A la distancia una mano se asoma entre las paredes; todos callan cuando los rescatistas y voluntarios el escombro de ese muro, pero aún no han podido llegar al cuerpo sepultado y encallado en lo que quedó de ese multifamiliar ubicado sobre Calzada Tlalpan y Ciudad Jardín.
La mano de tez clara y de uñas pintadas de color rosa, es de una mujer. Informan los rescatistas que en momentos pide auxilio y eso los alienta para escarbar más y llegar a ese segundo nivel en el que quedó prensada. Temen incluso llegar tarde.
Los paramédicos y personal de Marina Armada de México reportan en este inmueble que poco a poco se desploma, un saldo parcial de una persona muerta, cuatro más lesionadas y más de 25 desaparecidas, pero están conscientes que puede aumentar.
Entre las personas lesionadas sacadas de las ruinas de los condominios está una niña a quién han llamado “Cielo”, cuentan los voluntarios del primer anillo, porque dicen que su mirada siempre la dirigió hacia arriba, a pesar de que el polvo cubría su menuda silueta.
Las menor solo sufrió algunas contusiones, pero nada de gravedad, aseguró uno de los paramédicos que la vio salir en hombros de sus compañeros.
Cada remoción de escombro del tercero, cuarto y quinto piso, se escucha el grito de ¡silencio!, que es la señal de que desde arriba se escuchó un llamado de auxilio, alguna voz o incluso un gemido o llanto de dolor de alguna víctima atrapada entre el concreto y los retorcidos fierros.
Otros más levantan la voz para evacuar por momentos a los voluntarios, luego de una fuga de gas que se registra al interior del edificio y esto obliga a que los especialista de Protección Civil y Bomberos, así como de la Marina, trabajen solos a marchas forzadas en el rescate.
Media hora más tarde se reanudan las labores de todos los voluntarios y regresa esa escena polvorienta que impide la visibilidad de quienes solo observan, al caer poco a poco las toneladas de concreto.
Los 6.8 grados Richter que alcanzó de magnitud el sismo que cimbro este martes a la Ciudad de México y a los estados de Morelos y Puebla, se recuerda a cada momento entre los cerca de 3 mil voluntarios que han acudido al rescate, de acuerdo a la lista de control de acceso.
No hay luz en al menos dos kilómetros a la redonda y lo único que ilumina las labores de rescate son un par de plantas de gasolina que abastecen los intensos faros dirigidos hacia la multitud y hacia el multifamiliar siniestrado.
Una turba interrumpe las labores de rescate por un momento, luego de que un sujeto intentara abusar en uno de los oscuros departamentos aledaños al inmueble colapsado de una menor de edad que alcanzó a pedir auxilio.
“Que lo maten al culero; déjenmelo para partirle la madre, porque además es un pinche ratero que intentó robar una casa y violar a una chavita”, gritaba la multitud enardecida, cuando el presunto delincuente era rescatado por personal de seguridad Pública y de la Marina, de ser linchado.
Los carriles de Tlalpan son cerrados y ocupados también por paramédicos, médicos voluntarios y ciudadanos que han llevado víveres a quienes hacen sonar el pico y la pala, pues los vecinos han abandonado sus hogares. Temen que sus edificios también colapsen.
Así han pasado las horas y el saldo permanece, pues la construcción no cede; se opone a que las víctimas sean rescatadas. “Esperemos que haya personas vivas, por vida de Dios”, solloza una voluntaria.
Una segunda fuga de gas se presenta y evacúan nuevamente a los voluntarios y detiene los trabajos de rescate.