La Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida ha reclamado «ayudas efectivas integrales» para que las madres que afrontan un embarazo inesperado puedan seguir gestando a su hijo sin apuros y para que las familias puedan plantearse libre y responsablemente la posibilidad de concebir un nuevo hijo.
En su mensaje para la Jornada por la Vida, que se celebra este lunes 8 de abril, los prelados, bajo el lema «La vida, buena noticia», también se unen a la petición del papa Francisco para que la comunidad internacional se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la «maternidad subrogada». «No hay un derecho absoluto a tener un hijo», advierten para añadir que acogen los avances médicos que ayuden a detectar causas de esterilidad intentando remediarlas pero «no se deberá emplear la técnica para producir de manera artificial la fecundación».
Muy grave
Los obispos subrayan que es «más grave» cuando «para obtener un bebé se acude a un vientre de alquiler». Recuerdan que el Papa Francisco tachó de «deplorable» esa práctica que «ofende gravemente a la dignidad de la mujer y del niño» y que «se basa en la explotación de la situación de necesidad material de la madre». «Un hijo es siempre un don y nunca objeto de un contrato», apuntan.
Los ancianos no son un peso
Afirman que la vida «debe ser recibida y valorada y cuidada desde su concepción hasta su muerte natural» y precisan que no es «un derecho absoluto» sino un don de Dios, que implica «una responsabilidad» con implicaciones al inicio, en el transcurso y al final de la vida.
Por eso consideran que hay que «ayudar a las madres a descubrir que la vida que llevan en su seno realmente es una buena nueva» y cuidar de cada vida humana «especialmente en situaciones de fragilidad. Denuncian la trata de personas y la »esclavitud moderna» y piden paliar las situaciones de pobreza extrema, revisar las actitud hacia las persona migrantes y evitar que haya personas trabajando en condiciones laborales inhumanas.
Reclaman apoyo a las familias para que puedan atender a sus mayores y tener cuidado para no actuar según el criterio de que la ancianidad y la enfermedad «es una carga pesada que debe eliminarse».