El caso de un mono araña que luego de ser capturado en las selvas colombianas fue entrenado para comer empanadas y tomar gaseosa. El hecho muestra las garras del tráfico ilegal de animales.
Aunque es una de las 25 especies de primates más amenazadas en el mundo, muestra las nefastas consecuencias del millonario negocio del tráfico ilegal de animales en el país.
La ONU aseguró que el comercio de animales es el tercer negocio ilícito más rentable en el planeta.
Las ganancias podrían alcanzar los 26.000 millones de dólares anuales y superado en esa oscura clasificación solo por el narcotráfico y la trata de personas.
La gente ignora que hay 54.871 especies registradas de animales, plantas, hongos y microorganismos que hacen a Colombia la segunda nación más biodiversa del mundo.
La situación es preocupante
Cifras del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible indican que en 2017 fueron incautados 23.605 animales, que fueron sacados de su hábitat para ser vendidos en el exterior.
De la triste cuenta de las 10 especies colombianas más traficadas dentro y fuera del país figuran la tortuga hicotea, la tortuga morrocoy, la iguana, el periquito bronceado y la lora común.
También hacen parte de la infame lista la cotorra cheja, la ardilla, el tití gris, el mico maicero y las ranas venenosas.
Solo en Bogotá, entre enero y julio de este año, se han realizado 35 operativos de control al tráfico de fauna silvestre en los que se han recuperado 382 animales. Acciones que si se suman a las que se adelantan a diario en la ciudad, dan un total de 3.600 individuos rescatados, dijo a EFE el subsecretario de Ambiente, Óscar López.
Datos oficiales dejan en evidencia que entre 2016 y lo que va de 2019 han sido recuperados por las autoridades más de 10.000 especímenes en la capital.
Entre ellos figura el reciente caso de 32 canarios costeños que luego de ser capturados y encerrados en jaulas fueron obligados a participar en concursos de canto promocionados en Facebook.
En peligro de extensión
Hace dos años se conoció el caso de un cachorro de tigrillo que, de acuerdo con la UICN, está en peligro de extinción. Este fue encontrado desnutrido dentro de una casa en Bogotá.
Luego de la intervención de las autoridades, el felino estuvo en proceso de recuperación durante más de 20 meses en los centros de fauna silvestre.
El objetivo era estimular sus condiciones físicas y que pudiera cazar y comportarse con normalidad frente a los demás individuos de su especie.
Finalmente, en mayo de este año el tigrillo estuvo listo para recuperar su libertad en la Reserva Natural Bojonawi, ubicada en la selvática región colombiana de Vichada.
El tigrillo fue transportado por vía aérea y será monitoreado satelitalmente, al menos, por un año.
No todo corren la misma suerte
Pero no todos los 6.700 animales que se han atendido en el Centro de Fauna Silvestre capitalino desde octubre de 2017 han tenido la misma «buena suerte» de ese tigrillo.
«Algunos llegan en muy mal estado de salud, con deshidratación, estrés y desnutrición debido las condiciones extremas del cautiverio, ya que los meten en maletas, cajas de cartón o tubos de plástico», aclaró.
Agregó que «muchos mueren y aquellos que sobreviven comienzan la rehabilitación, que incluye exámenes de ingreso, tratamiento veterinario, dietas y recuperación».
Si bien la intención es que los animales regresen a su hábitat, en algunas ocasiones las afectaciones son tan severas que nunca vuelven a las selvas.
Ese sufrimiento lo padecieron 424 ranas venenosas incautadas en abril en El Dorado, cuando un colombiano pretendió llevarlas a Europa por encargo de un ciudadano alemán.
Caso omiso a la ley
Mediante rayos X fueron detectados los animales que viajaban ocultos en rollos fotográficos.
Cuatro estaban muertos y que, a pesar de ser una especie en peligro crítico de extinción, fueron sustraídos ilegalmente de los departamentos de Chocó y Valle del Cauca.
Esa historia se ha repetido este año también con 10 mantis religiosas y 12 cangrejos rojos de manglar que iban a ser vendidos en Estados Unidos.
También con 23 tarántulas que serían trasladadas a Corea del Sur, entre otros lamentables casos.
Aunque el tráfico de fauna silvestre es un delito ambiental en Colombia que puede acarrear multas de hasta un millón de dólares, los delincuentes hacen caso omiso a la ley.