El relator especial de Naciones Unidas para Afganistán, Richard Bennett, lamentó este viernes los arrestos de mujeres en Kabul acusadas por los talibanes de llevar un «mal hiyab», al no ajustar su vestimenta a los códigos impuestos por los fundamentalistas desde que se hicieron con el control de Afganistán.
«Los recientes arrestos de mujeres en Kabul por (llevar) un ‘mal hiyab’, confirmados por los talibanes, por desgracia implican unas mayores restricciones en la libertad de expresión de las mujeres y socavan otros derechos», dijo Bennett en la red social X.
El representante de la ONU pidió su puesta en libertad inmediata y sin condiciones, un día después de que fuentes del Ministerio de la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio afgano informasen de estos arrestos sin especificar su número.
Pese a sus promesas de cambio antes de tomar el poder en Afganistán en agosto de 2021, los talibanes han repetido el comportamiento de su anterior régimen entre 1996 y 2001.
Según una rígida interpretación del islam y su estricto código social, conocido como «pastunwali», los fundamentalistas prohibieron entonces la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.
Desde la toma de Kabul hace más de dos años, los talibanes han apartado a las mujeres casi por completo de la vida pública, impidiéndoles que accedan a la educación secundaria y universitaria, o que trabajen en la mayoría de los espacios públicos salvo algunas excepciones.
Además, la autoridades han dictado restricciones que les obligan a salir a la calles con el rostro cubierto, la segregación por sexos o ir acompañadas en viajes largos de un miembro familiar masculino.
Los fundamentalistas han arrestado además a activistas conocidos por organizar protestas en defensa de los derechos de las mujeres en el país asiático.
La Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA) llamó esta semana en la red social X a la liberación de Ahmad Fahim Azimi, Sadiqullah Afghan y Manizha Seddiqi, detenidos desde el pasado octubre, después de que los talibanes pusiesen en libertad a las activistas Zholia Parsi y Neda Parwani.