El Ejército israelí confirmó este martes haber atacado un complejo del grupo chií libanés Hezbolá en la localidad de Baalbek, en el este del Líbano, lejos de la frontera con Israel.
En concreto, las fuerzas armadas atacaron dos objetivos en el complejo, donde según el Ejército operaba una unidad del grupo encargada del tráfico de armas desde y hacia el Líbano.
Israel también confirmó haber atacado lo que calificó de «objetivos terroristas» en los alrededores de la localidad de Aitaroun, en el sur del país.
«Los ataques se produjeron como respuesta a la destrucción de un dron del Ejército israelí que operaba en los cielos del Líbano ayer (lunes)», dijo un comunicado castrense.
La milicia libanesa abatió ayer un dron israelí con misiles tierra-aire cuando sobrevolaba el espacio aéreo del Líbano, el quinto desde el 8 de octubre.
El grupo informó de que se trataba de un «dron Hermes 900 equipado con misiles» para atacar territorio libanés, sin que las fuerzas armadas israelíes hayan dado más información al respecto.
La respuesta de Hezbolá llegó a media tarde en un ataque con dos drones que cayeron al norte de los Altos del Golán, desatando un incendio en las proximidades del asentamiento de Sha’al.
Estos intercambios de fuego se suman a la escalada de violencia que vienen experimentando Hezbolá e Israel en la frontera desde el 8 de octubre, pero especialmente en los últimos días, cuando la milicia, respaldada por Irán, ha incrementado el lanzamiento de drones, además de los misiles y proyectiles habituales.
Al cambio en la frecuencia del uso de drones se suma además la extensión de los ataques del grupo chií, dirigidos cada vez más al sur de la frontera. El sábado, un misil llegó a Nazaret, a unos 50 kilómetros de la divisoria.
Los ataques de Hezbolá de ayer se produjeron en respuesta directa a dos ataques israelíes el sábado, en los que el Ejército mató a dos milicianos.
«Estamos preparados para una acción muy fuerte en el norte», amenazó la semana pasada el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en una vista a las tropas apostadas en la frontera con el Líbano.
Esta subida de tono, de la mano de la escalada de intensidad en el conflicto en las últimas semanas, hace temer una guerra abierta entre las partes en los próximos meses.
La frontera entre Israel y Líbano vive su mayor pico de tensión desde 2006 con un intenso intercambio de fuego desde octubre, que se ha cobrado la vida de al menos 482 personas, la mayoría en el lado libanés y en las filas de Hezbolá, que ha confirmado 304 bajas de milicianos, algunas en Siria.
En Israel han muerto 25 personas en el norte (15 militares y 10 civiles), mientras que al otro lado de la frontera han fallecido al menos 457 personas, entre ellas 62 integrantes de otras milicias, un soldado libanés y más de 90 civiles, incluidos diez menores y tres periodistas, además de los combatientes de Hezbolá.
Las hostilidades en la divisoria comenzaron el 8 de octubre, al día siguiente de que estallara la guerra en la Franja de Gaza, en solidaridad con las milicias islamistas palestinas del enclave.