El conservador Guillermo Lasso asume este lunes la Presidencia de Ecuador tras vencer al correísmo y recuperar después de dos décadas el poder para la derecha, representada en Quito por mandatarios y líderes políticos de Sudamérica y España que asisten a la investidura.
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Este exbanquero de 65 años de edad hereda un país en crisis económica, que se extendió a lo social y sanitario a causa del covid-19, siendo Ecuador el séptimo de Latinoamérica con más casos (418.851) y muertos (20.193), según un conteo de la AFP.
Al acto de posesión a cargo de la unicameral Asamblea Nacional asistirán gobernantes de varios países como el de Brasil, Jair Bolsonaro; de Colombia, Iván Duque; y de Chile, Sebastián Piñera. También el rey de España, Felipe VI, de acuerdo con la secretaría de Comunicación.
Como antesala, el domingo se celebró en Quito un foro iberoamericano derechista organizado por la Fundación Internacional para la Libertad (FIL), encabezada por el premio Nobel Mario Vargas Llosa y en el que participaron Lasso y sus «amigos» José María Aznar, exgobernante de España, y Andrés Pastrana, de Colombia.
En el cónclave, al cual también asistió el dirigente opositor venezolano Leopoldo López, se debatió sobre los desafíos de la libertad en momentos en que el gobierno de Colombia enfrenta protestas sociales y en Chile despertó la izquierda.
«Nuevo aliado»
En un mensaje grabado, Duque celebró que «tengamos en Ecuador, con el presidente Guillermo Lasso, a un nuevo aliado como jefe de Estado para continuar defendiendo unidos la democracia en la región».
«Vamos juntos en este camino por la democracia y la libertad en todo el continente americano», dijo a su vez López, sentenciado en 2015 en su país a casi 14 años de prisión al ser acusado de incitación a la violencia en protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
En vísperas del balotaje presidencial del 11 de abril, Lasso expresó su rotundo rechazo al «totalitarismo» y su anhelo de que Venezuela retorne a la senda democrática.
«Siempre lucharemos por la democracia en la región. Impulsaremos todos los esfuerzos para que los países se gobiernen por gobernantes democráticos, en un ambiente de libertad. Jamás al totalitarismo», manifestó en entrevista con la AFP.
En el balotaje, el exbanquero tomó revancha ante el exmandatario socialista Rafael Correa (2007-2017) al derrotar a su delfín, el economista Andrés Arauz, por 4,72 puntos.
Tras una década de inestabilidad institucional (1997-2007), en la que Ecuador tuvo siete presidentes -tres de ellos derrocados- y de la era correísta, Lasso es el primer derechista en ser electo.
Para su gestión de cuatro años promete un «gobierno del encuentro» que buscará superar la polarización entre el correísmo y el anticorreísmo, y una encarnizada lucha contra la corrupción.
«No vamos a permitir impunidad»
Correa, quien desde que dejó el poder vive en Bélgica, de donde es su esposa, fue condenado en 2020 en ausencia a ocho años de cárcel por corrupción.
Varios exfuncionarios de su gobierno socialista están en la cárcel también por corrupción, entre ellos su ex vicepresidente Jorge Glas, quien desde 2017 cumple seis años de prisión por recibir millonarios sobornos de la constructora brasileña Odebrecht.
«No vamos a permitir impunidad. Que tengan miedo los corruptos, normal. Que tengan miedo los que abusaron de los ecuatorianos, normal», manifestó Lasso el jueves, al presentar a su gabinete.
Añadió que «aquellos que no hemos abusado de nadie, hemos respetado la ley, que han actuado con honestidad, no tienen que tener miedo en un gobierno del cambio».
Con las fuerzas dispersas y sin mayoría absoluta en el Congreso, su movimiento Creando Oportunidades (CREO) debió aliarse con sectores de centro e izquierda para lograr un frente que asumió el control del Legislativo excluyendo al correísmo.
«Hay que ver si esta alianza realmente le va a ayudar a la gobernabilidad porque veo líneas rojas», dijo a la AFP Wendy Reyes, consultora política y catedrática de la Universidad de Washington.
Con el Fondo Monetario Internacional (FMI) como principal financista de Ecuador a cambio de reformas estructurales, sectores sociales se oponen a alzas tributarias y planes de privatización.
Lasso ha anticipado alianzas público-privadas y concesiones para obtener recursos.