La travesía de los venezolanos fuera de su país en busca de oportunidades se trataba, para muchos, de un viaje sin regreso. Pero esto cambió con la pandemia. La crisis de salud causada por el covid-19, y el impacto económico de las medidas para contenerla, como el aislamiento obligatorio, han motivado la salida de 55.888 venezolanos entre el 14 de marzo y el 13 de mayo, de acuerdo con cifras de Migración Colombia.
La primera oleada, de 29.800 personas, se dio solo en tres días: entre el 15 y el 17 de marzo, antes de que entrara en vigencia el cierre de la frontera con Venezuela ordenado por el gobierno de Iván Duque el 13 de marzo.
A este flujo, compuesto sobre todo por migrantes pendulares que se mueven constantemente entre las fronteras, se le sumó sin embargo en las últimas semanas el de venezolanos de otras zonas del país, motivados tanto por las dificultades para subsistir en Colombia como por la invitación que el propio Nicolás Maduro les hizo de regresar.
En algunos casos, estos migrantes han cruzado el país con tal de retornar, lo que ha obligado a que la Procuraduría, Migración Colombia y la Superintendencia de Transporte intervengan para evitar abusos de empresas de buses o falta de coordinación entre mandatarios locales.
Llamado a la solidaridad
En los primeros días, de acuerdo con el asesor para la migración desde Venezuela de la Presidencia, Felipe Muñoz, controlar la salida de venezolanos de manera ordenada era como parar un ciclón con el dedo.
Algunos mandatarios locales, por su cuenta, comenzaron a apoyar estos traslados. Uno de ellos fue el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, quien propuso el 7 de abril un vuelo humanitario para repatriar a estas personas y, el 14 de abril, dispuso de diez buses para hacer el recorrido desde la ciudad hasta el paso fronterizo de Cúcuta.
Los movimientos, sin embargo, generaron concentraciones y por lo tanto focos de contagio en ciertas ciudades, como Bucaramanga.
A mediados de abril, miles de personas, que llegaron en buses desde otras zonas del país, se aglomeraron en la plaza del Agua, en la capital de Santander. Aunque el número ha venido disminuyendo, esta semana varios cientos bloquearon la vía hacia Norte de Santander demandando un bus para regresar a su país.
Ante este contexto, y con el fin de evitar un colapso de las ciudades de frontera, la Procuraduría emitió el pasado 30 de abril una circular en la que insta a los alcaldes y gobernadores a trabajar de manera coordinada para estos traslados.
Esta advertencia para los mandatarios locales que trataron de incentivar los movimientos de venezolanos sin consultar con las autoridades se materializó el 7 de mayo, cuando la Procuraduría suspendió al secretario de gobierno de Puerto Tejada, Cauca, Pablo Mina, por el presunto traslado a Cali de 18 migrantes sin cumplir con los protocolos y no actuar en conjunto con Migración Colombia.
“Esto no puede tratarse de cómo una ciudad hace ojos ciegos para que el migrante pase para el siguiente municipio”, dijo a El Tiempo Juan Francisco Espinosa, director de Migración.
Las medidas de control también involucraron a la Superintendencia de Transporte, la cual sancionó el 4 de mayo a las empresas Nuevos Andes World Tours, Estarter, Transportes Especiales del Oriente, Transporte Libertus y Del Norte Transportes y turismo, por ofrecer su servicio sin cumplir con las normas de bioseguridad.
El Tiempo pudo confirmar con Migración Colombia que estas empresas transportaban migrantes venezolanos.
El embudo en la frontera
Hasta ahora, el porcentaje de venezolanos que ha cruzado hacia su país equivale solo al 1,4% del total de 1’825.000 que se contabilizan oficialmente en Colombia.
Esta cifra, sin embargo, obedece sobre todo a la capacidad de recepción de Venezuela, que ha limitado el paso por cada punto fronterizo: por Villa del Rosario, en Norte de Santander, reciben 300 personas por día; por Arauca, 100; y por La Guajira el corredor solo es habilitado de forma eventual.
De acuerdo con Migración Colombia, el 65% de las salidas se han dado por Norte de Santander y de los que han cruzado 81% son adultos y el 19% son menores de edad.
Migración Colombia, junto con la gerencia de la frontera, controlan los traslados de buses diariamente.
A este flujo de salida a cuentagotas se le suma la posibilidad, contemplada por las autoridades de que este fenómeno no sea permanente. “Una parte de esa población volverá, en la medida de que Venezuela no desarrolle capacidades para atenderlos”, señala Espinosa.
Por esta razón, y por la proporción de personas que se ha ido, Muñoz considera que es un error pensar, como parece que han considerado algunos, que el fenómeno migratorio venezolano en Colombia se acabó con esta situación.
El fenómeno de las últimas semanas, para Ronal Rodríguez, director del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, refleja que la migración desde Venezuela tiene características distintas a las tradicionales: es un tránsito en el que no se descarta la posibilidad de regresar.
“Es una migración que no logra establecerse y vive añorando esa relación con su tierra”, señala. Esta condición, sumada a las incertidumbres de una pandemia y las promesas de un gobierno del que decidieron huir, fueron los factores que motivaron a decenas de miles de personas que en las últimas semanas desandaron sus pasos, por un camino que, sin embargo, es poco probable que sea la última vez que recorren.
— ¿Cómo ha respondido el gobierno ante la intención de miles de venezolanos de volver a su país?
Lo que hemos visto es que como seres humanos todos estamos en una conducta racional de volver al hogar en esta situación de pandemia. También les ha pasado a muchos colombianos. A esto se suma que en la población migrante venezolana hay un gran grado de informalidad, una dependencia de los mercados informales que se ha visto obstaculizada por el aislamiento. Pero desde el Gobierno no se está incentivando la salida de migrantes. Por el contrario, el llamado es a que permanezcan. Pero tampoco podemos restringirles el derecho a migrar. Tenemos entendido que Naciones Unidas no está apoyando con recursos este proceso, precisamente por una prevención en ese sentido… Detrás de esta situación hay discusiones complejas, porque muchas de estas personas están regresando a un país donde la situación no está bien. De hecho, a uno le da tristeza que, pese a que uno les advierte esto, muchos insistan en irse. Así que entiendo que las autoridades internacionales digan: no podemos estar en esto. De hecho, nosotros tampoco estamos en eso, solo que no podemos pretender retener a una persona.
— ¿Cómo está la coordinación con Ecuador ante los flujos de migrantes desde allí?
La frontera con Ecuador es más que porosa: es de convivencia entre vecinos. Es una zona donde hay fincas con parte en Ecuador y parte en Colombia. La Fuerza Pública ha hecho un esfuerzo para bloquear esos pasos. Tenemos un plan espejo con las autoridades ecuatorianas, con quienes hemos tenido reuniones. La prioridad es proteger Nariño, a Ipiales y otros municipios de la zona. Pero es imposible custodiar cada metro de frontera.
— ¿Qué pasará con las medidas de acogida que tramitaban venezolanos que se están yendo?
Quienes se van irregularmente pueden perder su estatus. Por ejemplo, quien estaba pidiendo un refugio perdería esa posibilidad. Si la salida se da violando la ley, por trocha, se exponen a sanciones.
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