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La redistribución de tareas en el hogar es un desafío en América Latina

por Avatar EFE

Romper con los esquemas tradicionales de la distribución de tareas en el cuidado del hogar y de las personas es uno de los principales desafíos económicos de América Latina. Esto en cuanto a vivir en sociedades más igualitarias, donde esas responsabilidades no recaigan solamente en las mujeres.

La argentina Corina Rodríguez, experta en economía del cuidado, se refirió a este reto en una entrevista con Efe en su visita a Bolivia para participar en una reunión de plataformas de mujeres. Este proyecto es impulsado por la coordinadora de la Mujer para discutir sobre el cuidado no remunerado.

«Al distribuir de mejor manera las tareas de cuidado, estaríamos liberando fuerza de trabajo. Así las mujeres podrían participar más en la economía y sería posible mejorar la situación de vida de los hogares», explicó la experta.

Distribución de las responsabilidades

Muchas mujeres deben dividir su tiempo entre las tareas del hogar y el cuidado de los niños o adultos mayores con algún trabajo remunerado. Esto implica un doble esfuerzo que puede ser redistribuido de manera equitativa entre hombres, mujeres y el Estado, según Rodríguez.

«Las responsabilidades no solo son entre mujeres y varones, sino también entre el Estado, el mercado y la comunidad. De ese modo se puede garantizar que los hogares puedan acceder a servicios públicos de cuidado», expresó.

Rol del Estado

Algunas de las formas en las que el Estado puede contribuir es aumentando la provisión de jardines infantiles para los niños, generando programas para adultos mayores y brindando licencias a madres y padres para el cuidado de los niños recién nacidos para así avanzar hacia la responsabilidad mutua.

«La idea es llegar a la corresponsabilidad y que todas las personas podamos elegir la manera en la que queremos organizar el cuidado, sin importar el sexo, la posición económica o la etnia», subrayó la economista.

Políticas públicas por emplear

Para ello, según Rodríguez, es necesario que América Latina avance hacia un sistema social de cuidado que defina políticas públicas en esta materia.

«Lo primero es crear una demanda social en el tema. Hay que visibilizar este problema, para que las propias personas lo reconozcan. Luego construir una agenda de políticas de cuidados que permita liberar a las personas un tiempo de trabajo remunerado para dedicarlo al cuidado», puntualizó.

Preparación cultural

Rodríguez señaló que estos cambios son lentos en las sociedades que cuestionan «valores sociales muy arraigados». Por ello se necesita de una alianza entre la sociedad civil y el Estado para que estos cambios den frutos y así «acortar la brecha de desigualdad en el mercado laboral».

«Creo que la población joven, que ya tiene otra forma de pensar estos temas, es la esperanza de la aceleración de esta transformación», opinó.

Uruguay como ejemplo

Uno de los países referentes en América Latina en esta temática es Uruguay, que desde 2015 puso en marcha el Sistema Nacional Integrado de Cuidados. Este aúna la protección de sectores vulnerables como la primera infancia y la tercera edad.

«Los avances al respecto en la región son muy desiguales, pero Uruguay es un ejemplo interesante que nos demuestra que sí es posible avanzar en el cuidado», recalcó Rodríguez.

Un trabajo de todos

El reto como región es «desafiar a las normas patriarcales para avanzar hacia un mundo más justo» en el que las personas tengan la posibilidad de elegir cómo afrontar esos cuidados y no asumir que es trabajo de la mujer, afirma la experta.

«No estamos obligadas a cuidar por el hecho de ser mujeres, ni los hombres a proveer, por ser hombres, sino que es posible vivir en una sociedad donde ambos podemos ser cuidadores y proveedores. Es un desafío enorme, pero sí se puede», finalizó la investigadora.

Experticia en la materia

Rodríguez es economista y tiene estudios en políticas públicas y en economía del cuidado desde una perspectiva feminista. Es además doctora por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

Además es investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina.