Corte Suprema de EE UU
Estudiantes de la Universidad Adventista de Washington miran sus teléfonos cuando se publica la noticia de la decisión de la Corte Suprema. Foto: AFP

La Corte Suprema de Estados Unidos puso fin este 28 de junio a los programas de discriminación positiva en las universidades, en un histórico fallo un año después del revés al derecho al aborto.

Sus seis jueces conservadores dictaminaron, en contra de la opinión de los tres de corte progresista, que los procedimientos para la admisión en los centros universitarios basados en el color de la piel o el origen étnico de los solicitantes son inconstitucionales.

«El alumno debe ser tratado en función de sus experiencias como individuo, no en función de su raza», argumentó el presidente de la Corte Suprema, John Roberts.

Los magistrados conservadores estiman que las universidades son libres de considerar la experiencia personal de un solicitante, por ejemplo si sufrió racismo, a la hora de sopesar su solicitud frente a otros más cualificados académicamente.

Pero decidir, principalmente en función de si es blanco o negro, no está permitido. Es discriminación racial, aseguraron. «Nuestra historia constitucional no tolera esa opción», añadió Roberts.

Tras el movimiento por los derechos cívicos de los años sesenta, varias universidades muy selectivas introdujeron criterios raciales y étnicos en sus procedimientos de admisión para corregir las desigualdades derivadas del pasado segregacionista de Estados Unidos.

Esta política, conocida como «discriminación positiva», permitió aumentar la proporción de estudiantes negros, hispanos o indios estadounidenses en las aulas. Sin embargo, ha sido blanco de críticas en los círculos conservadores, que la consideran opaca y racista.

La Corte Suprema se ha pronunciado en contra de las cuotas en varias ocasiones desde 1978, pero siempre ha autorizado que las universidades tengan en cuenta criterios raciales, entre otros. Hasta ahora, había considerado «legítima» la búsqueda de una mayor diversidad en los campus, aunque ello supusiera quebrantar el principio de igualdad entre todos los estadounidenses.

El jueves dio un giro de 180 grados, como ya hizo el 24 de junio de 2022, al anular el derecho federal al aborto que garantizaba desde 1973.

Carmín en un cerdo

El cambio de este 28 de junio fue aplaudido por la derecha.

«Este es un gran día para Estados Unidos. Vamos a volver a todo basado en el mérito ¡y así es como debe ser!», escribió en su red social –Truth Social– el expresidente republicano Donald Trump (2017-2021). Trump durante su mandato inclinó claramente a la derecha la composición de la corte.

En un discurso televisado, el presidente demócrata Joe Biden dijo estar «fuertemente en desacuerdo».

«La discriminación sigue existiendo en Estados Unidos», afirmó. «La decisión de hoy no cambia eso. Es un hecho simple que si un estudiante ha tenido que superar la adversidad en su camino hacia la educación. Las universidades deben reconocerlo y valorarlo».

«No podemos permitir que esta decisión sea la última palabra», añadió el presidente. Biden considera que «este no es un tribunal normal».

Las críticas más duras llegaron del interior del propio tribunal, de boca de los tres jueces progresistas.

El tribunal está «invirtiendo décadas de jurisprudencia y de inmenso progreso», escribió la jueza Sonia Sotomayor en su nombre.

«Al hacerlo, el tribunal consolida una norma superficial» de indiferencia al color de la piel «como principio constitucional en una sociedad endémicamente segregada», escribió.

Aunque se autoriza a las universidades a tener en cuenta las experiencias personales de los solicitantes, esto equivale a poner «carmín en un cerdo», afirmó, una frase hecha en inglés que significa que por mucho que se intente disfrazar algo siempre seguirá siendo lo que es. Un equivalente al aunque la mona se vista de seda mona se queda.

 Harvard

Pero la universidad de Harvard insinuó que utilizará esta apertura de la sentencia, lo que podría minimizar su impacto.

La corte dictaminó que se puede tener en cuenta «los comentarios de un solicitante sobre cómo su color ha afectado a su vida. Ya sea en términos de discriminación, inspiración u otros. Acataremos sin duda esta decisión», declaró este jueves la prestigiosa universidad.

Mayan McClinton, una joven de color que asiste a cursos de verano en Harvard, declaró a la AFP que las minorías siguen estando infrarrepresentadas. «Y es injusto pensar que estamos ocupando los sitios de estudiantes blancos más ricos», protestó.

La sentencia parte de una demanda presentada en 2014 contra los centros universitarios privados y públicos más antiguos de Estados Unidos: Harvard y la Universidad de Carolina del Norte.

Un activista neoconservador, Edward Blum, los acusó de discriminar a los estudiantes asiáticos.

Argumentaba que los estudiantes asiáticos, cuyos resultados académicos están muy por encima de la media, serían más numerosos en los campus si su rendimiento fuera el único criterio de selección.

Tras varias derrotas en los tribunales, recurrió al Supremo que, irónicamente, nunca ha sido tan diverso como ahora, con dos jueces afroestadounidenses y uno hispano.

 


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