La pandemia del nuevo coronavirus sigue ensañándose con Europa, donde Bélgica superó este domingo los 20.000 muertos y Alemania los 40.000, aunque la canciller alemana, Angela Merkel, advirtió que lo peor todavía está por venir.
Las próximas semanas serán «la fase más dura de la pandemia», con el personal sanitario trabajando al máximo de su capacidad, advirtió la canciller de Alemania, donde más de 80% de las camas de las unidades de cuidados intensivos se encuentran ocupadas.
Merkel subrayó el fuerte impacto que tuvo el aumento de contactos sociales durante las fiestas Navidad y Año Nuevo, que aún no se traducen en las estadísticas.
Como si fuera poco, un año después del inicio de la pandemia en Wuhan, la rápida propagación de nuevas cepas más contagiosas provoca el repunte de los casos y el riesgo de colapso de los hospitales, como es el caso del Reino Unido, que ha superado las 80.000 defunciones, o de Alemania, y ha dado lugar a nuevas medidas restrictivas en todo el planeta, desde Canadá a Suecia.
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En el Reino Unido, el sistema sanitario «enfrenta actualmente la situación más peligrosa que se pueda recordar», advirtió Chris Whitty, director médico para Inglaterra. «Si el virus continúa este recorrido, los hospitales enfrentarán verdaderas dificultades, y eso será muy pronto», advirtió.
Predicando con el ejemplo, la reina Isabel II, de 94 años de edad, y su esposo, el príncipe Felipe, de 99, se inocularon su primera inyección de la vacuna contra el covid-19 el sábado en el castillo de Windsor, ubicado al oeste de Londres, donde se encuentran confinados.
El gobierno se plantea como objetivo vacunar a todos los adultos del Reino Unido para el otoño boreal, y ha tomado la delantera con 1,5 millones de personas ya inoculadas. El país europeo más enlutado por la pandemia, que superó el sábado las 80.000 muertes y 3 millones de contagios, se lanzó a una carrera contrarreloj contra la nueva cepa.
A la espera del desarrollo de las campañas de vacunación, cuya lentitud está siendo muy criticada, gobiernos como los de Francia y Suecia endurecen las medidas para reducir los contactos con el riesgo de agravar la situación económica.
En tanto, Bélgica superó este domingo las 20.000 muertes vinculadas al coronavirus. La mitad eran ancianos residentes en casas de salud. Con una tasa de 1725 decesos por cada millón de habitantes, Bélgica es el país con la mayor tasa de mortalidad en el mundo proporcionalmente a su población.
En Francia, ocho nuevos departamentos adelantaron el toque de queda a las 6:00 pm, para disgusto de los comercios de alimentación, añadiéndose a quince departamentos que ya lo hicieron el fin de semana anterior. En el resto del país, el toque de queda rige desde las 8:00 pm.
En el país se están intensificando investigaciones y más test para lograr la trazabilidad de la variante británica, de la que se han detectado cuarenta casos.
La aceleración de la pandemia obligó a Suecia a romper con su política hasta ahora menos estricta que en otras partes. Desde este domingo podría endurecer las medidas preventivas, inclusive cerrando por primera vez tiendas y restaurantes en algunas zonas.
Pero las medidas también suscitan hastío y revueltas: en Dinamarca, donde aumentan los casos de la cepa británica, el sábado las protestas contra las restricciones degeneraron en enfrentamientos con las fuerzas del orden y nueve personas fueron arrestadas. «Libertad para Dinamarca, ya hemos tenido bastante», coreaban los manifestantes.
En el Vaticano, el papa Francisco, de 84 años de edad, anunció el sábado que se vacunará «la semana próxima» e instó a seguir su ejemplo, denunciando «un negacionismo suicida que no sabría explicar» frente a la vacuna.
Para ayudar a los «países vulnerables» a acceder a las vacunas, el Reino Unido anunció este domingo haber recolectado junto a sus aliados 1000 millones de dólares.
«Solo estaremos a salvo de este virus cuando todos estemos a salvo, por esta razón nos estamos centrando en una solución global para un problema global», indicó el canciller, Dominic Raab.