompañar los cargamentos que salen de Colombia, bien sea en semisumergibles, buques de carga, lanchas de lujo, aeronaves o cualquier otro medio de transporte. Esto minimiza las fricciones o conflictos en caso de que los cargamentos sean incautados, o si tienen que ser abandonados debido a operaciones de los organismos de seguridad”, detalló.
Por “la fragmentación” de las redes de narcotráfico en Colombia, narró, ahora hay “muchos más compradores mexicanos que antes” en suelo colombiano, puesto que también “justamente hay muchas más” organizaciones de narcotráfico en México “y más pequeñas que antes”. “Los mexicanos están buscando maximizar sus márgenes de ganancia.
Ya no les agrada comprar cocaína colombiana en Centroamérica a unos 8.000 dólares el kilo, sino que prefieren conseguirla por 3.000 y organizar su propio transporte. Tendencia que gana fuerza desde 2005”.
El estudio confirmó que los carteles mexicanos fueron clientes compradores de cocaína de las Farc, la guerrilla comunista que se alzó en armas en 1964, que en noviembre de 2016 firmó un pacto de paz con el Gobierno colombiano, con la promesa de retirarse de la narcoactividad, y en 2017 pasó a ser partido político.
“Las Farc fueron el principal actor en la primera etapa de la cadena de la cocaína, la fase de producción en Colombia, hasta 2016”, cuando pactaron la paz, precisó la investigación.
La jerarquía de la guerrilla negó estar inmiscuida en el narcotráfico y alegó que esa labor la hicieron grupos que se salieron de la insurgencia.
En la costa colombiana del océano Pacífico y en Ecuador, “los principales compradores eran los mexicanos, mientras que los frentes de las Farc en la frontera con Venezuela les vendían a diversos compradores, entre ellos a funcionarios corruptos en el ejército venezolano”, aseguró. La Fuerza Armada de Venezuela refutó estos cargos.
“El ejército guerrillero fue el principal regulador y protector del negocio de la coca (cultivos de la hoja) y la cocaína”, sentenció, al subrayar que los productores de coca y los raspachines o cultivadores “conformaban no solo una fuente de reclutamiento de nuevos combatientes de las Farc, sino además gran parte de su base política”.