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Jaguares batallan por la supervivencia

por El Nacional El Nacional

La invasión humana del Bosque Atlántico en el sur de Brasil está poniendo en peligro la forma de vida y provocando cambios drásticos en el comportamiento de los pocos jaguares que aún viven en el bosque. Esta es la conclusión del monitoreo realizado por el Instituto Manacá, una organización sin fines de lucro que trabaja para la conservación de la Mata Atlántica.

El trabajo de monitoreo del jaguar forma parte de un gran proyecto denominado “Programa Grandes Mamíferos de la Serra do Mar”, que verifica las condiciones de la biodiversidad en 1,7 millones de hectáreas de bosque de la sierra costera en los estados de São Paulo y Paraná y cuenta con el apoyo de la ONG WWF-Brasil y de la Fundação Grupo Boticário, institución corporativa que forma parte del Grupo Boticário, holding brasileño enfocado en perfumería y cosmética.

Además de los jaguares, estudian otros mamíferos de gran tamaño que habitan en la zona, como dantas y pecaríes.

En Paraná, los investigadores trabajan en un área de 6.500 kilómetros cuadrados de bosque, donde analizan de cerca a 11 jaguares. Para observar su comportamiento, el proyecto utiliza cámaras trampa, que son cámaras camufladas en la vegetación que detectan y registran el movimiento de los animales en el bosque. Además, observan huellas y entrevistan a habitantes de comunidades rurales para evaluar las áreas con mayor potencial de albergar la presencia de los animales.

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Tapir y pecaríes monitoreados por el Programa de Grandes Mamíferos de la Serra do Mar (Cortesía del Programa de Grandes Mamíferos de la Serra do Mar)

A través de este programa, los investigadores tienen acceso en tiempo real a información sobre la distribución de grandes mamíferos y pueden identificar tasas de crecimiento o disminución de la población de la especie.

Para comprender mejor cómo funciona el proyecto, Brazil Reports conversó con el biólogo Roberto Fusco, investigador postdoctoral en ecología y conservación de la Universidad Federal de Paraná, miembro de la Red de Expertos en Conservación de la Naturaleza (RECN) y coordinador del programa de grandes mamíferos. de la sierra del mar.

Dijo que el programa se inició oficialmente en 2020, con base en una serie de acciones que el grupo de investigación ya venía realizando en años anteriores, pero en una escala muy pequeña.

En ese momento, el grupo se dio cuenta de que sería necesario ampliar el radio de acción del monitoreo para acompañar los movimientos de los animales, que dependen de un área muy grande para sobrevivir. A partir de entonces, el programa estableció el área de cobertura actual.

“Buscamos diseñar un monitoreo a gran escala con cámara trampa, que es la técnica más adecuada para monitorear estas especies. Todo con respaldo científico, metodología científica, para poder producir estos indicadores de biodiversidad, que prácticamente es evaluar la situación de estas especies en el tiempo, si están disminuyendo o aumentando”, dijo el doctor Fusco.

Una de las conclusiones a las que llegaron los investigadores a partir de las observaciones es que los jaguares están ocupando pocas áreas y en lugares cada vez más remotos, a medida que la presencia humana se acerca a sus territorios. Según el especialista, una de las mayores presiones que sufren estos felinos proviene de la caza ilegal contra presas del jaguar, como los armadillos, además de la extracción de los recursos naturales que ofrece el bosque a estos animales.

“En teoría, no se puede cazar animales salvajes, especialmente aquellos en peligro de extinción”, dijo. “Pero esto se hace de manera ilegal, al igual que la extracción de palmito, que se extrae en gran cantidad. Se extrae ilegalmente del bosque, que es una fuente de alimento para la especie. Y la presión de la caza también está asociada a esta ocupación humana”.

El investigador explicó que el área de monitoreo está en un gran remanente forestal, pero también cerca de áreas urbanas altamente pobladas, entre ellas las ciudades de Curitiba y São Paulo. “Esta es una fuente más de presión”, agregó.

Según los investigadores, la invasión de territorio por parte de los humanos ha provocado cambios en el comportamiento de los jaguares, que ante la escasez de alimentos han comenzado a desplazarse a lugares más altos y remotos de la montaña, donde el acceso es difícil y en consecuencia también hay menos caza depredadora.

Jaguares captados por una cámara trampa en Serra do Mar. (Cortesía del Programa de Grandes Mamíferos de Serra do Mar)

Hoy, el “Programa de Grandes Mamíferos de la Sierra del Mar” sigue los pasos de los 11 jaguares que aún viven en la región monitoreada. Según el biólogo Fusco, estos animales fueron identificados entre 2018 y 2023. Los investigadores dicen que el grupo incluye machos, hembras y cachorros, todos reconocidos por el patrón de manchas en el pelaje, su “huella digital”.

La Mata Atlántica es uno de los seis biomas que se encuentran en territorio de Brasil.

Es un área de bosques, manglares, vegetación de restinga, campos de altitud y humedales, que cubre buena parte de la costa atlántica del país, extendiéndose por 17 estados, de sur a noreste, en una superficie de 1,3 millones de kilómetros cuadrados. La Mata Atlántica alberga 270 especies de mamíferos, 200 reptiles, 370 anfibios, 350 peces, 850 aves y 20.000 especies de plantas.

El jaguar es el felino más grande de América y el tercero más grande del mundo, después del tigre y el león. Históricamente, esta especie deambulaba por todo el continente americano, desde el suroeste de Estados Unidos hasta Argentina. Sin embargo, ahora está oficialmente extinto en Estados Unidos y es muy raro en México. En otros países de América Latina todavía se puede encontrar el jaguar, siendo Brasil el hogar de la mayor población de este majestuoso animal.

En los fragmentos de la Mata Atlántica brasileña viven alrededor de 250 individuos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Fuera de la Mata Atlántica, los jaguares viven asimismo en el Cerrado y la Caatinga, donde la especie también está amenazada de extinción, así como en el Pantanal y la Amazonia, región en la que un estudio publicado en la revista Nature el año pasado estimó la presencia de más de 26.000 de estos animales.

Región de la Mata Atlántica en el estado de Paraná (José Fernando Ogura / Agencia de Noticias del Estado de Paraná)

Por Thiago Alves en Brazil Reports