El juicio en el Senado contra el secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, por la crisis migratoria en la frontera con México comenzó este miércoles a petición de los republicanos, pero se espera que la Cámara, controlada por los demócratas, lo desestime.
En pleno año electoral, la migración se ha convertido en uno de los asuntos clave de la campaña que enfrenta al presidente demócrata, Joe Biden, con su predecesor, el republicano Donald Trump (2017-2021).
Los republicanos acusan a Mayorkas, de 64 años de edad, de haber provocado una crisis migratoria en la frontera entre Estados Unidos y México y han iniciado un procedimiento de destitución contra él.
A mediados de febrero el ministro fue inculpado en la Cámara de Representantes, donde los conservadores tienen mayoría.
Fue la primera vez en 150 años que se abrió un juicio político a un alto cargo de un gabinete. Solo ocurrió en 1876 con el secretario de Guerra William Belknap, acusado de corrupción, pero este dimitió antes de que finalizara el procedimiento, denominado impeachment en inglés.
El martes la acusación contra Mayorkas fue enviada al Senado, que debe, como exige la Constitución, juzgar al ministro.
El procedimiento comenzó formalmente por la tarde, pero los demócratas consideran que los republicanos utilizan al ministro como chivo expiatorio y lo desestimarán.
El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, se ha comprometido a hacer todo lo posible para acelerar el juicio y desestimarlo, quizá este mismo miércoles.
«En nombre de la integridad del Senado, y para preservar el procedimiento de impeachment para los raros casos en los que sea realmente necesario, los senadores deberían rechazar las acusaciones presentadas hoy», declaró en el hemiciclo.
La Constitución establece que el Congreso puede acusar al presidente, a un ministro o a los jueces federales en caso de traición, corrupción u otros crímenes y delitos graves.
Mayorkas cree que es una pérdida de tiempo
Alejandro Mayorkas ha rechazado reiteradamente las acusaciones de los republicanos y les acusó de «desperdiciar un tiempo preciado y el dinero de los contribuyentes».
La situación sigue siendo un quebradero de cabeza para Joe Biden, a menos de siete meses de las elecciones presidenciales.
Los republicanos, muchos de ellos cercanos al expresidente Trump y cuya retórica es muy contraria a la inmigración, acusan al gobernante demócrata de haber permitido una «invasión».
Ponen como ejemplo el número récord de diciembre, cuando la patrulla fronteriza estadounidense interceptó 302.000 veces a migrantes o solicitantes de asilo que cruzaron la frontera sin visa ni permisos migratorios.
Trump acusa a migrantes que entraron de forma ilegal al país de haber cometido crímenes y delitos abyectos.
El magnate republicano amenaza con expulsar masivamente a los migrantes si gana las elecciones de noviembre. «Envenenan» la sangre del país y «están matando» a Estados Unidos, repite en sus mítines.
Pero ni las estadísticas policiales disponibles de las grandes ciudades estadounidenses ni los estudios de expertos muestran que eso sea cierto.
La Casa Blanca acusa a los conservadores de sabotear un intento bipartidista de encontrar una solución a la crisis migratoria.
Y es que la Cámara de Representantes se niega incluso a votar un texto que incluye restricciones que ellos mismos han pedido, por considerarlo demasiado laxo.