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El juicio político: cuando el Congreso de EE UU busca derrocar a un presidente

por Avatar EFE

La líder de la mayoría demócrata en la Cámara Baja de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anunció este martes el inicio de un juicio político en el Congreso contra el presidente estadounidense, Donald Trump, por presionar a Ucrania para que investigara al ex vicepresidente Joe Biden y a su familia.

Se abre ahora un proceso complicado que tiene visos de no prosperar en el Congreso, pese a que los demócratas tienen la mayoría en la Cámara Baja. Esto luego tendría que pasar por el visto bueno del Senado, donde el predominio republicano hace prever que la iniciativa no prosperará.

Estos son las principales características del impeachment, como se conoce en inglés, al juicio político o proceso de destitución.

¿Qué es un juicio político?

En general puede definirse como un proceso mediante el cual el Poder Legislativo puede derrocar a un presidente si considera que ha cometido un crimen.

En concreto el impeachment es precisamente eso: un proceso en el que un funcionario público es acusado de violar la ley y sometido por ello a escrutinio en el Senado. Esto no significa que vaya a ser destituido de su cargo de manera automática.

La Constitución estadounidense reseña que el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles de país «serán destituidos de su cargo por acusación y condena por traición, soborno u otros crímenes y delitos menores».

Pero dada la amplitud de la definición, el Congreso puede iniciar el proceso de destitución debido a una actividad criminal, abusos de poder o a cualquier otra presunta infracción.

¿Cómo se inicia un proceso de destitución?

Es el Comité Judicial de la Cámara Baja el que inicia los trámites y emite una resolución con los cargos a «juzgar» contra el presidente. Después debe ser llevado a votación por la Cámara de Representantes y por el Senado.

Las razones para la destitución, denominados artículos del juicio político (Articles of Impeachment) son enviadas al pleno de la Cámara, donde se debatirán y votarán cada una de ellas.

Si alguna de ellas es aprobada por mayoría simple el presidente será sometido al proceso. Una condición que no supone que este abandone sus funciones oficiales, en espera de la decisión final de los senadores.

Una vez cumplido el primer trámite en la Cámara de Representantes, el Senado recibe los artículos del juicio político y se consensuan las reglas y procedimientos que se seguirán.

El juicio político

El juicio político propiamente dicho se celebra en el Senado. En esta Cámara se elige un grupo de legisladores que hará las veces de fiscales, mientras que el resto hace de «jurado». Se necesitan dos tercios para declarar culpable al presidente.

En esta parte del proceso el mandatario está representado por sus abogados.

Después de ser escuchados los argumentos, a favor y en contra, los senadores se reunirán en sesión privada para debatir el veredicto. La votación sobre el veredicto se realizará en sesión pública y necesitará contar con los votos de una mayoría cualificada, al menos, de los dos tercios de los senadores.

Si el resultado es favorable se retirarán todas las atribuciones al presidente e incluso se le puede prohibir, siempre que así lo decida el Senado, la práctica de cualquier actividad en la administración pública de manera permanente.

Precedentes en la historia de Estados Unidos

Tres son los presidentes que han afrontado un juicio político y dos fueron absueltos: Andrew Johnson en 1868, Bill Clinton entre 1998 y 1999 y Richard Nixon, quien renunció en 1974 al comenzar el proceso luego del escándalo del «Watergate».

El único presidente de Estados Unidos que dejó el cargo antes de terminar su segundo mandato fue el republicano Richard Nixon (1969-1974).

Solo dos ex presidentes, ambos demócratas, han sido sometidos a juicio político.

Andrew Johnson (1865-1869), quien entró en la Casa Blanca después el asesinato de Abraham Lincoln.

Bill Clinton (1993-2001) es el caso más controvertido de la edad moderna. Ocurrió luego del escándalo sexual de la becaria de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky, en 1998. Sin embargo, logró salir airoso con el voto a favor de su inocencia de 55 de los 100 senadores respecto al cargo por perjurio. Además, obtuvo un empate en el cargo presentado en su contra por obstrucción a la justicia.