La reelección del presidente Daniel Ortega, que obtuvo 75% de los votos para un cuarto mandato consecutivo en Nicaragua, ha sido rechazada por la mayoría de la comunidad internacional que no reconoce los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el domingo.
Human Rights Watch (HRW), la Unión Europea, Estados Unidos y países latinoamericanos condenaron los resultados de la votación por falta de garantías para la oposición.
Sin embargo, así como países tildan de farsa las elecciones presidenciales en Nicaragua, otros las celebran; tal es el caso de Bolivia, cuyo gobierno opina que son democráticos los resultados de esos comicios.
«Estamos seguros de que con la participación mayoritaria y el respeto del voto popular se fortalece la democracia como ejercicio pleno de la soberanía del pueblo», señala la Cancillería de Bolivia en un comunicado.
Pero José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW, criticó la posición boliviana.
«El gobierno de Luis Arce saluda la ‘vocación democrática’ de las elecciones en Nicaragua. Parece una broma de mal gusto. Pero es un episodio más de la penosa política exterior del gobierno boliviano», escribió Vivanco este lunes en Twitter.
Presidenciales de Nicaragua con aspirantes en prisión
El gobierno de Perú se mostró preocupado, pues considera que las presidenciales de Nicaragua no cumplieron «los criterios mínimos de elecciones libres, justas y transparentes que establece la Carta Democrática Interamericana, vulneran su credibilidad, la democracia y el Estado de derecho y merecen el rechazo de la comunidad internacional», expresa el comunicado de la Cancillería.
Vivanco aplaudió al gobierno de Pedro Castillo por condenar lo que considera una «farsa electoral», e instó a los gobiernos de Argentina y México a fijar posición del mismo modo.
Nicaragua celebró los comicios el domingo con siete aspirantes presidenciales de la oposición en prisión, acusados de traición a la patria, mientras que Ortega, en el poder desde 2007, logró su propósito de resultar reelegido para un nuevo mandato de cinco años, junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.