La guerra entre Israel y Hamás va más allá del campo de batalla. Uno de sus frentes es la información, acusándose mutuamente las partes de mentir y distorsionar los hechos que ocurren en el terreno. Y uno de los puntos que más discusiones ha desatado es el de la cantidad de muertos.
A medida que iban publicándose los números de palestinos muertos, que según Hamás superan ya los 34.000, Israel aseguró que la organización terrorista los infla y criticó a todos aquellos que los repitieron aún sabiendo que la fuente, el «ministerio de Sanidad en Gaza», es Hamás.
Israel no tiene duda que el número total de muertos es menor que el que alegan los terroristas palestinos, aunque no da un número exacto.
Ahora la ONU ha dado la razón a Israel al reconocer que no tiene forma de confirmar las cifras de muertos que proporciona Hamás y admitir que podrían estar manipuladas.
Hamás miente
El portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel ha publicado distintos comunicados sobre la cantidad de terroristas eliminados, que se estima han sido no menos de 14.000. Si bien no hay certeza sobre la cantidad de civiles muertos, sí que hay elementos en el terreno que permiten a Israel sostener que Hamás miente.
En la Cancillería israelí se remiten a estudios estadísticos como, por ejemplo, el publicado en enero último por el Washington Institute for Near East Policy en el que se analizaron los números que publicaba Hamás, en los que llamaba la atención el aumento lineal de muertos, que no es propio de situaciones de guerra.
Los palestinos acusan a Israel de cometer un genocidio en Gaza y de aspirar a eliminar al pueblo palestino, acusación desmentida categóricamente por Israel, que recalca que su guerra es «contra los terroristas, que se escudan detrás de su propio pueblo».
De fondo, según Israel, está el hecho que Hamás «no tiene reparos en mentir», según dice a El Debate una fuente autorizada en la Cancillería israelí.
Hubo un caso paradigmático, pocas semanas después de iniciada la guerra, cuando se informó desde Gaza que «un cohete israelí impactó en el hospital Al Ahali y mató a 500 personas».
Israel logró presentar pruebas que demostraban que el cohete había sido lanzado por la Yihad Islámica contra Israel per que, por algún error, había caído antes de tiempo sobre el hospital, concretamente sobre el parking.
El Ejército incluso publicó la grabación de una conversación entre un terrorista de Hamás y uno de la Yihad Islámica, en el que confirmaban que el cohete había sido «nuestro», o sea de los propios terroristas.
El impacto del cohete mató a algunas decenas, no a 500, y quedó claro que la responsabilidad no era de Israel. Pero los desmentidos, con pruebas, no tuvieron la repercusión de las acusaciones.
«Aún estamos esperando la confirmación de Oficina de Asuntos Humanitarios de la ONU sobre lo que sucedió realmente», tuiteó el Canciller israelí Israel Katz, quien acusó repetidamente a las Naciones Unidas y al secretario general por «hacerse eco de lo que dice Hamás».
«Es absolutamente infundado y hasta subleva que se acuse a Israel de genocidio», dijo a este diario la Cancillería en Jerusalén.
«El 7 de octubre, tras la masacre, Israel lanzó una guerra contra la organización terrorista Hamás, que se mezcla con la población gazatí y que proclamó repetidamente que su intención es destruir a Israel. Fue Hamás quien trató de perpetrar un genocidio», acusó.
Un tema clave en cuanto al manejo de la guerra es que Israel destaca que despliega grandes esfuerzos para reducir al mínimo los riesgos para la población civil, exhortándole por distintas vías –mensajes y llamadas a sus celulares, folletos y demás– a evacuar zonas que serán atacadas, publicándose mapas detallados sobre los caminos por los que se podrá llegar a las zonas humanitarias para resguardarse.
«Hamás y las otras organizaciones terroristas hacen uso de sus civiles como escudos humanos para tratar de impedir que podamos atacar las infraestructuras armadas y para que haya muertos entre los civiles», agrega.
Y cita a uno de los jefes de Hamás, Musa Abu Marzuk, quien en una entrevista televisiva el 27 de octubre dijo abiertamente que los túneles en Gaza «son para proteger a los combatientes de Hamas, no a los civiles ya que de ellos se tiene que ocupar la ONU».
Pero más allá del tema de cuántos muertos hay en Gaza, Israel rechazó siempre las afirmaciones de Hamás –que, nuevamente, han sido repetidas ampliamente por el mundo– según las cuales la mayoría de las víctimas son mujeres y niños.
Se ha acusado a Israel de que dispara «indiscriminadamente» hacia la población, a la vez que Hamás no hacía ninguna referencia a sus «combatientes» en sus comunicados, como si las bombas mataran sólo a inocentes.
Analistas de seguridad como el teniente general retirado Gabi Sibony y el general retirado Amos Yadlin, han asegurado que, en todas las otras guerras libradas por Estados democráticos, incluyendo la de Estados Unidos contra Al Qaeda, la relación entre hombres armados y civiles muertos siempre ha sido mucho mayor que la que se da en la guerra en curso.
Hace pocos días hubo una revelación significativa al respecto. En una publicación oficial de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) no se cambió el saldo de muertos, que sigue siendo casi 35.000 palestinos, pero sí se cambió la clasificación de los distintos grupos que componen el número total. No se habla en absoluto de «terroristas» pero sí cambiaron drásticamente las cifras de mujeres y niños.
En una infografía publicada el miércoles 8 de mayo por la OCHA, ya no decía, como días antes, que de ellos 9.500 eran mujeres y 14.500 niños, sino 7.797 y 4.959 respectivamente, lo cual en total asciende al 52 % de los muertos. El resto están catalogados como «hombres» (40 %) y «ancianos» (8 %).
A Israel le consta que también menores de edad son usados por las organizaciones terroristas, pero no entró en detalle al respecto, sino que tomó esta revelación como prueba de que durante meses la ONU repitió información distorsionada de Hamás.
El periódico israelí The Jerusalem Post citó a Farhan Aziz Haq, portavoz del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, diciendo que las cifras se basaban, en efecto, en información proporcionada por el ministerio de Sanidad controlado por Hamás en Gaza y que «los equipos de la ONU en el terreno en Gaza no pueden verificar en forma independiente esas cifras».
Debido a esta revelación, el Canciller israelí Israel Katz exigió en las redes sociales la dimisión del secretario general de la ONU.