Los equipos de rescate siguen buscando a supervivientes este martes entre los escombros de las casas devastadas por el potente terremoto que mató a más de 2.000 personas en el oeste de Afganistán, pero la esperanza disminuye cada hora.
Equipados con palas y picos, los voluntarios trabajan incansablemente desde que el sábado se produjo un terremoto de magnitud 6,3, que siguieron ocho réplicas, en la provincia de Herat.
Los sismos son frecuentes en Afganistán, pero este último ha sido el más mortífero que azotó el país centroasiático en más de 25 años. El lunes, se volvieron a sentir réplicas en la misma zona.
«Hay familias que no tienen a nadie vivo», revela Ali Mohammad, de 50 años, sobre la aldea de Nayeb Rafi, que antes albergaba a 2.000 familias. «No queda nadie, ni una mujer, ni un niño, nadie», asevera.
En el pueblo vecino de Siah Ab, se celebraron el lunes funerales para unas 300 víctimas.
Cientos de cuerpos, cubiertos con una sábana blanca, fueron depositados en el suelo, mientras que los aldeanos oraban.
«Pensé que había soñado, todo ha sido arrasado», relata Ismail, de 30 años, que como numerosos afganos, solo tiene un nombre. «No queda nadie», prosigue.
Según Naciones Unidas, en 11 aldeas del distrito rural de Zenda Jan, situado a unos 30 kilómetros al noroeste de la ciudad de Herat, capital de la provincia de Herat, «100%» de las viviendas fue destruido.
Amnistía Internacional pidió al gobierno talibán que garantice que los esfuerzos de rescate y ayuda humanitaria se lleven a cabo «sin discriminación» y que asegure a las ONG un «acceso seguro y sin restricciones» a las regiones afectadas.
«Es crucial que toda la ayuda responda a las necesidades de los grupos de mayor riesgo, que a menudo se enfrentan a múltiples desafíos en situaciones de crisis, incluidas las mujeres», señaló Saman Sultani, investigador de Amnistía para Asia Meridional.
La mayoría de las casas rurales del país están hechas de ladrillos y madera. Varias generaciones suelen vivir bajo el mismo techo.
La ONG Save the Children habló de «una crisis que se suma a otra». Según su director para el país, Arshad Malik, «la magnitud de los daños es aterradora; el número de personas afectadas por esta tragedia es realmente abrumador».