A uno lo señalan por títulos universitarios falsos y aceptar dinero procedente del narcotráfico. A otro, de saltarse el turno de vacunación contra el covid-19. Las acusaciones engañosas han sido un arma en la antesala del balotaje presidencial de este domingo en Ecuador.
Sin embargo, la campaña de desprestigio en redes desde antes de la reñida primera vuelta del 7 de febrero tiene escaso potencial de generar un daño electoral profundo, según analistas consultados por el servicio de verificación de la AFP.
El economista Andrés Arauz, delfín del expresidente socialista Rafael Correa (2007-2017), y el exbanquero conservador Guillermo Lasso se han acusado mutuamente de promover la desinformación en los comicios que definirán al sucesor del impopular Lenín Moreno.
En medio de la polarización electoral entre izquierda y derecha, y el correísmo y el anticorreísmo, la desinformación y cuentas falsas germinaron, avivando las discusiones en redes sociales.
Restar legitimidad
La desinformación tiene un terreno fértil en Ecuador, con 17,4 millones de habitantes, donde 40% de los mayores de 12 años utiliza al menos una red social desde un teléfono inteligente. Eso representa un aumento de 8,1 puntos porcentuales en relación a las elecciones de 2017, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
Los simpatizantes de un candidato buscan «descalificar al adversario convirtiéndolo en el enemigo» e intentando que «se lo presente como inhabilitado para el ejercicio del poder», explicó el politólogo Gabriel Hidalgo, de la Universidad de Las Américas (UDLA).
Para Hidalgo, la vieja estrategia de propaganda negra se trasladó a las redes sociales.
«Estas elecciones tuvieron una gran presencia digital», comentó Verónica Altamirano, docente de la Universidad Técnica Particular de Loja.
Con la polarización «ha salido una gran cantidad de noticias falsas que han desvirtuado tanto las propuestas como la vida de los candidatos», añadió.
Publicaciones en Facebook y Twitter provocaron encontronazos entre ambos. Arauz, de 36 años y ganador de la primera vuelta con 32,72%, culpó a Lasso de «inventar y viralizar» mentiras. El conservador, de 65 años y segundo con 19,74% de apoyo, alega campañas sucias en su contra.
A la cruzada de ataques se sumaron perfiles falsos o «bots», que siguen a «las cuentas (de los candidatos) con el objetivo de insultar, desmentir, generar controversia», explicó Altamirano.
Son identificables por sus imágenes de perfil, con fotografías de los aspirantes, por tener muy pocos seguidores o por su interacción sospechosamente reciente, indicó.
Algunos incluso, señalaron expertos, conforman las propias campañas.
«Al impulsar estas acciones se van a sumar perfiles, no necesariamente falsos, que visiblemente apoyan una campaña X o Y, y que van a potenciar esos mensajes» contrapuestos, afirmó Roberto Moreano, profesor de periodismo digital de la UDLA.
Un análisis de Twitteraudit, una herramienta virtual que distingue cuentas reales de fraudulentas en Twitter, calcula que Arauz tiene más de 2.200 seguidores falsos (3%) y Lasso unos 1.600 (31%).
Afectación del debate
«Las redes se prestan para que las personas se insulten y no debatan con argumentos», apuntó Tania Orbe, de la Universidad San Francisco de Quito, en un encuentro organizado por la coalición Ecuador Verifica.
El equipo de verificación de la AFP, que forma parte de esa coalición, revisó contenidos que acusaban a Arauz de tener causas por peculado, títulos universitarios fraudulentos, de querer replicar el modelo del gobierno de Venezuela y de aceptar dinero del narcotráfico para su campaña. Todos resultaron falsos.
«Se empieza como una acción pública de, por ejemplo, atribución falsa de delitos no cometidos, de declaraciones no dichas o sacadas de contexto» que desembocan en «injurias, calumnias, difamaciones», agregó Hidalgo.
Lasso, por su parte, fue señalado de haberse vacunado con las primeras dosis contra el covid-19 que llegaron para personal médico y de realizar eventos proselitistas con mujeres en bikini. Ambos resultaron ser montajes o tergiversaciones.
Ecuador Verifica, conformada por unos 30 medios y organizaciones, analizó más de 250 contenidos con mensajes potencialmente falsos desde la campaña para la primera vuelta.
La batalla en las redes tuvo un episodio especial con las denuncias de fraude del líder indígena Yaku Pérez, quien por estrecho margen quedó fuera del balotaje.
Pruebas de supuestas irregularidades fueron malentendidos, estableció la AFP.
Miles de usuarios se abalanzaron sobre jóvenes con papeletas electorales simuladas señalándolos de ser autores de fraude, pero en realidad los agredidos eran encuestadores a boca de urna.
«Si en un momento de mucho interés social, como son las elecciones, hay una candidatura que denuncia algún tipo de fraude, la relación (con la desinformación) es directa», opinó Moreano.
Hidalgo estima que la disputa en redes se da entre grupos que no representan el gran electorado y que integran «los sectores que tienen ciertos privilegios de acceso a la información tradicional o digital».
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