“Todo el mundo sabe que una tercera guerra mundial solo podría ser nuclear, pero les llamo la atención sobre el hecho de que eso está en la mente de los políticos occidentales, no de los rusos”, advirtió este jueves el canciller de Rusia, Serguei Lavrov. Pero el comentario no hace más que sumar preocupación tres semanas después de que el mismo ministro atribuyó a la “histeria” belicista de Occidente la posibilidad de una invasión a Ucrania.
La declaración de Lavrov plantea la cuestión de cuál es el arsenal nuclear de Rusia, su poder destructivo y quién es el que eventualmente podría decidir el lanzamiento de un ataque.
Se estima que Rusia es hoy el país con mayor cantidad de armas atómicas, unas 6.000 ojivas nucleares. Una referencia sobre el poder de ese arsenal es que la bomba que destruyó Hiroshima, Little Boy, tenía una potencia de 15 kilotones, y cualquiera de las ojivas actuales supera los 1.000 kilotones.
Esa fuerza alcanzaría para provocar destrucción total en un radio de 18 kilómetros del lugar del estallido, destrucción severa en 30 kilómetros, daños graves en 50 kilómetros y daños generales hasta 80 kilómetros a la redonda.
Frente a ese enorme poder destructivo, hasta ahora las cinco grandes potencias que poseen esas armas y están en el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, más la India, Pakistán e Israel, solo contaban con ellas con un fin disuasivo para desalentar cualquier ataque contra su país. Hasta ahora ninguna nación había vuelto a amenazar con su utilización, como hizo Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Pero el presidente Vladimir Putin por primera vez indicó el domingo que había puesto en alerta sus fuerzas de disuasión nuclear.
¿Quién puede activar entonces el “botón nuclear” en la Federación de Rusia?
En junio de 2020 el Kremlin aprobó un documento que hoy cobra mayor relevancia, llamado Principios básicos de la política estatal de la Federación de Rusia sobre disuasión nuclear. Allí se establece en qué casos y de que manera se activaría esa opción.
El texto indica que “la política estatal sobre disuasión nuclear es defensiva”, por lo que solo funcionaría como respuesta a una amenaza de otro país, pero un párrafo inquietante aclara que “en caso de conflicto militar, esta política [la de utilización de armas nucleares] prevé la prevención de una escalada de acciones militares y su finalización en condiciones que sean aceptables para la Federación Rusa”. También aclara que no es necesario que el enemigo tenga posibilidad de respuesta nuclear. Basta con que posea “armas ofensivas (misiles balísticos y de crucero, vehículos aéreos hipersónicos, vehículos aéreos no tripulados de ataque), armas de energía dirigida, activos de defensa antimisiles, sistemas de alerta temprana”.
En cuanto a quién puede apretar el “botón rojo”, la decisión de utilizar armas nucleares “la toma el presidente de la Federación de Rusia”. Pero para poder activar los códigos encriptados de su maletín nuclear o “cheguet” (en ruso), el jefe del Estado necesita de los otros dos maletines que están en poder del ministro de Defensa y del jefe del Estado Mayor Conjunto. Son ellos dos quienes “planifican y ejecutan directamente medidas organizativas y militares en el ámbito de la disuasión nuclear”.
Por lo que en la Federación de Rusia la decisión de lanzar un ataque nuclear es tomada en forma conjunta por el presidente y sus jefes militares.
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