Rita no ha pegado ojo en una semana porque sigue esperando noticias de su hijo, de su sobrino y de su yerno, todos ellos bomberos que se precipitaron hacia el puerto de Beirut para apagar el incendio que desencadenó las explosiones y desde entonces están desaparecidos.
«Enteros o en pedazos, queremos a nuestros hijos«, dice la mujer, de 48 años de edad, con profundas ojeras de cansancio. Ha perdido la esperanza de ver a los suyos con vida.
«Hace seis días que esperamos los restos de nuestros hijos, que nos den aunque solo sea un trozo, dos, pero algo», insiste, agotada.
En el salón de la vivienda familiar, con arcadas tradicionales, en el pueblo de montaña de Qartaba, decenas de amigos, familiares y vecinos con semblante grave han venido a verla y estar con ella.
Las mujeres no dicen ni una palabra, los hombres hablan en voz baja y los jóvenes, van y vienen de la calle principal.
En una pared, cerca de la entrada de la casa, luce una gran foto de los tres hombres, sonrientes y vestidos con traje de chaqueta, con la mención «los héroes». Nayib Hitti tenía 27 años, su primo Charbel de 22, y su cuñado Charbel Karam de 37.
El 4 de agosto, los bomberos de Beirut fueron avisados de que había un incendio en el puerto, cerca del parque de bomberos principal. Los tres fueron enviados, junto a otros siete, al lugar del fuego, sin saber lo que les esperaba en el depósito número 12.
El equipo intentó forzar la puerta del edificio, cerrada con llave, sin saber que dentro se almacenaban sustancias peligrosas, explica Georges Hitti, que el martes por la noche corrió hacia el puerto para buscar a sus familiares.
«Empecé a gritar como un loco: ‘¡Charbel, Nayib, Charbel!’ Y luego empecé a llorar», cuenta, con la mirada escondida tras unas gafas negras.
El incendio probablemente causó la explosión de una enorme cantidad de nitrato de amonio que había almacenado en el hangar y que devastó barrios enteros de la capital libanesa, causando más de 160 muertos y 6.000 heridos.
Un miembro de las Fuerzas de Seguridad Interior, que sobrevivió a la potente deflagración, le dijo a Hitti que una patrulla de las FSI le pidió a los bomberos que se alejaran. Demasiado tarde: la explosión los alcanzó.
«Mártires»
«Nosotros les dimos héroes, ellos nos entregaron mártires», señala Rita, con una mezcla de ira y amargura. Lleva un broche con la foto de los tres enganchado en el pecho. «Nos estamos quemando a fuego lento, cien veces cada día, como ellos quemaron a nuestros hijos en el puerto».
Su hija Karlen, madre de dos niños, perdió a su marido, a su hermano y a su primo. Retiene las lágrimas, en silencio.
Las autoridades ignoraron a las familias, que les pidieron poder participar en las búsquedas de desaparecidos.
«Les dije: ‘déjennos buscarlos, conozco el olor de mis hijos, sabré encontrarlos'», comenta la madre, destrozada.
El domingo, el ejército libanés anunció que las operaciones de búsqueda habían terminado. El lunes se encontraron cinco cuerpos, pero todavía no fueron identificados.
La familia de los tres bomberos no disimula su enfado. «Nos enteramos por la televisión de que nuestros hijos han caído mártires, mientras que los seguimos esperando», denuncia Rita.
«¿Mártires? Nuestros hijos son los mártires de la traición», añade, atacando a los responsables que ocultaron la presencia del nitrato de amonio.
Las autoridades libanesas prometieron una investigación rápida pero de momento no se ha anunciado nada sobre el tema, y los diferentes servicios implicados se acusan entre ellos.
La familia de los bomberos, que ya no tiene ninguna confianza en las autoridades libanesas, reclama una investigación internacional.
De momento, se encontraron los cadáveres de dos bomberos en el lugar de la explosión y el permiso de conducir de Nayib Hitti, conductor del camión.
«Todo lo que esperamos es poder identificar sus restos gracias a los análisis de ADN», afirma Georges Hitti. «Esperamos la vuelta de nuestros jóvenes y no organizaremos ningún entierro, celebraremos su retorno».
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