La finlandesa centroizquierdista Sanna Marin, de 34 años de edad, se convirtió el martes en la jefa de gobierno en funciones más joven del mundo.
La ex ministra de Transporte toma el mando de una coalición de cinco partidos, todos dirigidos por mujeres, cuatro de ellas menores de 35 años de edad.
Marin se convirtió en la tercera primera ministra de Finlandia después de que su nominación fue aprobada en el Parlamento por 99 votos a favor y 70 en contra; posteriormente, el presidente Sauli Niinisto nombró oficialmente al nuevo gabinete de centroizquierda.
La joven política finlandesa sucede a Antti Rinne, quien renunció la semana pasada después de perder la confianza de uno de los partidos de su coalición sobre el manejo de una huelga de correos.
Marin es la jefa de gobierno en funciones más joven del mundo, por delante del primer ministro de Ucrania, Oleksiy Honcharuk, que actualmente tiene 35 años de edad.
El martes eludió las preguntas sobre la atención internacional que recibió por convertirse en la primera ministra más joven del mundo. «Mis pensamientos han estado en cosas prácticas y no he seguido mucho lo que la prensa ha estado escribiendo», dijo a periodistas fuera del Parlamento.
A principios de esta semana la líder socialdemócrata expresó: «Nunca he pensado en mi edad o género; pienso en las razones por las que me metí en política y aquellas cosas por las cuales nos hemos ganado la confianza del electorado».
Marin fue criada por su madre y la novia de ella, y dijo que su «familia arcoíris» le mostró la importancia de la «igualdad, la equidad y los derechos humanos».
En una entrevista de 2015, la hoy primera ministro reconoció que de niña se sentía «invisible», porque no podía hablar abiertamente sobre la configuración de su familia.
También relató que su infancia influyó fuertemente en sus prioridades políticas, que incluyen la protección del generoso sistema de bienestar social de Finlandia y los bajos niveles de desigualdad.
«Vengo de una familia pobre, y no habría podido tener éxito y seguir adelante si no fuera por el sólido estado benefactor y el sistema educativo finlandés», declaró.
Los socialdemócratas asumieron el gobierno en junio después de derrotar al partido finlandés antiinmigrante de extrema derecha en los comicios generales de abril.
Algunos comentaristas vieron el resultado como un triunfo para la sociedad liberal e igualitaria de Finlandia, frente a un partido que pretendía reducir los niveles de asilo casi a cero y suspender las políticas de lucha contra el cambio climático.
En un mensaje este martes en el Parlamento, Marin insistió en la meta de reconstruir la confianza en su partido. «Le hemos prometido al pueblo finlandés un cambio y ahora debemos cumplir esa promesa».
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