Tras el aplastante resultado de Javier Milei en Argentina, socialistas y comunistas han quedado indignados en distintas partes del mundo. Quienes vivimos en Chile, seguimos a RTVE que tiene paneles de opinión que dan lástima. Todo sesgado, todo parcial y todo repleto de progresismo barato.
En la región suramericana, el presidente chileno Gabriel Boric rápidamente felicitó al ganador, tomando una posición de colaboración, aunque Boric rogaba por el triunfo de Massa. El exguerrillero Petro de Colombia, fue más cauto, y tardó más tiempo en reaccionar, apelando a la «tristeza que el resultado implica para América Latina». Lula da Silva, de Brasil, que es un político más hábil, felicitó a Milei y destacó la importancia de Argentina como país.
Se inicia una nueva etapa en Argentina, no exenta de dificultades, pues todos los parásitos de la sociedad argentina, empezarán a reunirse para ver cómo logran derribar a Milei. Si bien el triunfo del libertario fue holgado, hay un contingente de dirigentes peronistas históricos, que no se quedarán de brazos cruzados. Tras los primeros recortes de gasto fiscal, vendrán las reacciones de los «afectados».
El problema de Argentina está en el tamaño del Estado y en el clientelismo político. Milei mencionó en su discurso inicial, que Argentina podría recuperar posiciones en 35 años. Para lograr eso, se requiere estabilidad y continuidad, en un país que idolatra a Maradona, gran futbolista, pero mal ciudadano.
Los asesores de Massa estuvieron más preocupados en la campaña, de las víctimas de la dictadura y de la «recuperación» de las Falklands, que del drama diario que vive un argentino común. Parecía un chiste de mal gusto, tener de candidato al ministro de Economía de un gobierno fracasado.
Por su lado, la expresidenta Cristina Fernández escondida en la Patagonia y rodeada de los corruptos que la hicieron poderosa.
La prensa de izquierda en Argentina y también en España, empiezan a internalizar que el triunfo de Milei fue amplio e inobjetable. Los resultados dejaron en evidencia que las provincias, salvo dos excepciones, apoyaron a Milei de manera impresionante, a diferencia del cono urbano de Buenos Aires, en donde se ha concretado la ayuda directa e interesada del gobierno central.
En Chile faltan dos años para que el gobierno deje de ser socialista-comunista y todo indica que los habitantes de la región ya no quieren más promesas ni modelos neo-marxistas.
En Argentina ha llegado el momento de trabajar más y hablar menos. Probablemente regresarán los capitales que se fugaron, tras años de mala conducción política y económica. Algún día Argentina tendrá que pagar sus deudas y comportarse decentemente en el mercado financiero internacional. Ojalá que el Papa argentino, rece por su pueblo y ya no reciba más en El Vaticano a aquellos que llevaron a Argentina a la quiebra.