La historia en los 2.200 kilómetros de frontera entre Colombia y Venezuela se partió físicamente en dos el 19 de agosto de 2015. Desde esa fecha, el límite más boyante en temas de intercambio comercial en toda América del Sur se sumió en una lenta agonía. Desencadenó una grave crisis migratoria sin antecedentes en este hemisferio.
Hace cuatro años Nicolás Maduro anunció por cadena nacional el bloqueo fronterizo por el Estado Táchira, vecino al departamento de Norte de Santander. Ordenando un despliegue de sus tropas para capturar a los responsables de una supuesta emboscada contra unidades de la Guardia Nacional Bolivariana.
La tensión se fue agravando con el paso de las horas y el líder chavista decidió estrechar el cerco restringiendo el paso por la línea divisoria con Paraguachón (La Guajira).
En medio de estas medidas, Maduro emprendió una persecución contra colombianos residentes en el vecino país, a quienes tachaban de colaborar con grupos paramilitares.
17.000 connacionales según cifras de Naciones Unidas, abandonaron su hogar en la nación petrolera y cruzaron en estampida al territorio colombiano, buscando refugio.
Un año después, exactamente en agosto de 2016, Maduro reabrió la frontera y habilitó únicamente un paso peatonal entre ambas naciones.
Hasta la fecha se mantiene la medida en un estricto horario desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche, hora colombiana.
Este drama humanitario se convirtió en el punto de partida de un éxodo migratorio, que se ha prolongado hasta hoy y que tiene a unos 4 millones de venezolanos por fuera de su país, de acuerdo con estimaciones de la Agencia de la ONU para los Refugiados.
Migración Colombia registró a 185.433 venezolanos residiendo en Norte de Santander, la región que ha sufrido con mayor crudeza los embates de esta crisis.
Según las autoridades regionales, esta cifra es muy variable porque de las 70.000 personas que transitan diariamente a pie por los puentes internacionales Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander y La Unión, cerca de 5.000 deciden pernoctar en Cúcuta y en municipios aledaños.
“Creemos que un gran número de extranjeros se quedan en el departamento, no propiamente a vivir, pero sí a buscar los recursos para emprender su tránsito hacia el sur del continente. Esto genera un represamiento de personas, que hemos visto se ha agravado por las medidas migratorias impartidas por los gobiernos de Perú y Ecuador”, aseveró Juan Carlos Cortés, secretario de Fronteras y Cooperación Internacional de Norte de Santander.
Los primeros en padecer las consecuencias de este cierre fronterizo fueron los empresarios de Cúcuta y los municipios aledaños, cuya demanda provenía principalmente de Venezuela.
Sector transporte el más afectado
Prueba de esto es la desaceleración registrada por el sector de transporte de carga, que en 2015 movilizó 82.201 vehículos y en 2016, un año después de esta medida, fueron apenas 780. Aunque en 2017 y 2018 se han movido cerca de 6.000 automotores con otra dinámica.
Esta parálisis también tocó al gremio transportador de pasajeros, que en este tiempo cerró 22 empresas colombovenezolanas y despidió a 1.200 trabajadores. De igual forma, los profesionales del cambio se vieron obligados a cerrar 200 casas de divisas por la frenética devaluación de la moneda venezolana.
“Hay una grave afectación en el empleo y en el intercambio comercial hacia Venezuela. Esto era importante porque generaba una actividad en la ciudad. Eran casi 200 casas exportadoras y hoy solo sobreviven un par de ellas. Asimismo, el tránsito generaba una buena dinámica. Hoy solo hay un paso peatonal y queremos una reapertura completa”, aseveró Cesar Rojas, alcalde de Cúcuta.
Aunque el cierre de frontera impide el paso vehicular, miles de extranjeros llegan a pie a Cúcuta. Migración Colombia calcula que diariamente se mueven cerca de 70.000 personas por la línea divisoria del Norte de Santander.
Una gran parte de esta comunidad de migrantes arriba a la ciudad fronteriza a requerir atención médica y a inscribir a sus niños en las instituciones educativas, porque la crisis económica de Venezuela ha debilitado estos servicios básicos.
Venezolanos reciben atención medica
“A pesar de los esfuerzos del gobierno local y regional debemos seguir fortaleciendo el sistema de salud departamental. La labor del Hospital Universitario Erasmo Meoz, de Cúcuta, y demás centros asistenciales, ha sido incalculable. No obstante, debemos fortalecer la capacidad de respuesta en lo epidemiológico y en los eventos de salud pública. Esto también ocurre en el tema escolar”, comentó Felipe Muñoz, gerente asignado por el gobierno Nacional para los asuntos de la frontera con Venezuela.
De enero a junio de 2019, la red pública de salud de Norte de Santander atendió un total de 83.925 venezolanos. Por otra parte, unos 46.922 venezolanos recibieron atención por parte de entidades cooperantes en consulta externa gratuita y atención primaria en salud.
Entretanto, un estudio realizado por la Universidad Simón Bolívar y el Servicio Jesuita a Refugiados, elevó un llamado de alerta para acoger a esta población, principalmente en estas dos áreas.
“La migración venezolana se ha convertido en un fenómeno social que ha mostrado al mundo, los rasgos de una crisis humanitaria de gran relevancia. Exigiendo acciones urgentes para aliviar el sufrimiento de quienes huyen del país y el impacto en los países receptores”, reseñó El Tiempo de Colombia.
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